Hay un camino crítico

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Los referentes políticos han invertido sus últimas horas en la sazón de la incertidumbre. Cada cual, según su genio y figura, ha adelantado propuestas, ideas, líneas de acción; todas con la intención de no derrumbar los escombros de esperanza que quedan entre una sociedad que -aun siendo mayoría- es sometida al arbitrio del poderío del poder.

Esa mayoría exige definición y contundencia. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD), depositaria de esa esperanza de altibajos, es la única institución del país con capacidad para convocar o desconvocar voluntades, siempre y cuando esas convocatorias estén en sintonía con el sentimiento nacional.

No es necesario recordar que la MUD suma incontestables éxitos multitudinarios, pero también tiene (incluso recientemente) intentos fallidos; con lo cual queda claro que no se le sigue por capricho, sino solo cuando hay sensatez en el planteamiento, cuando hay sintonía perfecta entre los referentes políticos y lo que se cuece en el seno de la cotidianidad del pueblo.

En estas horas de trance, cuando la impaciencia reina, desde la MUD se ha dicho que hay un camino, un camino crítico.

Por primera vez en mucho tiempo la esperanza se viste de realidad. La epopeya deja de ser heroica para convertirse en hechos posibles, pero con obstáculos ciertos, concretos, lo que implica sacrificios, pérdidas, bajas.

El camino crítico desafía y exige. Y eso es algo que hace mucho que no se dice, salvo en la vehemencia de un orgullo herido por la demanda popular. Anunciar un camino crítico no es poca cosa, es el peldaño natural, luego de haber transitado las veredas de la concordia políticamente correcta, frente a mafiosos del poder.

El camino es y será crítico. Sin separación de poderes no hay democracia. Sin estado de derecho la constitución se reduce a un compilado de buenas intenciones, tan subjetivas como pueden resultar sus intérpretes.

Hay un camino, y es crítico. El camino reclama conducción eficaz y oportuna. El camino amerita definición y acción, el camino exige compromiso y sensatez, el camino demanda consenso, el camino grita respeto por la gente.

En este camino crítico la incertidumbre –sustento de las dudas, la división, las malinterpretaciones, la siembra de malos entendidos- seguirá su curso, y corresponderá a los referentes políticos actuar con visión de estadista para aminorarla, de manera que frente a esos argumentos de crispación e indolencia analítica, una única certeza se imponga: La transformación del país.

Porque aunque haya incertidumbre –plenamente justificada, debatida, sufrida, sentida- la decisión de avanzar por un camino crítico solo se puede sustentar en la certeza de que vamos a llegar al destino señalado: La transformación del país.

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