Editorial #414 – Zapatero, el impresentable

José Luis Rodríguez Zapatero. Ese nombre retumba en la conciencia de los venezolanos, pero no porque represente algo bueno. Todo lo contrario, su intromisión en favor de los intereses del régimen de Nicolás Maduro le ha hecho ganar el repudio y la crítica de quienes lejos de verlo como un “mediador”, lo ven como el “lava caras” de la tiranía venezolana.

No me referiré al sinfín de conocidas, parcializadas y descaradas actuaciones del señor Rodríguez Zapatero –o Zapatero, a secas, como le llaman- que se resumen en falsos diálogos, en una “benevolencia” que excarcela a rehenes políticos que siguen estando presos y amenazados, en amistades malévolas con los hermanos Rodríguez y en el descaro, sin precedentes, de echarle la culpa a la oposición de la situación que atraviesa al país.

Ahora bien, Zapatero no ha avanzado tanto porque sea el más astuto; ha llegado hasta donde la misma dirigencia opositora se lo ha permitido. No debemos olvidar que muchos en la oposición sirvieron la mesa para que el impresentable Rodríguez Zapatero avanzara en su propósito, que no es otro que el de darle tiempo al régimen de Maduro, con la excusa de querer “paz” y “diálogo”.

No eran pocos los que sabían de las intenciones del señor Zapatero. Nunca pretendió mediar en nada, sino ser un actor más, de talla internacional, para hablar en nombre del régimen, simulando estar en el centro, pero poniéndose del lado de la muerte y de la mentira. No conforme con haber dejado a su país, España, en uno de sus peores momentos, ahora pretende ser protagonista de la destrucción de Venezuela.

Con Zapatero murió el referéndum revocatorio en 2016, mientras esa oposición le aceptó un falso diálogo; con Zapatero se enfriaron los cuatro meses de protestas del 2017 en las que el régimen de Maduro mató a cientos de venezolanos, pues esa oposición prefirió deshonrar esas vidas de héroes y se desvió a otro falso diálogo auspiciado por Zapatero. Zapatero convalidó el fraude constituyente y las farsas electorales subsiguientes. Así, Zapatero se colocaba como el artífice de la supervivencia del régimen, con una oposición que le hacía el juego. ¿El resultado? Políticos encerrados en sus contradicciones, exiliados, presos o perseguidos. Así pagó Zapatero, mientras ahora la falsa oposición le sigue sonriendo, esa que no está dispuesta a que Maduro se vaya, porque si él se va, se van ellos también.

Para Zapatero -que no da muchas entrevistas, pero cuando las da se desnuda ante todos-, su rol se basa en pura convicción, según dijo a La Nación, de Argentina. Se comporta como un mafioso más, en tono amenazante, afirmando que si hay sanciones, hay consecuencias, pretendiendo hacer creer que son las sanciones las culpables de la tragedia venezolana y no el régimen que nos mata, pero que a él le paga para vivir bien.

Queda claro que su convicción es la de ser cómplice de cómo el régimen silenciosamente extermina a un país hundido en la miseria, el hambre y las enfermedades. Para él, esa convicción de la que habla –que se traduce en vidas que se pierden en nuestro país- es la que le hace decir que la oposición fue la culpable de la violencia, que Leopoldo López es responsable de muertes y culpable de lo que pasó; que Maduro lo está haciendo bien y que si no fuera por esa convicción propia, las cosas estuvieran peor. El mundo y los venezolanos dicen lo contrario, pero él, tan descarado como miserable, quiere venderse como el magnánimo mediador. Y muchos se lo aceptaron, de lado y lado.

Hoy, ya siendo tarde, algunos de esos opositores que gustosamente se reunían con Zapatero, le sonreían y creían en él, dicen que su rol pretende defender a Maduro y que eso es inaceptable. Es el mismo síndrome de querer olvidarse de las cosas, como si el señor Zapatero no hubiera tenido esa intención desde el principio. De pronto, Zapatero es malo, pero para muchos en la oposición, por muchos años, nos hicieron creer que era un poco bueno –algunos, incluso, aún lo sostienen-.

¿Quién asume la responsabilidad de haberle lavado la cara a Zapatero mientras él le lavaba la cara a Maduro? ¿Por qué ahora sí es malo y antes no? Tuvo que haber exilio, persecución y humillación para que quienes tanta confianza le dieron al señor Zapatero, ahora se le opongan. ¿Era necesario?

Insisto, parece tarde para el arrepentimiento. Zapatero avanzó gracias a ellos y lo que esa oposición hoy vive es consecuencia de, parafraseando a Winston Churchill, haberle dado de comer al cocodrilo pensando que se comería a otros, y haber terminado comidos.

Lo cierto es que, pese a eso, hoy todo el país repudia a Zapatero y sus intenciones. Son pocos los que aún pretenden vestirlo de cordero, cuando el mundo y los venezolanos saben qué clase de personaje es. Ya nadie le cree a Maduro, traiga a los Zapateros que traiga, y todos estamos dispuestos a hacerle entender al señor Rodríguez Zapatero que no lo único que queremos es que se largue de nuestros país. El mundo democrático nos acompaña, como para creer en un miserable y oportunista como él.

Señor Zapatero, váyase de una vez y por todas. Usted es un impresentable.

Pedro Urruchurtu
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