Editorial #331 – Hablemos en serio
Como para quien está en medio de una tormenta, a los que nos ha tocado vivir esta desgracia nos cuesta comprender su real magnitud. Sin embargo, no exageramos cuando afirmamos que Venezuela atraviesa el momento más difícil de su historia republicana.
Por eso, vimos con cierta sorpresa y mucha preocupación que políticos, académicos y personas con influencia hayan tardado tanto en hacer el diagnóstico correcto de lo que vivimos. No es cierto que de nada sirve mirar atrás y decir “te lo dije”; sirve para que en el futuro se escuchen más a esas voces que parecen haber comprendido lo que ocurre antes que el resto y se las tome en cuenta.
Podemos usar muchos ejemplos para probar esto, como lo relacionado a la esencia del régimen que hoy gobierna, o sobre si existía o no una crisis humanitaria en el país, sobre si el modelo que se intentaba implantar en Venezuela era el cubano, o incluso, más recientemente, si era o no conveniente apostar todo al referendo revocatorio.
Hoy, otro tema de debate está instalado en el país: la conveniencia o no del diálogo. Nadie puede estar en contra de un proceso que facilite la transición pacífica a la democracia en Venezuela. Sin embargo, debe estar muy claro que un diálogo solo es aceptable si tiene términos justos, no como el que aparentemente se inició ayer y que pone una vez más a la oposición en desventaja.
Las condiciones que las fuerzas democráticas deben exigir son tres: i) Mediadores confiables, entre los que no califican ni el expresidente español Rodríguez Zapatero ni el secretario de UNASUR, Ernesto Samper. Se debe invitar, además del representante del Vaticano, a uno de la Organización de los Estados Americanos, y a otros expresidentes que han estado muy pendientes de la situación en el país, como Felipe González, Jorge Quiroga o Andrés Pastrana. ii) Los representantes de ambas partes deben ser legítimos. En el caso opositor, además de quien represente a los partidos políticos de la MUD, deben tener un espacio en la mesa personas de la sociedad civil: representantes de los estudiantes, los trabajadores y también de los presos políticos y víctimas de la represión. iii) La agenda debe incluir todos los temas y debe ser transparente. Ninguna de éstas existe hoy.
Lo inaceptable es que sigamos tropezando con la misma piedra de diálogos pasados que lo único que hicieron fue darle tiempo y estabilidad al gobierno. El país vive una tragedia que pudo haberse evitado y que debe solucionarse con urgencia. A los cálculos políticos, a los intereses personales o partidarios, a los miedos y a las excusas se les ha acabado el tiempo. Hace pocos días comenzó una nueva y definitiva etapa en Venezuela, una que le pertenece a los valientes y a los honestos.
Una fase en la que la manipulación y la demagogia ya no sirven, porque lo único que millones de venezolanos están dispuestos a escuchar es la verdad, por muy cruda y dura que sea.
Por eso, cuando los ciudadanos están listos, sus liderazgos también deben estarlo. Entonces, ha llegado el momento de llamar las cosas por su nombre y hablar de frente.
Ha llegado el momento de que dejemos el engaño y hablemos en serio.
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