La dinastía atómica

Una explosión nuclear no es poca cosa, aunque lo pareciera cuando tiende a banalizarse las amenazas reiteradas de Kim Jong-un, quien ha batido este año el récord de lanzamientos de misiles balísticos que pueden llegar a Estados Unidos, vulnerados los cielos de Corea del Norte y Japón con sus pruebas. Provocador y extorsionador, muchos supusieron que el tránsito de la divinidad norcoreana por la universidad occidental lo sensibilizaría en torno al desarrollo de las armas atómicas, dando después “muestras de acciones imprevisibles y a veces viscerales que, unido a la situación del país no permite descartar ninguna hipótesis”, como refiriera Marcos Gómez Casal en un viejo trabajo en la materia (https://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_marco/2016/DIEEEM17-2016_CoreaNorte_Nuclear_GomezCasal.pdf). 

Luce interesante considerar el régimen o protocolo de empleo inmediato de los dispositivos nucleares en los países que cuentan con las más  sofisticadas y terribles armas, recordando el aporte de la literatura y cinematografía que presume de los escenarios más fantásticos de una crisis que impone severos mecanismos para la toma de decisiones.  Probablemente, por muy mandatarios que fuesen, los que dirigen a las potencias nucleares no deben decidir solitariamente el asunto, como no ocurre con la dinastía comunista norcoreana.

El poder en Pionyang es un problema de entera incumbencia familiar,sin que nadie pueda apostar por una segura sucesión en futuro que parece lejano. El sacrosanto pater familiae sofoca todos los ámbitos de la vida íntima, privada y pública de la estirpe, aunque no hubo mejor ocasión que un lanzamiento de prueba, en noviembre próximo pasado, para dar a conocer por vez primera a su menor hija Kim Chu-ae, algo que extrañará en los países libres que naturalmente saben de los familiares y amigos más cercanos de sus líderes políticos.

Ya es un poco más sostenida la labor pública de la hermana del dictador, Kim Yo-jong, portadora de declaraciones desafiantes. Y, ciertamente que las son, habida cuenta de un desempeño armamentístico tildado con acierto de “frenesí” por Guillermo Abril y Carlos Torrealba en un reportaje para El País de Madrid del 2 de los corrientes (https://apuntaje.blogspot.com/2022/12/probadores.html). 

Un mínimo de responsabilidad suele demandarse a las monarquías consolidadas del mundo, pero a los Kim ninguna, pues, ni siquiera sus integrantes son visibles: sólo excepcional y casualmente sabemos de ellos.  Se dirá que, en un indeseable invierno nuclear, ni Jong-un será fácil de reconocer.

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