Marilyn, eternamente maravillosa
Muchas opciones y poco que convenza. Cientos de canales y no consigo algo que me mantenga despierto. Películas de superhéroes que ya vi más de 3 veces, programas de vestidos de novia, fútbol argentino y hasta torneos de póker, solo más de lo mismo. Continúo con el zapping y por fin encuentro algo que me llama la atención. La pantalla me ofrece su “vida secreta” en una miniserie y yo por alguna razón me siento atraído.
El internet y la TV congenian para que en mí despierte un interés por ver este show, y no lo puedo negar, me motiva el hecho de conocer sobre la trayectoria de la sex symbol más recordada de la historia. Sintonizo justo durante la introducción del programa y aprovecho para buscar detalles sobre el mismo desde mi móvil. Resulta que está basado en la última entrevista que otorgó la artista, y según sabios, es bastante fiel a la realidad. Kelly Garner, quien la encarna, se parece bastante a la auténtica. Su actuación es muy buena, mantiene esa esencia provocativa y sexy de Marilyn, aunque llega un momento en que su voz empieza a cansar y me recuerda a Anna Faris en “La Casa de las Conejitas”. Varias veces escuché el tono de Monroe en videos, y era realmente angelical, capaz de persuadir a cualquier hombre, y hasta a la mujer más sensible.
Si bien, la miniserie me envuelve en la historia y me hace sentir conocedor de Norma Jeane (su verdadero nombre), imagino que estar parado frente a ella sería una sensación totalmente distinta. Poder hablarle y preguntarle tantas incógnitas que quedaron desde 1962, sería el sueño de muchos y el alivio de sus más fieles seguidores. Sentirme privilegiado de haber conocido a la mujer más emblemática de Hollywood es ahora mi deseo nocturno. No quiero dormir, pero mi cuerpo dice lo contrario. Casi termino de verla, pero pierdo el control de mis párpados.
Ya está todo oscuro, no logro ver nada. La tele se apagó, tal como mis sentidos. Apenas y distingo una luz muy tenue que se va y viene al ritmo de las cortinas. Es la luna, que por cierto se ve muy distinta a como suele lucir desde mi ventana. Esa leve iluminación me permite notar que no estoy en mi casa, ni en ninguna conocida. Solo puedo distinguir la alfombra donde estoy acostado y una lámpara que está cercana, no logro ver lo que hay en el resto de la habitación. Enciendo la bombilla y no sé si gritar o pellizcarme. Lo que está frente a mi es increíble.
Brentwood, California
Sí, no me caben dudas. Todo luce igual a aquella fotografía, pero sin el tono fúnebre y el impactante desorden. Una mesita de noche que parece más bien un taburete, y sobre ésta, papeles, frascos de pastillas y una lamparilla muy antigua. Debajo, hay unas libretas, una papelera y un teléfono alámbrico de color negro. A un lado, una cama matrimonial con sábanas blancas e impecables. Entre ellas y un cuarteto de almohadas está mi sorpresa, la mismísima Marilyn Monroe sonriente y disfrutando de mi impacto.
Está hermosa, con sus perfectos labios rojos y su cabello rubio que termina de iluminar cada rincón del cuarto. Espera que yo suelte una palabra y ella libera una risa sutil:
- ¿Marilyn?
- Jajaja, sí, me ofende que preguntes.
- Disculpa, es que aún no puedo creer que estés aquí, viva y tan preciosa como hace más de 50 años.
- No te preocupes. De cierta forma yo también estoy sorprendida.
Me siento en una esquina de la cama y ella se queda acostada envuelta en esos perfectos trozos de tela. Enseguida pienso en la oportunidad única que estoy viviendo y percibo que debo aprovecharla. Por fin el mundo y yo podremos saber qué le ocurrió realmente y en qué ha estado pensando todo este tiempo, donde sea que haya estado. Le digo:
- Marilyn, la gente todavía te recuerda a cada rato y quiere saber más sobre lo que pasó realmente ese día. Todo quedó inconcluso, te fuiste muy rápido.
- Sí, lo sé. Es normal que quieran saber. Fui la mujer más deseada del siglo XX, no es para menos.
- ¿Crees que pueda hacerte una entrevista? Puedes responder sólo a las preguntas que quieras. Sería como tu mensaje final, tu verdadera carta de despedida, o como si nuevamente escribieras en tu diario.
- Claro que sí. Me encantaría. Y gracias a ti por estar aquí, no me gusta estar sola.
Me pongo más rojo que una cereza y le agradezco su gesto. Obviamente, no tengo preguntas preparadas en un estricto orden, pues una hora atrás yo estaba viendo televisión desde mi hogar. Aunque hay un par de interrogantes que son tarea obligatoria, decido dejarlas para el final.
Mientras recuerdo todo lo que vi en la miniserie, voy jugando a ser periodista, pero es difícil mantener la concentración ante semejante belleza.
La segunda última entrevista
Sé que su infancia fue difícil, pues lo ha dicho muchas veces. Nunca conoció a su padre y creció entre familias adoptivas y la esquizofrénica de su madre. Careció de estabilidad y fue víctima de varios abusos sexuales. Ya se conocen detalles sobre esos incidentes y no veo razón para preguntarle sobre ello, además no la quiero hacer sentir incomoda desde el principio. De repente, recuerdo un aspecto sobre el que sí me gustaría cuestionarla. Ya tengo mi primera pregunta y ella luce bastante ansiosa.
- En varias ocasiones manifestaste tu temor a convertirte en alguien como tu madre ¿Crees que después de todo, lo cumpliste?
- No, no fui igual a mi madre. Aunque después de tanto tiempo, ya no lo veo como algo tan malo. Mi verdadero temor era llegar a su estado mental y eso no se cumplió. Tuve mis momentos inestables y por las noches no conseguía el sueño, pero aun así considero que me mantuve lúcida.
- Pero llegaste a estar internada en un recinto psiquiátrico ¿A qué se debió? ¿Crees que sufriste de algún trastorno psicológico?
- ¡Por Dios, no! Llegué a ese lugar por imposición. Solo tuve un ataque de ansiedad o quizás fue por la fuerte depresión… ya no lo recuerdo tan bien. Sé que se debió a que perdí a mi bebé y eso me afectó mucho. Menos mal que Joe me sacó de ahí rápido, sino creo que sí me hubiese vuelto loca.
Aprovecho que menciona al recordado Joe Dimaggio para preguntarle sobre esa relación. Le comento que en los medios han señalado que el ex pelotero fue el único esposo al que de verdad amó. Ella asiente y dice: “Sí, él fue inigualable. Nunca pude sentir con otro hombre lo que con Joe experimenté. Tuvimos nuestras diferencias, pero entre los dos había pasión y amor verdadero. Aún recuerdo sus lágrimas en mi entierro, fue realmente doloroso para ambos”.
Mi contraataque ya está listo, le pregunto por qué se casó las otras dos veces, si hasta llegó a decir alguna vez que temía ser la mujer de alguien. Me responde que fueron circunstancias de la vida en las que estar casada era más conveniente, pues James Dougherty la salvó de regresar a un orfanato y Arthur Miller era guionista, lo que la ayudaba en su carrera como actriz. “La presión de otras personas y el miedo a estar sola me llevaron a tomar decisiones de las que quizás no estuve totalmente segura”, añade. Nuevamente tomo ventaja de sus palabras y le cuestiono: “Ese temor a la soledad… ¿Te llevó a estar con tantos hombres?” No me da respuesta verbal y me mira de reojo, llevando sus manos a su rostro con una sonrisa pícara. Entonces yo replico: ¿Consideras que te aprovechaste de tus atributos para persuadirlos? Ella mira hacia el techo y habla: “Bueno, yo no lo veo de esa forma. Nunca quise ser una caza recompensas, pero como ya dije una vez, todo el mundo usa a todo el mundo. Simplemente retribuía las ayudas que recibía”.
A pesar de que reconoce haber tenido relaciones sexuales por conveniencia, no se considera una regalada. Todo lo contrario, cree que por mérito propio consiguió ser una estrella reconocida a nivel mundial. Entonces, mi boca vuelve a disparar.
- Sin esa belleza ¿Hubieses sido tan exitosa?
- No lo sé. No me imagino en otro cuerpo, o con otro rostro. Simplemente soy como soy… o mejor dicho, fui como fui. Tuve la suerte de ser así.
- Pero ¿reconoces que te hiciste alguna cirugía para corregir algo en tu cuerpo?
- Pues sí, ya no lo puedo negar, me delataron unas supuestas radiografías. De igual forma, el cambio fue mínimo. Quizás hasta fueron innecesarias.
Para nadie es un secreto que Norma Jeane siempre anheló ser una actriz reconocida, y no solo lo consiguió, sino que además logró ser una artista integral, pues inició como modelo, siguió con la actuación y luego incurcionó como cantante. Participó en casi 30 películas en su corta carrera, y fue imagen principal de cientos de revistas. Sin embargo, para ella pareciera no haber sido suficiente.
- Marilyn, a pesar de tu pronto desaparecimiento físico ¿Te sentiste realizada como artista? ¿Estás satisfecha con lo que conseguiste?
- No, tenía muchísimo más para dar. Siempre quería más y más. Para mí era importante conseguir papeles que de verdad me fascinaran y a los que yo pudiera adaptarme y brillar en la pantalla. Lamentablemente no pude seguir. Como ya me han escuchado decir, poco me importaba el dinero, yo solo quería ser maravillosa.
- Es cierto, pero más allá de lo que mencionas, lo que lograste bastó para que fueras considerada como la mujer más sexy y deseada del siglo XX, dicho incluso por la propia compañía Playboy, de la que fuiste portada en su primer ejemplar, por cierto.
- Lo recuerdo poco, fueron demasiadas revistas para las que posé.
- Es la del famoso conejo con corbatín, ¿recuerdas?
Se queda callada y niega con la cabeza, inclinándola hacia abajo con los labios arrugados, pero sin perder su semblante enloquecedor. La verdad es poco importante que recuerde tal revista, pero quería que lo hiciera para poder contarle cómo ha cambiado ese magazine, tal como la sociedad misma. Intento guiarla hacia el tiempo actual pues deseo conocer si ella, desde donde fuera que haya estado tanto tiempo, estuvo al pendiente de todos los cambios mundiales.
Le digo: “Bueno, lamento que no lo recuerdes, pero quiero comentarte que frente a las cámaras de Playboy han desfilado millones de mujeres después de ti, y el concepto de belleza de tu época ha cambiado bastante. Con los avances científicos, las mujeres ahora son capaces de moldear su cuerpo como deseen. El tamaño ahora importa muchísimo más.” Ella se ríe de una forma tan angelical y yo me siento ingenuo. “El tamaño siempre ha importado, querido. Pero sí he notado lo que dices, los hombres ya no buscan una mujer con una figura como la mía”, dice. La interrogo sobre si cree que hubiese vuelto a alterar su físico para adaptarse a tales estándares y me enamora con su respuesta: “No, sino no sería Marilyn. Si así logré el reconocimiento que decías, ¿por qué cambiarme?”. Mejor contestación no podía darme.
Se le ve satisfecha consigo, más allá de sus complejos y de esos momentos en que su mente sufría delirios. Esta pareciera ser su versión más calmada y amena, no sufre esa necesidad compulsiva de consumir barbitúricos como caramelos, ni vive las constantes preocupaciones que su madre, sus esposos o jefes le causaban. Se ve que su cabeza aprovechó ese estado cautivo para descansar, cosa que tanto le pedía Dimaggio y que nunca hacía durante sus rodajes.
Marilyn es capaz de opinar sobre todo, conoció mucha gente importante y como hablar es uno de sus dotes, de cada uno obtuvo enseñanzas. No ha puesto mala cara ante ninguna de mis palabras y cada vez luce más entusiasmada. Es muy inquieta, no para de jugar con sus labios y su cabello, su capacidad seductora es automática, y según mi ruborizada tez, sigue siendo efectiva.
A medida que pasan los segundos, más quiero saber en qué piensa, y me genera mucha curiosidad lo que podría comentar sobre recientes sucesos, pues tiempo suficiente ha tenido para observar y pensar. Continúo con la tertulia y le pregunto su opinión en general con respecto a problemas de hoy. Ella prácticamente hace un resumen: “Bueno, muchos hechos me han sorprendido, sobre todo en mi país. La reconciliación con Cuba, la muerte de Castro, la elección de Trump. Los cambios son normales, pero han sido realmente inesperados. Yo probablemente hubiese votado por Clinton… Son muchas transformaciones, demasiados años han pasado ¿sabes? Ahora los cines arrojan agua, la gente paga todo con tarjetas y usa teléfonos personales que hacen de todo, hasta los homosexuales pueden casarse, ¿quién lo diría?… Sí, definitivamente las cosas han cambiado, no están tan mal, pero podrían mejorar… lamentablemente los problemas mundiales nunca van a acabar”. No sé de donde se me ocurrió semejante cuestión, pero casi involuntariamente le pregunté sobre Venezuela, mi país. Ella se extraña y usa una expresión de asombro. “Bueno, la verdad poco sé de tal lugar. Quizás que es muy peligroso y que ha tenido muy buenos beisbolistas, pero nunca he estado allá… o al menos eso creo”.
La ansiada verdad
Comienzo a quedarme sin ideas y creo que ya llegué al llegadero. Había reservado par de dudas para el final, que no solo resolverían mis inquietudes, sino las de un montón de curiosos. Pareciera que empieza a amanecer y siento miedo de que la noche termine sin yo haber aprovechado tal presencia. Entonces le digo:
- Marilyn, hasta este momento, has sabido responder todo de la mejor manera y quiero que siga de esa forma ante lo que estoy a punto de preguntarte.
- Sé por dónde vienes, hazlo.
- ¿Qué ocurrió realmente con los Kennedy?
- Tenía muy buena relación con ellos. Me gustaba la idea de estar con un presidente y ellos, como todos, sentían atracción por mí. Me dejé llevar por la emoción y pasó lo que tenía que pasar. Pero luego todo se resquebrajó, me convertí en un peligro para ellos porque sabía demasiado.
- ¿Entonces sí puede ser verdad lo que dicen? Dime Marilyn ¿de verdad te suicidaste o te asesinaron? Nadie más que tú puede decir la verdad
- Prácticamente te lo acabo de decir. Si yo hablaba y contaba todos sus planes, significaba su fin… yo no quería morir, me faltaba mucho por dar y aprender. Intentar tener nuevamente un hijo, probablemente hubiese vuelto con Joe, mi único amor… Siempre tomaba las mismas pastillas y nunca pasó nada. Cuando me revisaron no encontraron nada en mi estómago… ¿Qué más quieres saber para acabar con la duda? Saca tus propias conclusiones.
“Marilyn, por favor, dilo tú misma. Di quién lo hizo” fueron las palabras que causaron las interminables risas de mi familia, que terminaron despertándome. Desde la puerta me veían señalándome y tildándome de loco. El cuarto de Brentwood, California, quedó como la sede de un sueño en el que conocí a una inigualable mujer y donde casi consigo la ansiada verdad. La cara me arde, el sol llevaba rato reflejándose en mi rostro y yo permanecía intacto, embobado con sus encantos.
Desperté sin siquiera despedirme y agradecerle por tanto. Quizás esta fue realmente su última entrevista, porque aunque volviera a encontrarla nuevamente dormido, no me tomaría esa molestia y sólo me dedicaría a admirarla. Pareciera que me tomo muy en serio el asunto, pero su historia es realmente emotiva, y escucharla hablando de sí es un privilegio paradisíaco, aunque todo haya sido ficción.
Probablemente nunca se conozcan las razones reales de la muerte de Marilyn, pero hay suficientes pruebas y testimonios que insinúan fuertemente la posible falsedad de la versión oficial. A pesar de sus defectos y actos impuros, fue un personaje que logró convertir el sufrimiento de una vida accidentada en sonrisas frente al público. Cautivó y enamoró al planeta con su belleza, sus movimientos y su voz. Vale la pena recordar sus buenas facetas y solo tomar sus actos de adulterio como ejemplo de lo que puede causar la irresponsabilidad. Independientemente de sus errores, Marilyn Monroe será eternamente maravillosa.
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