Hay momentos que nos inspiran a no rendirnos
Editorial #315: Más dudas que certezas
Comienza el segundo semestre del año. No podemos dejar de realizar un balance honesto de lo que fue el primero.
Después de la contundente victoria de la oposición el 6 de diciembre en las elecciones parlamentarias, muchos esperaban que las cosas comenzarían a mejorar. La misma oposición se había encargado de alimentar esa esperanza en su campaña electoral. Sin embargo, la realidad fue diferente.
No solamente la crisis humanitaria se aceleró rápidamente, sino que incluso a nivel político la dirigencia opositora dejó mucho que desear. Desde la Asamblea Nacional se pudo haber hecho mucho más. Fueron seis meses que podían haber sido el punto de quiebre en una coyuntura política en la que el gobierno está más débil que nunca: sin apoyo popular, sin recursos y con menor complicidad de la comunidad internacional.
Pero no se logró prácticamente nada: hoy, los tres diputados injustamente destituidos de Amazonas aún no han recuperado sus curules, los magistrados “express” ilegalmente juramentados siguen ejerciendo –¡y de qué manera!- en el Tribunal Supremo de Justicia, los presos político siguen presos, la crisis está peor que nunca y los venezolanos aún sin fecha para un derecho constitucional que les asiste: el referéndum revocatorio.
Si bien el referéndum se ha convertido en la bandera de lucha principal de toda la oposición, parece más una pose pública que una verdadera intención. Ahora, comenzando el segundo semestre de un año que puede ser decisivo en la historia del país, tenemos más dudas que certezas.
¿Está en verdad toda la oposición comprometida con que el referéndum se haga en el 2016? ¿Hay interesados en que se realice el próximo año? ¿Cuál es el objetivo de un diálogo con mediadores parcializados, condiciones injustas y poca transparencia?
Sin embargo, cuando todo luce aún muy confuso, hay momentos que nos inspiran a no rendirnos. Como las imágenes de unas madres traspasando la frontera para conseguir comida para sus hijos hambrientos, rompiendo la barrera de la Guardia Nacional, o el recuerdo de Brenda Briceño, la joven activista y madre carabobeña que luchó contra la opresión incluso mientras también lo hacía contra un terrible cáncer, hasta su último día de vida el pasado jueves.
Ellos, los que no se rinden, son los que nos convencen todos los días de que la lucha vale la pena. Son los que demuestran que, mientras algunos están preocupados por sacar pequeñas ventajas en el presente, hay otros que ya están escribiendo el futuro.
Sobre todo los jóvenes, porque ha quedado demostrado que quienes nacen en opresión, no tienen más opción que vivir por la libertad.
Incluso a pesar de que ese camino que transitamos está hecho con más dudas que certezas.
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