Miguel Pizarro, un muchacho tatuado de Petare en la AN
El lado desconocido del joven diputado opositor de la Asamblea Nacional
Miguel Pizarro, un muchacho tatuado de Petare en la AN
Miguel Pizarro es lo que llamarían algunos “un político extraño”; joven, ex rockero, tatuado y amable con la prensa. Concretar el encuentro fue un trabajo de semanas, el diputado no atiende llamadas de números al azar. Sin embargo, su asistente devuelve las llamadas perdidas y es el nexo entre él y quienes votaron para que ocupara un curul en la nueva Asamblea Nacional.
“Los políticos no son nadie sin sus equipos, sin estas mujeres que tú ves aquí yo no soy nadie”, señala el diputado a las féminas que llevan sus comunicaciones y agenda, quienes nos acompañaron durante la conversación que sostuvimos en uno de los balcones del hemiciclo.
Guayoyo en Letras tuvo la oportunidad de conversar con el diputado Miguel Alejandro Pizarro Rodríguez. “El muchacho de Petare”, como le dicen, nos recibió en el parlamento en medio de una sesión; duerme cinco horas, no hay descanso ni tiempo que desaprovechar.
Guayoyo en Letras: ¿Qué diferencia marca en la política ser uno de los diputados más jóvenes?
Diputado Miguel Pizarro: Las formas en las que se ve la política, la energía y el ímpetu con el que se trabaja. Yo vengo aquí todos los días y soy de los últimos que se van, no como algunos diputados que no justifican su sueldo. Hay que hacer política más allá de la política, los políticos estamos acostumbrados a hablar solo entre nosotros; hay que sacar esto a otros sectores, hablar con otras personas. Además, ser joven me permite decir algunas cosas, que si tuviese algunos años más, quizá no me atrevería a decir.
Pizarro es el menor de cuatro hermanos, único hijo de ambos padres. Viene de una familia de profunda tradición política, su padre era un militante sindical y su madre fue por muchos años trabajadora de la Asamblea Nacional. Su crianza no fue igual a la de sus hermanos, no vivió toda su niñez en Petare, pero su vida política decide desempeñarla en la calidez del sector que fue su hogar.
El hijo ha heredado el trabajo de su madre, es él quien ahora acude fielmente al parlamento. “Mi mamá trabajó durante años aquí, hasta la Quinta República, ahora trabaja en el sector de la salud. Esta era mi guardería, no había plata para pagar una”, recuerda el parlamentario.
A Miguel ya le corría sangre política por sus venas, y no esperó mucho tiempo para expresarlo; a los 13 años inició un movimiento de desobediencia en su colegio de entonces. En esa época se creía que los militares debían tener un lugar en las escuelas y enseñar instrucción premilitar. “A mí me botaron de dos colegios, terminé mi educación en un parasistema; soy de los pocos que pueden decir que de un parasistema quedó en la Universidad Central de Venezuela”, comenta sus inicios políticos mientras sonríe.
G.L: ¿Cuántos tatuajes tiene?
D.M.P.: 40 y me faltan, hace poco me hice el más reciente. Los tatuajes son una forma de imponer posturas, de irrumpir con el orden social.
G.L: ¿Y se arrepiente de alguno?
D.M.P.: ¡No!, afirma con seguridad. Los tatuajes te recuerdan de dónde vienes, quién eres. En la política hay demasiados aduladores que no te dejan ver si cometes un error. Mis tatuajes me recuerdan todas las épocas de mi vida, distintas etapas que viví.
Miguel, el adolescente, tenía 13 años cuando comenzó a llenar con tinta los centímetros de su piel. ¿Y cómo no?, era un chico en edad de experimentos y aventuras que vivía con un tatuador alquilado en casa. La primera “mancha” del parlamentario fue un una pierna; una foto de una marcha de Desobediencia Civil en México. Un protestante lanzando una molotov a la policía en las manifestaciones de cuando metieron preso a Mumia Abu-Jamal se ganó el primer encuentro entre él y las agujas de tatuar.
“Después de viejo me he vuelto un poco hippie; ahora escucho reggae y gracias a Apache conozco el buen hip hop, y no algunos desastres que hacen por ahí”, confiesa el ex integrante de “Kolumpio”, (Concierto de la banda Kolumpio) La música favorita de Pizarro es el punk rock, y es de los que piensan que las melodías de Arjona son detestables.
Una rutina “sin tiempo para ir a almorzar por ahí”
Se levanta entre 4:30 y 5:00 am, cuando aún duermen muchos, -y ahora será a las cuatro; con el adelanto de media hora en el huso horario-. Lee un poco y trata de responder algunos mensajes que le dejan en el teléfono. (Al momento de la entrevista había más de 470 mensajes de texto, 248 notificaciones de BlackBerry Messenger y 20 llamadas perdidas en el celular del diputado.), luego hace un poco de ejercicios. Sale de su casa y no vuelve hasta la noche.
“Los lunes tengo reuniones, martes sesiones, miércoles comisión y luego visitas a algunos sectores, jueves los sectores que me queden pendiente y comisión; y luego asamblea de vecinos, viernes giras en el interior del país y sábados igual o actividades de calle”, enumera Pizarro sus responsabilidades diarias.
Caracas Fútbol Club: la única religión a la que es fiel Miguel Pizarro
Los domingos se encuentra al representante de Primero Justicia en una arena diferente, sin trajes y sin curules, pero con dos bandos y un escenario para defender con el alma otra pasión: el fútbol.
“Yo soy fanático de lo local, Venezuela tiene muchos equipos en crecimiento, pero el C.F.C tiene 25 años creciendo y por eso es la única religión que sigo”, explica con emoción.
El fanático de “Los Rojos del Ávila” no es religioso pero respeta y cree fervientemente en la fe de la gente, asegura que es increíble lo que las personas consiguen motivados por su fe.
G.L.: ¿Un diputado enamorado?
D.M.P: No por el momento, es complicado someter a una persona a esta rutina. Cada espacio que tengo es para cumplir este compromiso; si uno quiere tener resultados de verdad tiene que entregarse a esto por completo. La vida personal de nosotros debe ser el deber público.
¡A mí las mujeres me encantan!, confiesa entre carcajadas, pero es complicado y egoísta traer a una persona a este ajetreo.
Aunque el diputado está entregado de lleno a la política tiene fijado conjugar, en algún momento, ambos mundos; quiere tener hijos que lo hagan cuestionarse, ¿y por qué no?, que sean políticos también.
“Más que a Martin Luther King o Gandhi, admiro a los héroes anónimos, esas personas que hacen cosas increíbles todos los días. Dirigentes estudiantiles, ONGs, miles de madres que me encuentro por ahí y que me echan la bendición, mujeres que se levantan tempranito y salen a trabajar, padres de familia luchadores, millones de venezolanos”, se llena de orgullo mientras aclara a cuáles políticos admira.
G.L.: ¿Si todos los políticos fuesen rockeros?
D.M.P: Ríe a carcajadas. Eso sería muy peculiar, pero se acabaría la diversidad; aquí hay de todo, desde los que firman y se van… pero la política necesita ser diversa, es necesario.
Para Miguel Pizarro el parlamento actual se acerca bastante a lo que a él le gustaría ver en la asamblea; donde todos tengan voz, diputados cercanos a quienes los eligieron. Reivindicar el poder de la política.
“Yo como más que un remordimiento”
Desde empanadas de tuétano en casa de un vecino, hasta insectos en Bolivia, el diputado confiesa que come de todo y bastante, que cuando realiza recorridos con los vecinos come en donde llegue y si no, no come hasta la noche. No es muy dulcero aunque le gusta el arequipe porque tiene familia chilena y ese es uno de los postres tradicionales de la cultura.
“Como bastante pero hago ejercicio, juego fútbol, un político gordo refleja su verdadera política”, afirma.
Pizarro no cree en el zodiaco, explica que si a un venezolano le dicen que va a tener un día difícil solo basta con que se monte en el Metro de Caracas. Sin embargo, es acuario, nació en el mes de febrero, el 17 de 1988. Tiene 28 años.
G.L.: ¿Qué tranquiliza a Miguel Pizarro al final del día?
D.M.P.: la satisfacción del deber cumplido, nada satisface más que eso. Sentirme útil para mi sociedad. Cuando tengo demasiado estrés simulo percusiones con la batería o corro para enfriar la cabeza.
5 minutos con Miguel Alejandro
¿Un apodo?
En la universidad me decían pizarra o bizarro, comenta entre risas.
¿Un defecto?
Terquedad. –Las acompañantes de su equipo sonríen y afirman con muecas–
¿Un libro?
1984.
¿Una canción?
Es difícil, hay tantas… Pero, Stand By Me de Playing For Change.
¿Un hobby?
Leer.
¿Una palabra que lo defina?
Coherencia.
“Siempre supe que iba a hacer política, no sabía desde qué espacio, pero sí sabía que lo haría. Hay personas que hacen esto para luego ser gobernadores o alcaldes, yo estoy aquí porque esto es lo que me gusta: el parlamento”, finalizó sentado en una de las sillas que lo albergaron en su época de guardería, desde su primera, y casa política preferida, el presidente de la Comisión de Desarrollo Social Integral de la Asamblea Nacional: Miguel Pizarro.
Estudiante de Comunicación Social.
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