Nuestra crisis ya ha empezado a afectar a los países vecinos
Editorial #394 – Por enésima vez
Los períodos inciertos en Venezuela ya no son la excepción, vivimos desde hace mucho en la incertidumbre. Lo más peligroso de esto es que terminemos por acostumbrarnos y que nuestros esfuerzos se enfoquen en cómo sobrevivir en esta realidad en lugar de cómo superarla.
Es tan grave la crisis venezolana que hasta los más escépticos en la comunidad internacional ahora la reconocen. Algunos actores internacionales tardaron años en darse cuenta de lo que ocurría. Hoy no solamente lo admiten, sino también están dispuestos a actuar para ayudar a los venezolanos a superarla. No será fácil, porque a estas alturas el deterioro de las instituciones, los medios, la economía y hasta la moral de la gente es muy grave.
Sin embargo, el mundo y en especial los países de la región están conscientes de que no hay tiempo que perder. No solo por solidaridad con los venezolanos, sino también porque nuestra crisis ya ha empezado a afectarlos dentro de sus fronteras.
Según el ministro de Hacienda de Colombia, Mauricio Cárdenas, más de 2000 venezolanos cruzan la frontera diariamente hacia su país, generando una situación de inestabilidad de tal magnitud que hasta el presidente Santos tuvo que visitar la zona la semana pasada y tomar medidas de seguridad adicionales.
Más de mil venezolanos llegan a Argentina semanalmente, según informes de medios de ese país, la mayoría por vía terrestre, a pesar de la distancia. En Brasil ya se reporta la existencia de favelas de venezolanos, algo muy parecido a nuestros “barrios”, con todas las necesidades, incomodidades y riesgos que conocemos. Este aluvión de venezolanos también está llegando a Ecuador, Chile, Perú y otros países, incluso a islas cercanas. Cada vez son más los que arriban a su destino sin un peso y sin un plan.
Mientras tanto, un nuevo proceso de “diálogo” terminó como siempre advertimos: en nada. Solamente sirvió, una vez más, para darle tiempo y oxígeno al gobierno y para alargar la agonía de millones de venezolanos que padecen hoy la falta de comida, de medicinas y de esperanza.
Este nuevo fracaso solamente fortalece la posición de la comunidad internacional que ya ha anunciado que no reconocerá los próximos comicios presidenciales y se apresta a aumentar la presión contra el gobierno de Maduro.
El Departamento de Estado de Estados Unidos también ha prometido “seguir presionando” al oficialismo al considerar que los comicios se van a celebrar “sin garantías” de que sean “justos, libres y validados internacionalmente”, mientras el Parlamento Europeo aprobó el jueves pasado una resolución que pide ampliar las sanciones impuestas por la Unión Europea a nuevos altos cargos del gobierno venezolano.
Increíblemente, mientras todo esto ocurre y el escenario es cada vez más claro para el mundo, a pesar de no haber firmado el acuerdo de República Dominicana por la falta de mínimas garantías electorales, la MUD dedica su tiempo y sus esfuerzos a debatir sobre si participa o no en las elecciones presidenciales.
Si no conociéramos a algunos de sus actores y sus antecedentes, sería difícil de entender. Sin embargo, ya estamos acostumbrados a que mientras el país y el mundo enfilan sus esfuerzos hacia la ruta que finalmente conquiste la libertad de Venezuela, ellos, por ingenuidad o complicidad, siguen empeñados en transitar el camino equivocado.
Lo acaban de hacer con el diálogo y no sorprendería que lo hagan con las elecciones.
Por enésima vez.
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