*Recopilación de artículos especiales, basados en la experiencia y observación de artistas que transitan por Tribus Café Cultural.
Si fuese posible otro Círculo de Bellas Artes*: Audiovisuales.
Artículos inspirados en distintas tertulias llevadas a cabo con artistas que residen en Venezuela y que se mantienen activos con proyectos en la actualidad; los mismos se alinean en la idea de lo que fue el Círculo de Bellas Artes y sus resultados socioculturales dentro de la respectiva época. A continuación, se presentan fragmentos de las conversaciones sostenidas.
“Yo no he hecho mucho”, así comienza la conversa Andreina Calderón, quien estudia artes audiovisuales mención dirección. Hasta los momentos tiene una pieza de su autoría, un cortometraje-documental, ha hecho varias colaboraciones y actualmente se encuentra armando su próximo cortometraje; además de elaborar diferentes piezas para procesos creativos requeridos académicamente, su vuelta de tuerca para una corta experiencia, nos comenta, ha sido aprovechar, precisamente, estos proyectos obligatorios para responder a una búsqueda espiritual. En cuanto a sus trabajos más personales, espera a que estén completamente listos antes de publicarlos, suelen ser resultado de experimentos en su carrera, que terminan gustándole verdaderamente, lo que la mueve a mostrarlos a los demás.
Considera que el cine le salvó la vida y lo concibe como un espacio para la creación infinito donde puede decirlo todo, por lo que, viéndolo de esa manera, le resulta una responsabilidad inmensa, pues a pesar de que no se puede cuantificar el alcance que va a tener una pieza, ciertamente llegará a alguien, y esa misma responsabilidad la asume con mucho miedo y con mucho gusto. Desde la mesa sueña, mientras se toma el café, este año quiere botar la casa por la ventana, de eso dependerá si se queda aquí en Venezuela o se va, dice. Películas de un minuto o de una hora y media, lo que se proyecta en su vida va más allá del tiempo, cuestionar es para ella la esencia; le interesa mucho la incomodidad y aunque comprende el placer de vivir una vida cómodamente, no entiende cuando las personas no encuentran el punto de partida crítico que hay detrás de todo momento que irrumpe con lo confortable. En cuanto a transmitir, confía en el pacto ficcional, pues si a partir de él la gente empieza a cuestionarse más allá de lo que le dicen, para ella ya es bastante. Por otro lado, la verdad no le interesa porque considera que no existe, así que no tiene motivos para decirla, cree que el mundo es una construcción basada en la mentira que alguien implantó, “normal viene de norma” -dice- “si hay una norma es porque alguien la puso”, le basta con mostrar las cosas en lugar de mostrarlas como ella-dice-que-son.
Las piezas cinematográficas le son de tal importancia que teme arruinarlas, asegura que no se trata de “pegar” una película como un clásico, sino hacer todo de modo que pueda estar segura de que está siendo coherente consigo misma. A ello se le suma el “esto es”. En sus palabras: “cuando haces una película estás esperando que pase algo que te haga decir ‘esto es’, si eso no me pasa no tiene sentido. Tal vez funciona y aprendí, pero no es para enseñarlo, hay que ser cuidadosos con lo que se está diciendo”.
Referente al Círculo de Bellas Artes, cree que hay que volver a esos lugares, le parece que el ser coherente con uno mismo, caso de estos artistas, nos permite moldearnos para hacer lo que queramos. Este tipo de reuniones abre espacio para la oportunidad, para conocer personas y caminar junto a ellas, ofreciéndonos un acompañarnos y un encontrar de consecuencias que cambiarán la vida de, por lo menos, una persona, así no se llegue a saber quién será, porque después de todo, opina ella, tomando esto en cuenta, no se puede saber adónde van a parar las obras propias. El no estar solos fue algo que ellos hicieron para sí mismo, pero piensa que también lo hicieron para nosotros en este presente, con la inspiración que han dejado sus obras y sus actos. Y algo que ella hace mientras medita junto a su taza de café, es preguntarse por qué se detuvo la continuidad, considerando que hay que volver a eso, a la organización y al aportar al contexto, sin miedo, hay que inventar y abonar. En este caso, expresa que se debe “ser rebelde al demostrar haciendo”, y considera que como artista, es necesario hablar con las piezas propias porque en ello hay muchas preguntas y muchas respuestas. Hacer que las piezas calen en las personas es nuestro espacio para hacer las denuncias sociales, afirma, y actualmente es necesaria una postura antagónica a la protagonista, más allá de determinarla como mejor o peor, simplemente es necesario algo diferente.
Cree que de existir un Círculo de Bellas Artes hoy día puede tener como referente el original, pero también tendría que definirlo y cuestionarlo, pues nada es definitivo y nuestro contexto es otro, así que opina que la idea debe ser absolutamente replanteada, teniendo en cuenta las necesidades actuales, no debería ser más de lo mismo. Su pasión apuesta de forma voraz, está decidida en pensar que los tonos medios no son útiles en este momento y que hay que ir por todo; para lograr los cambios que necesita el país o el continente considera necesario ir a la raíz y rehacerlo todo, sin pedir permiso, pues las vanguardias no lo hicieron, a pesar de que estaban al tanto de su contexto, el cual, precisamente, media en en ellas. Algo muy característico de su pensamiento es que está segura de que todo debe cuestionarse, hasta el fondo, sin tibiezas, sin excusas y más allá de lo utópico. El espectro antagónico que menciona, lo refiere como a hacer lo que no se está haciendo, y la necesidad de una sociedad que, precisamente, permita que los artistas hagan cosas, sean bonitas o sean feas, pero que dejen pensando, porque afirma que cuando la incomodidad surge entonces se va por buen camino.
Finalmente, en el último sorbo comenta que un nuevo movimiento similar a lo que fue el Círculo de Bellas Artes es posible y necesario, asegura conocer personas maravillosas que están haciendo cosas maravillosas, y que hay que concebir hasta las consecuencias más utópicas de un movimiento.
Fin de la tertulia.
(Texto tomado de los pensamientos y palabras de la estudiante de artes audiovisuales Andreina Calderón)
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