El mayor peligro que corren los buenos es cansarse
Editorial #329 – Reinventar a Venezuela
¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué hicimos para merecer esto? ¿En qué nos equivocamos? Son preguntas que con frecuencia se escuchan en las calles de Venezuela. Preguntas para las que nadie tiene respuesta.
Sin embargo, lo que ahora importa ya no es cómo llegamos, sino cómo salimos de esto. Es una desgracia que tiene casi dos décadas y que se puede medir en vidas y sueños. Ha destrozado el futuro de toda una generación y aún así, se aferra al poder y se niega a irse.
Por eso, tenemos la obligación de poner todo nuestro esfuerzo en encontrar la vía que permita al país entrar al siglo XXI y comenzar a transitar el camino del desarrollo. Es muy doloroso ver el estado en el que se encuentra Venezuela, pero lo es más cuando miramos a nuestro alrededor y vemos cómo los países vecinos, con sus limitaciones y dificultades, están mucho mejor que nosotros.
Es cierto que la coyuntura nos enceguece. Es tan dura la lucha para recuperar la democracia que muchas veces no encontramos el tiempo para pensar en el futuro. Pero debemos hacerlo, porque solo imaginar lo que Venezuela puede ser es el mejor incentivo para seguir luchando y nunca más ser lo que hoy somos.
A veces cuesta creer que nuestro mayor reto sea ser normales; nuestro mayor sueño es la normalidad. Poder estudiar, conseguir un trabajo y vivir de nuestro esfuerzo. Ahorrar, comprarnos un pequeño apartamento y construir una familia. Salir con amigos, caminar por la calle o hablar por celular sin miedo a que por eso nos maten. Poder decir lo que uno piensa sin que te persigan. Todo esto es una utopía en la Venezuela de hoy.
La única manera de vivir en un país como el que soñamos es asumir hoy la realidad como es, cruda y dura. Exige de nosotros coraje, convicción y firmeza. También requiere compromiso, que no seamos solo espectadores de la historia, que seamos parte de ella; que nos involucremos y pongamos nuestro grano de arena. Demanda también mucha resistencia, porque el mayor peligro que corren los buenos es cansarse. Eso no puede pasar porque es mucho lo que está en juego. Lo es todo.
El reto al que se enfrenta nuestra generación no es fácil porque es trascendental: nos toca reinventar a Venezuela.
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