Yohanna decapitada; crimen pasional aterroriza oeste de la capital
“El licor, la ira y el amor, nunca son buenos consejeros”
Anónimo.
El siguiente trabajo es un relato recreado de manera imaginaria, que cuenta de forma cronológica los hechos de una noticia real a través de metáforas y narración periodística.
-No, a dormir no mujer– Dijo aquel hombre que desprendía al expresarse un olor agridulce similar al aguardiente mezclado con cerveza y nicotina. Algo detestable para ella, quien también estaba un poco “ebria”.
Al olerlo muy de cerca su cara se arrugó al igual que se arrugan los rostros cuando beben el primer sorbo del néctar puro del limón.
-Déjame dormir, estoy cansada y tú borracho-
-No me gustó como te miró tu amigo hoy, además de cómo me trataste-
-Es muy tarde, Rafa por favor-
-No, no por favor, tú nunca me escuchas-
***
La noche del 10 de abril del 2002 muchos caraqueños se preparaban físicamente y mentalmente para la jornada que tendrían al día siguiente. Marchar desde el Parque del este, hasta una tarima un poco más adelante en donde manifestarían su descontento contra el gobierno del fallecido Hugo Chávez y sus medidas económicas.
La noche del domingo del 10 de abril del 2016, 14 años después, otro puñado de vecinos de la capital, se acurrucaba dentro de sus sabanas para descansar, mientras un hombre algo enguayabado y de suave andar, se entregaba a las autoridades por un crimen atroz que acaba de perpetrar.
Aquel hombre arribó a la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas al oeste de la capital, fuera de sí mismo, cabizbajo y como arrepentido. Vio a un modesto oficial vestido con un traje azul marino y le confesó que había asesinado a su esposa; le había arrancado la cabeza.
Eran las y tanto de la noche. Hacía frío.
***
Yohanna se defendía de las acusaciones de Mauricio Rafael, al igual que se defendió cuando ambos compartían con amistadas en un “galpón”, ella también estaba agotada de los problemas. Buscaba la manera deponer punto final a aquella tortuosa relación; lo que no sabía es que pronto terminarían cada uno de sus males.
Ella se movía de un lado al otro por su hogar. Vestía solo unas diminutas prendas de ropa interior. Una tanga y un sostén que no hacían juegos. No temía por su vida ¿debía? Todas las parejas discuten, además hacía años que vivía con Rafa; como le decía.
***
-Señor está consciente de lo que dice-
-Sí. La maté, la maté-
El aspirante, algo sorprendido y confundido, tomó las declaraciones mientras que en su mente se desdibujaba el crimen.
-¿Dónde dejó el cuerpo?
-En una bolsa-
Tras haber elaborado el primer informe el funcionario velozmente buscó a sus superiores y condujo a Mauricio Rafael por el siniestro e interminable pasillo, hasta llegar a un diminuto y claustrofóbico cuarto de interrogaciones. Una persona desconocida que se encontraba ya dentro del cuarto se acercó, invitó a Rafael a tomar asiento.
***
La diminuta casa donde vivía la joven pareja en el barrio Las Flores de Catia no daba cabida para tanto escándalo. Objetos eran lanzados por parte de Yohanna, que también poseída por la lujuria de la ira y los efectos segundarios del licor, derramaba todo su poder femenino en su pareja.
-Y es por eso que no quiero que hagas eso, no debes vestirte, te ves tan provocativa-
-Tú no eres mi dueño, yo puedo hacer lo que me venga en gana, tú no eres un santo-
Yohanna no lo vio venir, nadie se lo advirtió. Pero su esposo se armó con un machete y como si fuera a arrancar las hierbas malas del jardín o a podar el mismo, con toda su fuerza le asentó el primer machetazo en el cuello.
La luz que emanaba de una bombilla hizo brillar el arma cuando estaba en lo más alto. Con un movimiento curvilíneo uniforme, dibujando una perfecta curva en su andar, se fue a estrellar contra el desnudo cuello de aquella dama de 37 años.
Los ojos de Rafael se tornaron completamente blancos por la ira. Estaba poseído por algo o por alguien. Le retiró el arma del cuello velozmente y un potente chorro de sangré le salpicó el rostro a él, y a ella el cuerpo. Los ojos de Yohanna se abrieron como platos. Sintió como la yugular le estallaba y perdía la respiración. Comenzó a ahogarse entre su sangre y la falta oxígeno. Los gritos de súplica retumbaban en la casa. Como un perfecto esgrimista y sin perder tiempo le dio un segundo golpe, tan fuerte como el primero, y un tercero, y un cuarto; Rafael estaba decidió a que su concubina pagara lo que había hecho.
Machetazo, tras machetazo, Yohanna iba tornándose en dos.
***
Varios funcionarios conversaban con Rafael, mientras él bebía agua e intentaba neutralizar la ebriedad que aún conservaba y explicaba por décima vez lo que había hecho. Por un segundo, los hombres, lo dejaron solo y salieron para conversar afuera.
-Busca a algunos aspirantes para que vayan a investigar- Dijo un superior a uno de los tantos subalternos que hacen vida en la delegación de del CICPC de Propatria.
Adentro de la estancia nuevamente, los uniformados, preguntaron qué en dónde había dejado el cuerpo y el por qué la había matado.
-No la van a encontrar en la casa, me llevé a otro lado sus restos-
***
De un momento a otro Yohanna se había dividido en dos
Una parte era su cuerpo ensangrentado por las heridas y la otra era su cabeza teñida de un fuerte rojo electrónico acompañada de una expresión inexplicable que demostraba el dolor que había sentido.
Rafael dejó caer el arma al suelo, dio unos leves pasos para atrás y consternado por lo que había hecho intentó respirar y calmarse en repetidas ocasiones. –Inhala, exhala. Otra vez, Inhala, exhala- Se repetía como un mantra de sanación.
Luego de meditar un rato sobre su vida, y lo que había hecho a lo largo de sus 36 años, decidió embalar el cuerpo de Yoha; como la llamaba él, en una bolsa interminablemente grande de plástico, esas que usan los recipientes de agua viejos, donde prolifera el mosquito que propaga el dengue y el zika.
Mientras introducía el cuerpo en la bolsa, sus manos manchadas de sangre pasional no dejaban de temblar. Introdujo un pie y luego el otro, además los unió con cinta adhesiva industrial para que entrara del todo. Después vino el tronco junto a los brazos, que también fueron unidos por las muñecas.
No embaló la cabeza; la llevaría a sí mismo; era su trofeo.
Era como Rafael hubiera planeado todo, todo, todo
***
-En un anexo de la bomba de gasolina de Las Flores, cerca del liceo Jesús Obrero, lateral a una empresa del Gobierno, muy cerca de la estación del metro, ahí la encontrarán-
-Señor sea más conciso-
-Dejé el cuerpo en una bolsa negra, en un anexo en la bomba de PDVSA de Las Flores, el olor los atraerá-
Escuchado esto, el superior dio la orden a más de 10 uniformados, que ya estaban preparados, de comprobar la información. Aquellos funcionarios salieron disparados a bordo de sus rugientes motocicletas de alta cilindrada. En el transcurso hasta la escena del crimen, uno de los policías le dio la voz a un periodista, para que publicara lo sucedido, en pocas palabras, para que diera lo que se conoce en la jerga informativa como “tubazo”.
Los elementos de la ley, rápidamente, llegaron al sitio indicado. La deprimente luz de la luna iluminaba débilmente las adyacencias de la bomba. Todo parecía indicar que nada estuviera fuera de forma por ahí.
En la mente de los uniformados aún el relato de don Rafael parecía broma. Hasta que a lo lejos vieron una extraña bolsa que se adecuaba a lo narrado por el señor. Los expertos abordaron la bolsa y la abrieron. Silencio, hubo silencio entre ellos, algunos consternados, otros sorprendidos.
Eran las y tanto de la noche, hacía frio, y los elementos de la ley hallaban el cadáver sin cabeza de Yohanna.
Eran las y tanto de la noche, hacía frió y metros más allá del cadáver, se encontraba la cabeza. Esa noche había muerto por problemas maritales la mujer número 61 del año.
***
Rafael tras abandonar el cuerpo y la cabeza en la bomba y de regresar a su hogar, Intentó lavarse las manos con abundante agua, pero no logró quitarse las manchas de sangre del todo.
Por alguna rara razón pensó en los sucesos del 11 de abril de 2001 y sobre lo que había hecho 14 años luego, entendió que su vida había cambiado para siempre. La negatividad lo envolvió a él y él envolvía la negatividad, al igual que tomó la decisión de mover el cuerpo, tomó la decisión de entregarse a los policías.
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El domingo 10 de abril del 2016, un hombre poseído por los celos asesinó a su esposa, una mujer de 37 años de edad. Tras perpetrar el acto se entregó a las autoridades y dio la voz de dónde se encontraban los restos de su ex pareja.
Rafael Mauricio se encuentra detenido y espera a ser procesado por la justicia venezolana.