La tensión y desesperación aumenta rápidamente y está mostrando la peor cara del hambre: los saqueos
Editorial #390 – La trampa
Lo único peor que un mal show es uno que dure demasiado. Eso es lo que ocurre con el supuesto “diálogo”, un proceso cuyo último capítulo comenzó el 13 de septiembre del año pasado en Santo Domingo, República Dominicana, y que se extenderá por lo menos hasta el 18 de enero. Por ahora.
No es la primera vez que algo de este tipo se realiza. Es más, los actores y las condiciones han sido casi los mismos desde el principio. Los resultados también: más tiempo para el gobierno y más sufrimiento para el pueblo.
Hubo, eso sí, una diferencia importante entre este último intento y los anteriores: incomprensiblemente para muchos, aunque las condiciones seguían siendo tan desfavorables como para pensar que podía tener un resultado exitoso, los cancilleres de algunos países aceptaron sumarse.
Después de varios intentos en los últimos meses para lograr cualquier tipo de avance, de la manipulación y engaño del gobierno venezolano –incluso al Vaticano- y de todos los precedentes ya conocidos, costaba entender que pudieran ser optimistas frente un proceso ante el que la mayoría de los venezolanos está clara: solo es una nueva maniobra del chavismo para ganar tiempo y legitimidad.
Todo esto, a solo dos semanas de comenzado el año y mientras el deterioro en el país avanza de manera acelerada. Hemos caído en una espiral hiperinflacionaria que está arrasando con la capacidad de la gente de acceder a los productos más básicos. En 2017 la inflación fue 2.700%; para el 2018, si las cosas continúan como están, podría superar el 20.000%.
La tensión y desesperación aumenta también rápidamente y está mostrando la peor cara del hambre: los saqueos. Según el Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social, en los primeros 11 días del 2018, Venezuela registró 107 casos de saqueo en 19 estados. Ante el acelerado incremento del malestar en el país, ese número podría también crecer muy rápido.
En este contexto, el “diálogo” solo le da tiempo al gobierno, y es justamente eso lo que los venezolanos no tienen. El hambre y la miseria los asfixia.
Pero a pesar de las reiteradas advertencias de que este proceso solo iba a beneficiar al oficialismo, la MUD decidió caer una vez más en el engaño.
Sin embargo, a estas alturas, no nos debe preocupar la rendición de la MUD ni la de sus acólitos, sino la de los ciudadanos. Somos nosotros los que no podemos rendirnos.
La libertad de Venezuela está en nuestras manos y el primer paso hacia ella es no caer en ninguna trampa.
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