¿Dónde está mi espíritu navideño?
Llega diciembre, todo se tiñe de luces, colores y una atmósfera navideña, recuerdo cuando era niña y como esta época representaba una inmensa alegría, pero ahora que he crecido muchas cosas han cambiado, ya nada tiene la misma magia, ni la misma alegría, ¿será que ya estoy grande para la Navidad?, es cuando los años apañan que te das cuenta que la realidad navideña empieza a tomar otro tono más opaco.
Más allá de la difícil situación que atraviesa el país probablemente la navidad ya lentamente empezaba a perder su magia para quienes vamos ganando más edad.
Todos los años es lo mismo
Pues sí, cada diciembre vemos una y otra vez las mismas películas y especiales de Navidad. Al encender la televisión es muy fácil encontrar el típico especial de navideño de Fulanito y Sultanito salvando la navidad, ayudando a Santa a repartir los juguetes, siendo visitados por los 3 fantasmas o simplemente aprendiendo el “verdadero” significado de la misma.
Hace 15 años a lo mejor era divertido, pero ¿la misma idea sin parar por tanto tiempo?, seamos sinceros, aburre y todo resulta ser la misma historia con diferentes contextos y personajes.
Y bueno, lo mismo pasa con las películas, no puede faltar un año sin que transmitan alguna de estas: “The Grinch”, “El Expreso Polar”, “Santa Clausula”, “Mi Pequeño Angelito”, “El Extraño Mundo de Jack” (la película que pasan desde octubre hasta diciembre), “Milagro en la Calle 34”, “El Regalo Prometido”, “Elf”… El problema no es que las pasen, es que son las mismas desde que tengo memoria, a lo mejor este año se sume una nueva pero probablemente la repitan cada diciembre por los siguientes 10 años o 15 años. A pesar de todo siempre terminamos viendo varias de estas películas.
Hipocresía colectiva
No sé si soy la única a la que le pasa, pero en estas épocas navideñas mucha gente finge quererse, amarse, convivir en paz, cuando el resto del año se la pasan criticándose o discutiendo, pareciese que mágicamente el espíritu de la navidad los inspira que llevarse bien o ¿simplemente son hipócritas?.
Lo mismo aplica para el 31 de diciembre, creo que sobre todo esa fecha. Es el día cuando abrimos nuestro Facebook y personas con la que tenemos mil años sin hablar te escriben “Feliz año, te deseo lo mejor, te quiero mucho,..” o te envían una de esas típicas cadenas por whatsapp o mensaje de texto.
El frenesí consumista
Cada diciembre las tiendas están abarrotadas de personas, todo el mundo comprando como locos adornos, regalos, ropa, lo cual vuelve una pesadilla ir a comprar en un tienda. Aunque es un poco raro y triste decir esto cuando mi país vive una seria crisis económica, más bien ahora extraño poder tener un espíritu consumista como otros años, sin embargo al pasearse por Sabana Grande o por el Mercado Del Cementerio podremos evidenciar que sin duda hay muchísima gente que saca de donde no tiene para poder estrenar el 24 y 31.
¿Estrenar el 24 y el 31?, es una tradición que seguramente trae angustiado a más de uno, podemos evidenciar eso en las redes sociales cuando vemos a varios usuarios más preocupados desde mediados de año por lo que van a estrenar en diciembre que por lo que van a comer.
Ni siquiera por la comida…
Si algo puede salvar estas fechas es obviamente la comida, pues se preparan platillos que regularmente no comeríamos otra fecha del año, aunque para mi desgracia no me gustan las hallacas (el plato típico navideño aquí en Venezuela). La navidad este año se pone aún más triste al saber que hay cosas que no podremos comer como lo hacíamos antes, creo que no vamos a tener que preocuparnos mucho por romper la “dieta” este diciembre…
No es que odie la navidad, es simplemente que ya no es igual que antes, por lo menos es un buen pretexto para pasar tiempo de calidad junto a la familia.
¿Tu si tienes espíritu navideño o ya se murió como el mío?
- Youtube: un circo romano 2.0 - 26 mayo, 2019
- Ir al cine en Venezuela es… ¿polémico? - 29 abril, 2019
- Mi verdad es la única verdad - 10 marzo, 2019
Guayoyo en Letras es un espacio abierto para el encuentro de ideas diversas. No necesariamente coincidimos ni somos responsables de los comentarios u opiniones que son publicados.