“Ahora pedalearas en el cielo, junto a Dios y los ángeles, querido amigo.” Anónimo-2006
La última vuelta de Juan Pablo Guzmán

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Esta historia está recreada en hechos reales, algunos datos son ficticios, los nombres de los protagonistas de la misma fueron debidamente modificados debido a que el caso aún está siendo investigado por el Ministerio Público de Venezuela.

“La última vuelta de Juan Pablo Guz…”

-Sal de ahí o te vamos a matar junto a tu hijita, así como hicimos con tu esposo y el bastardo-, Dijo el malhechor con un tono de ultra tumba. Así oyó ella.

-Sal o te voy a caer a plomo el cuarto, perrita-, Ordenó aquel demonio.

-¿Tienes miedo?-, Preguntó con un tono de marcado sarcasmo.

-Saaaaaaaaal- Gritó así un sujeto moreno, que empuñaba la cromada y letal arma de fuego. De paso, mientras duró la amenaza, pateaba la puerta del cuarto en donde estaba escondida y se resguardaba una diezmada, por el miedo, mujer y su hija de brazo.

-Sal perra, te dije que salgas-, Comenzaba a desesperarse. Él no quería dejar testigos con vida.

-Mano, agarra lo que puedes. Pero rápido, rápido y vámonos. No la sigas cagando*-, Exclamó una segunda voz, una que aquella mujer no había escuchado en aquellos eternos 15 minutos.

-No- Respondió así y cargado de una profunda ira su compañero de fechorías.

***

Aquella mañana de domingo de gloria para los ciclistas, Juan Pablo Guzmán; colombiano de nacimiento, venezolano de corazón, se acomodaba en su asiento de cuero negro. –Awww, hoy brillaremos-, exclamó para sus adentros. Su Bicicleta Bmx especial de cuadro dorado, estaba lista para la acción. Brillaba como oro. Verificó los frenos -1…2…1…2 ¡Todo excelente!- Sintió el sol bañar su tostado rostro, le regaló una sonrisa.

Respiró, tomó un bocado de aire y tras cinco segundos la soltó. Una sonrisa se dibujaba en su rostro. ¡Estaba feliz! La brisa le pegaba en la cara y sus ojos se protegían detrás de la montura de unos cristales opacos.

Juan Pablo Guzmán, estrella del deporte nacional, se preparaba para romper su propio record y colarse en la primera posición del Tour de Táchira. Corría el año 2010. Aún faltaban dos años para que esta estrella del deporte se retirara.

Los ciclistas se formaron e alistaron detrás de la línea. Arquearon sus espaldas. Se acomodaron los cascos de seguridad. Retiraron el cambio neutro.

Los espectadores miraban. Achinaban sus ojos para no perderse nada. La tensión se sentía en el aire.

Detrás de un alto parlante yacía un hombre que daba indicaciones. Este hombre también empuñaba un arma, pero esta, a diferencia de otras, tenía balas de salva.

3

Yo puedo, yo puedo-, Dijo para sus adentros Guzmán en forma de mantra

¡En sus marcas!

2

-Cumpliré mis metas, por mis hijos-Esta vez articuló las palabras

¡Listos!

1

¡Fuera!

¡BUUUM! Un sonido de estrelló por los cielos.

***

-Amor, seguro que cerraste la puerta con llave-, inquirió la dama mientras cargaba a su bebé para dormirla.

-Sí mi amor, estoy seguro-. Dijo el mientras hacía zapping en la tv

-Deberías revisar. Sé que estás cansado del trabajo en la ferretería, pero igual-, Presionó su mujer.

Villa del Sol, no es una zona de alta peligrosidad. Realmente el municipio San Cristóbal, del Estado Táchira, no es un campo de guerra, a diferencia de ciertos parajes en Venezuela. Pero la suerte no estuvo de parte de nadie, cuando posiblemente la noche del viernes 05 de agosto Juan Pablo Guzmán dejó por equivocación la puerta sin seguro.

-Amor, revisa la puerta, por favor.-

***

-Mano, es sencillo. Entramos, agarramos todo, y salimos. Nos van a estar esperando afuera.-

-Ok, tenemos 10 minutos. ¿Tienes suficientes balas?-

-No malgastes municiones, nos pueden hacer falta en otro momento.-

-Igual, hay que estar pendiente.-

Ambos hombres revisaron el peine de sus armas y comprobaron que en cada uno había más de 10 proyectiles. Retiraron el seguro de sus armas y se calzaron una capucha. Tenían días estudiando a sus víctimas. Sabían que la familia Guzmán se acostaba a dormir temprano y que el  hombre, en raras ocasiones le pasaba seguro a la puerta.

Uno de ellos, intentó respirar hondo, pero sus pulmones de fumador no lo dejaron mucho. Soltó poco a poco el aire, se persignó y entro en la casa. Lo siguió el otro.

Entraron.

Junto a ellos el sol  también entró. Aunque a las seis de la mañana, la luz es tenue, para no decir nula, los hampones observaron toda la residencia.

Ambos hombres comenzaron a meter todos los objetos que se conseguían en su andar,  en dos grandes bolsos. Se percataron de que no había ningún ruido “-Han de estar dormidos”- Dijo uno de ellos haciendo referencia a los dueños de la casa.

***

Por cosas del destino, aquella mañana le dieron ganas de orinar. El silencio se hacía tangible a su alrededor. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue el rostro de su bebita, dormida. La besó en la frente. Luego vio a su mujer, la besó en los labios. En forma de despedida. Sería el último beso que les daría.

Se levantó descalzo. El frio le recorrió de los pies a la cabeza. Frunció el suelo. Se rascó el estómago y caminó hacía el baño. En ese andar, se los topó. Los vio. A los ojos -¿Quiénes son ustedes?-, preguntó

***

Años atrás

¡Y JUAN PABLO GUZMÁN es el primero en cruzar la línea de meta!

¡El colombo-Venezolano dejo el nombre de Venezuela en alto!

¡Venezolano brilla en Tour de Francia!

Así titularon los periódicos nacionales cuando Juan Pablo Guzmán logró colarse en unas de las primeras posiciones en el Tour Guadalupe, Francia.

***

Una pistola negra azabache lo apunta directo el pecho. Sintió como se le tensaron todas las venas del cuerpo. –Quieto pajarito, quieto- Comentó el que lo apuntaba.

Intentó articular alguna palabra, pero fue en vano. Solo gagueaba. –a…a…a…a- , -Cállate. –Respondió el ladrón, quien se imaginó lo que el hombre intentaba decir.

Extendió las manos hacia adelante, el deportista. -“Tranquilos”-. Dijo mientras pensaba en su mujer y en sus pequeños hijos, en sus dos pequeños hijos.

***

El hijo mayor de los Guzmán abrió los ojos. Estiró su cuerpo. Y se paró. Era un poco temprano, supuso, porque el sol aún no penetraba por su ventana.

Bostezó, por capricho fue por un vaso de agua. Su cuarto daba directo a la cocina, donde sin que él lo supieran se encontraba dos sujetos que amenazaban de muerte a su papá.

Salió. En la sala.

Los vio.

-¿Qué sucede papá?-, preguntó.

***

-Hijo ven acá. Estos señores vienen a hacernos una mudanza. No va a pasar nada-,  dijo la ex estrella del ciclismo.

***

-¡ESTO ES UN ROBO! No te muevas menor. Quédate donde estas. – La voz del hampón rompió el silencio. Pero no tanto como lo rompería el suceso que estaba a punto de acontecer.

-Es mi hijo déjalo quieto. Haz lo que tengas que hacer- rogó el padre del infante.

-Si no quieres que algo suceda quédate quieto. Mano anda y átalos-, agregó el segundo ladrón.

Por una diminuta abertura en puerta, la mujer de Guzmán, Sofía De Guzman y madre de sus hijos observaba. Moría de miedo.  Se puso nerviosa. No hallaba que hacer. Buscó sin encontrar su celular y se acordó de que lo dejo en la mesita la noche anterior, pero ahora yacía dentro del bolso de los ladrones.

Decidió cerrar la puerta con llave y quedarse ahí adentro con su hija de un añito.

Se encomendó a Dios.

-Tranquilos roben, roben y nada malo pasará-, autorizó Guzmán

-Cállate mariquita, no me tienes que decir lo que debo hacer-

Papá diles que se vayan-

-¿Quieres que te mate gafo?-

En el momento en que el hampón decía eso, se descuidó y le dio la espalda a Guzmán. Acto seguido el padre dominó sus piernas y se lanzó encima del que amenazaba a su hijo. Defensa propia e involuntaria.

Fue más rápido aquel asesino.

-A dónde crees que vas- dijo el hombre mientras disparaba.

¡PUM!

Aquellos disparos despertaron a todos en Villa del Sol.

***

Antes de caer mortalmente herido al suelo, el ciclista escupió sangre una homogénea pasta de saliva y sangre.

-PAPÁÁÁÁÁÁ- aquel grito alarmó hasta un perro que dormía a casi un kilómetro de distancia de la casa.

-Cállate carajito del coño-

¡PAM!

¡PAM!

Dos disparos más sonaron.

Los proyectiles viajaron directo al pecho del  menor de 16 años. Este también cayó al piso.

Del cuarto se dio a la fuga un llanto. El llanto de la hija menor.

-Allá debe estar la tipita con la otra hija- comentó uno de los pistoleros.

-Qué vas a hacer mano. Se nos acaba el tiempo-

-Termina de arreglar todo-, respondió uno mientras contaba los segundos.

***

-Sal de ahí o te vamos a matar junto a tu hijita, así como hicimos con tu esposo y el bastardo-, dijo el malhechor con un tono de ultra tumba. Así oyó ella.

-Sal o te voy a caer a plomo el cuarto, perrita-, Ordenó aquel demonio.

-¿Tienes miedo?-, preguntó con un tono de marcado sarcasmo

-Saaaaaaaaal- gritó así un sujeto moreno, que empuñaba la cromada y letal arma de fuego. De paso, mientras duró la amenaza, pateaba la puerta del cuarto en donde estaba escondida y se resguardaba una diezmada, por el miedo, mujer y su hija de brazo.

-Sal perra, te dije que salgas-, comenzaba a desesperarse. Él no quería dejar testigos con vida.

-Mano, agarra lo que puedes. Pero rápido, rápido y vámonos. No la sigas cagando*-, Exclamó una segunda voz, una que aquella mujer no había escuchado en aquellos eternos 15 minutos.

-No- respondió así y cargado de una profunda ira su compañero de fechorías.

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-Sal de ahí perra- gritó.

-Mano, rápido, ya se nos hace tarde. Ya tenemos lo que necesitamos. Afuera esta Chuí-

Antes de irse pateó la puerta el ladrón y  le asentó un par de disparos a la puerta. Adentro aquella mujer abrazaba tan fuerte a su hija, ambas lloraban, ella por miedo, la menor por hambre, inconsciente de lo que sucedía.

***

Escondida detrás de una ventana, la vieja Inés miraba a la calle. Sus cabellos grises y su piel marrón café se camuflajeaban con una cortina de flores desgastada. Vio salir a dos sujetos cargados de muchas cosas. Ambos caminaron directo a un carro color gris. Se montaron y se marcharon a toda velocidad.

Minutos más tarde

Vio salir a una mujer desesperada gritar ayuda.

Minutos después

Vio llegar a los bomberos y a funcionarios del CICPC

***

Millones de personas se arrojaron a las calles del Táchira para protestar la muerte del reconocido ciclista. Estaban indignados, molestos, cansados. La inseguridad se los estaba comiendo (o se los está).

Ramsés Rosero B.
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