Un llamado de alerta

Quizá porque padecemos el régimen venezolano, las amenazas y peligros que sufre la democracia liberal en otras partes del globo terráqueo nos parece poca cosa. Más que negligencia, la verdad es que no llegan con facilidad y transparencia las noticias de otras latitudes, facilitando el espeso ambiente de (auto) censura y bloqueo de los portales informativos.

Varios textos de un medio español (La Lectura, nr. 59 del 24/03/23), muestra la cada vez más profunda preocupación por los casos de España, Polonia, Hungría e Israel, relacionados con la pérdida o inminente pérdida de independencia del Poder Judicial.  Sal Emergui, comenta que Israel no tiene Constitución y cuenta con un parlamento unicameral, restándole posibilidad al equilibrador juego de pesos y contrapesos de aprobarse la reforma judicial propulsada por el Likud y sus aliados.

El premier Benjamin Netanyahu ha intentado suavizar la propuesta de su ministro de Justicia, Yariv Levin, orientada a limitar al parlamento para nombrar a los integrantes del prestigioso Tribunal Supremo y, a la vez, permitir que la votación de  una minoría  simple desconozca y sea suficiente para que la Knéset anule cualquier fallo judicial. Ésta cláusula ha levantado la protesta masiva de amplios sectores israelíes,  preocupando a la opinión pública internacional y, por cierto, extrañando los viejos reportajes de José Levy  con los que nos familiarizamos en la televisión.

Impresiona que ocurra en Israel que, en medio de los consabidos, duros e inacabables conflictos, mantiene un régimen de libertades y democracia.  Por muy grave que fuere la situación venezolana, como la es, debemos atender las aquellas facetas autoritarias que adquieren, desautorizándolas, las democracias que suponemos aliadas de una oposición que acá defiende la causa de la libertad.

Cada vez más, se extiende la literatura especializada sobre las crisis democráticas del presente siglo (Applebaum, Levitsky/Way, Naím, etc.),  sin que tenga el dirigente político promedio y tan ciudadano común, como el que más, ocasión suficiente para estudiar a fondo el asunto, aunque sabemos de quienes se esfuerzan por comprender cabalmente el fenómeno. Sin embargo, nuestro llamado de atención es hacia la opinión pública opositora venezolana, aquella que depende de  radio-bemba y de los medios digitales: más allá de las fronteras, hay una difícil lucha por mantener los valores occidentales de la que también somos tributarios.

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