Formas de planchar de nosotros los flojos

Al plantearme este artículo, pensé que nosotros los flojos para planchar éramos minoría. Luego me di cuenta de que no. Por el contrario, somos mayoría en comparación con esos extraños seres que ven en el planchar la ropa un extraño fetiche y no nos vemos esclavizados a ese yugo machista hetero-pa’-planchal. Mäs bien hemos alcanzado tales niveles de creatividad, que tenemos nuestros propios métodos para alisar la ropa.

El primero de ellos es el de guindar esa prenda de ropa arrugada en el baño mientras uno se ducha con agua caliente. Dicho sistema funciona (siempre y cuando el duchazo dure una hora y treinta y ocho minutos). Pero como siempre hay un familiar que se autoerige como policía del agua en la casa, son pocos los que han logrado consumar este método de planchado a la perfección. Y cuando lo logran, dañan su obra maestra salpicando involuntariamente la prenda de ropa con agua al secarse, ante lo cual terminan saliendo a la calle pareciendo un dálmata.

El segundo método que los flojos tenemos para planchar es el de sentarnos sobre la ropa. El problema radica en que uno solo se convierte en una plancha de ropa efectiva sí y solo sí, se dedica a engordar el trasero. Por tanto, el riesgo de practicar este método es que uno llegue a tragar tanto para planchar la ropa bien, que al final la ropa ya no le quede por lo mucho que engordó.

Hay otro método: guindar la ropa para que la gravedad la hale para abajo y así le quite las arrugas. No obstante, para lo único que sirve este método es para demostrarle a la comunidad científica que Isaac Newton no nos dijo que la Ley de la Gravedad atrae todo hacia el piso menos las arrugas de la ropa… (y el dólar).

El tercer método de flojos para planchar la ropa es jalar la ropa con las manos. Aunque para ello necesitará a otra persona que le ayude. Lamentablemente, eso siempre implica un gran riesgo, pues traer a un ayudante es exponerse a que le diga: “¡Hay que ver que tú sí eres mamarracho! ¿Tú piensas salir a la calle con la ropa así de arrugada?”.

Hay una cuarta estrategia. Consiste en calentar una olla para luego ponerla encima de la prenda de ropa arrugada. Eso funcionaría a la perfección si las ollas sólo las utilizásemos para planchar ropa. El problema está en que, como siempre cocinamos con ellas, uno puede terminar saliendo a la calle con una prenda de ropa planchada, pero con un gran aro de grasa en el medio. Aunque bueno, en estos tiempos de inclusión, uno podría excusarse diciendo que es una prenda de la nueva colección de Balenciaga que cuesta dos mil quinientos dólares.

La quinta estrategia es, quizás, la más usada: meter la prenda arrugada a la secadora. Esta técnica funciona tanto, que hasta acaba eliminándole las arrugas de la piel de la templada que sentirá al tener que usar esa misma prenda, pero dos tallas más pequeñas luego de la encogida.

La sexta y última estrategia es mi favorita: ponerse la prenda y esperar a que el calor corporal la alise naturalmente. Lamentablemente, esta técnica no funciona con todo el mundo ya que no todos emanan suficiente calor corporal. Para que dicha técnica realmente funcione, hace falta ser una persona ardiente (así como yo).

Como ya ve, ninguna técnica de planchado para flojos realmente funciona. Por eso, hemos llegado a la conclusión de que lo mejor es simplemente acogerse a los tiempos modernos y hacerse parte de esa minoría que puede vencer a cualquier prenda de ropa arrugada. Y no… no es la minoría que utiliza la plancha o paga para que le planchen. Nos referimos es a la minoría de las comunidades nudistas. Así no tendrá que planchar más nunca (a menos que ya esté tan arrugado que necesite un equipo multidisciplinario de cirujanos plásticos para que intenten estirarle los cueros).

Reuben Morales
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