Entrevista a la señora Inflación

Para conseguir esta entrevista, decidí llegarme a un automercado. Apenas entre, ahí estaba: remarcando los precios de los productos, como siempre. Entonces me le acerqué con mi teléfono grabando y extendido hacia ella, cual reportero.

REUBEN: Señora Inflación, mucho gusto. 

SEÑORA INFLACIÓN: El gusto será mío cuando usted haga mercado en un rato, ¡ja, ja, ja!

R: Qué chistosa. La cosa es que no vine a hacer mercado. 

SI: Qué fastidio con esta gente que ahora practica ayuno intermitente…

R: No, para nada, aunque usted a veces lo ponga a uno es a practicar ayuno intransigente, pero eso es otro tema. Lo que pasa es que me gustaría entrevistarla para mi columna de humor.

SI: ¿Una exclusiva?

R: Sí.

SI: Eso le cuesta 20 dólares.

R: Eh… bueno, está bien. Tome -y le di los 20 dólares.

SI: Ahora sí: pregunte lo que quiera.

R: Bueno, ¿básicamente cuál es su profesión?

SI: La de subir los precios, de todas las cosas, todos los días.

R: ¿Incluso los salarios?

SI: ¡Ah, no, eso no!… A mí no me pagan por eso.

R: Ya va… ¿Le pagan? ¿Y quién le paga a usted?

SI: ¿Quiere saberlo?

R: Sí.

SI: Ay, ¡la exclusiva subió a 25 dólares!

R: ¿Qué?

SI: Bueno, yo soy la Señora Inflación. Me toca hacer mi trabajo.

R: Tome, pues -y le di cinco dólares más para no perder la gran oportunidad.

SI: Gracias. Y créame que con esto no cubro ni costos, pero bueno… sigamos.

R: Ok… Entonces habíamos quedado en que a usted le pagan. ¿Y quién le paga?

SI: ¡El gobierno!

R: ¿¿En serio??

SI: ¡Claro! Después de los jefes de campaña, vicepresidentes y ministros de economía, yo soy la funcionaria más importante.

R: ¿Y eso por qué?

SI: Bueno, para que el pueblo solo esté pendiente de resolverse la vida y no de lo que hace el gobierno.

R: ¿Pero no le parece cruel?

SI: No, porque en Japón, Finlandia, Suiza, Francia o Dinamarca nunca me llaman y tienen las tasas más altas de suicidio. En cambio, aquí en Latinoamérica, es un pasatiempo y hasta un motivo para socializar.

R: ¿Cómo así?

SI: Bueno, imagínese que todo estuviera perfecto. Usted no hablaría con nadie. ¿Para qué? En cambio, gracias a mí, usted puede estar haciendo una fila, todo aburrido, y de repente dice: “Cómo está la vida de cara, ¿no?”. Inmediatamente alguien le responde, entablan una conversación y en 20 minutos ya tiene un nuevo amigo.

R: Lamentablemente tiene un punto.

SI: Además, traigo otra ventaja.

R: ¿Cuál?

SI: Si quiere saberla, le informo que la exclusiva ya subió a 27 dólares.

R: ¡Tan rápido!

SI: ¡Y eso que todavía no soy hiperinflación!

R: Tome, pues -y le di dos dólares más. Entonces, ¿cuál es esa otra ventaja que usted dice tener?

SI: Hago que la gente aprenda a dolarizarse. Casi, casi, que los vuelvo licenciados en economía sin que pasen por una universidad.

R: Bueno, sí. Aunque yo pensaría que es mejor esperar a las próximas elecciones presidenciales para votar por alguien que la desaparezca a usted por completo. 

SI: ¡Ja, ja, ja!… ¡Y si supiera que el voto es de lo más inflacionario que hay!

R: ¿Por qué?

SI: Porque ejercerlo es gratis, pero después termina saliendo carísimo.

R: Tiene toda la razón, señora Inflación. Mire, ¿y al salir de aquí cómo sigue su agenda?

SI: Ay, un momento -y tomó su celular, escuchó algo que le decían, arrugó la cara y trancó la llamada. Tome de vuelta sus 20 dólares, señor -y me extendió el billete.

R: ¿Y esto?

SI: Es que me acaban de informar que el gobierno decretó regulación de precios.

R: ¡Ay, qué alivio!

SI: Lo tengo que dejar de inmediato. ¡No le diga a nadie que me vio!

R: ¿Por qué?

SI: Porque con regulación de precios todo comienza a escasear, incluso yo. Entonces lo dejo porque me voy directo al aeropuerto para exiliarme en otro país donde sí me quieran y sepan valorar mi trabajo. ¡Chao!

Y esa fue la última vez que vi a la Señora Inflación. Aunque afortunadamente guardo su testimonio aquí, en mi celular. De hecho, si usted quiere tener acceso al resto de la entrevista que no salió aquí publicada, puede contactarme y se la reenvió por la módica suma de 10 dólares… bueno, 12… y si tarda, 14. Pensándolo bien, 15 y lo puede pagar por partes. Me avisa.

Reuben Morales
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