Deportivo Táchira – Caracas Fútbol Club: clásico empañado por violencia
Llega el domingo, día de fútbol y clásicos llenos de historias, como el disputado entre los argentinos, de Boca Juniors y River Plate, que serviría de antesala al Deportivo Táchira y Caracas Fútbol Club que se jugaría esa tarde.
Desde temprano, fanáticos de ambos equipos, se acercaban a las adyacencias en el estadio de Pueblo Nuevo, ubicado en San Cristóbal, nadie quería perderse el encuentro 104 entre los dos grandes del fútbol venezolano.
La rivalidad entre ambas oncenas no solo se extiende al campo de juego, balón y camiseta, sus aficionados, organizados como barras; mantienen desde hace casi dos décadas un enfrentamiento, que en ocasiones, sobrepasa el evento deportivo y el margen de la ley.
Antes del inicio del clásico del balompié nacional, en el marco de la jornada diecisiete del Torneo Apertura de este año, los integrantes de la Avalancha Sur (barra del Deportivo Táchira), ocuparon sus asientos en la tribuna sur del estadio.
Minutos después, luego del ingreso de ambos equipos al césped, los encargados de la logística y seguridad del recinto deportivo permitieron el acceso de Los Demonios Rojos (barra del Caracas Fútbol Club), al sector norte de la tribuna, que ya se encontraba ocupado por algunos seguidores del equipo andino y los recibieron con gritos, abucheos y cantos.
Rueda el balón, comienzan los 90 minutos del deporte más hermoso del mundo y con él los regates, jugadas e incidencias propias del clásico nacional, mientras las barras recitan una a una las canciones, donde el reconocimiento de sus colores y la descalificación del contrario se hace presente.
Una vez transcurridos los 45 minutos de la primera parte, ambos equipos se retiran al vestuario.
La tribuna del estadio Pueblo Nuevo era compartida, por la barra del Caracas y cada vez más seguidores del Deportivo Táchira, separados únicamente por algunas hileras de asientos y una barrera formada por policías y guardias nacionales.
Se acerca el inicio del segundo tiempo, se reaviva el aliento, los cantos y gritos de cada equipo, el espacio que divide ambas hinchadas, comienza a ser escaso entre tantas camisetas rojas y amarillas con negro.
Los jugadores del Deportivo Táchira comienzan a ingresar al rectángulo de juego, mientras en la tribuna, suben los decibelios de los cantos, la intensidad de las estrofas, el calor nuevamente aparece en el campo de juego y en el corazón de los presentes.
Ambas barras reanudan su enfrentamiento, el intercambio y entre la música, las frases subidas de tono, vuela un objeto hacia Los Demonios Rojos e impacta en uno de sus miembros.
Comienza la lluvia de botellas y piedras entre ambas barras, son arrancadas las sillas de la estructura de la tribuna del estadio Pueblo Nuevo, una nueva batalla se inicia entre la Avalancha Sur y la barra del Caracas, justo ahí, en el mismo escenario en donde nació esta rivalidad.
Los funcionarios de seguridad intentan controlar el enfrentamiento y aparecen las primeras bombas lacrimógenas, todos los que se encontraban en la tribuna corren, en ese instante no importan los colores, solo resguardarse.
En el campo, las directivas de ambos equipos, observan la situación y el comportamiento de ambas barras, los árbitros del encuentro disertan acerca de las próximas acciones a tomar, suspender el partido se convierte en una posibilidad.
Una hora después de iniciado el altercado, los seguidores del Deportivo Táchira y su Avalancha son trasladados al área sur de la tribuna del estadio, se da por concluido un episodio que dejó un saldo de siete heridos, producto del lanzamiento de objetos por parte de las dos aficiones.
Del primer encuentro del año entre el Deportivo Táchira y el Caracas Fútbol Club, más allá del resultado reflejado en el marcador, queda el recuerdo de un episodio donde el amor por los colores va más allá de la racionalidad y el disfrute de un buen partido de fútbol.
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