EDITORIAL #160: EL SÍNDROME DE «ESTOESELCOLMO»
En 1973, en la ciudad de Estocolmo, Suecia, en un fallido atraco al banco Kreditbanken, dos delincuentes mantuvieron como rehenes a cuatro empleados durante seis días. Al tercero, y debido a que los secuestradores no habían usado la violencia que los empleados temían, empezaron a desarrollar una cierta relación de complicidad con los criminales.
El hecho fue denominado como “El síndrome de Estocolmo”. Se comprobó con posteriores estudios que es una reacción psicológica en la cual una persona abusada o retenida contra su voluntad desarrolla un fuerte vínculo afectivo con su victimario, principalmente porque malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad.
Uno de los casos más famosos fue el de Patricia Hearst, nieta del influyente y poderoso editor estadounidense William Randolph Hearst, quien después de haber sido retenida por la organización terrorista Ejército Simbionés de Liberación, se unió a ellos varios meses después de haber sido liberada e incluso participó activamente en varios actos delictivos.
Los últimos años pareciera haberse dado un fenómeno similar en Venezuela. Un grupo que ha tomado como rehén a todo un país logró desarrollar un vínculo afectivo con una parte de la sociedad que es su principal víctima: los más pobres. Cuando en algún momento otro sector, libre de este padecimiento, se levantó y enfrentó al régimen, fue el mismo pueblo para el que se reclamaban más derechos que defendió a sus victimarios.
Sin embargo, como en toda reacción psicológica, existe un punto de quiebre. En el caso venezolano, aunque lentamente, pareciera que estamos llegando a éste. Abuso tras abuso, la sociedad, incluso ese sector que tanto defendió a la Revolución, se está cansando.
El audio de Mario Silva, que fue hecho público por diputados de la oposición la semana pasada, no dice nada que muchos no nos imaginábamos desde hace bastante tiempo. Sin embargo, en boca de uno de los más importantes dirigentes del chavismo tiene un impacto mayor, especialmente para sus propias bases.
Sorpresas como esa –que, por la información que tenemos, no será la última- serán determinantes para que un significativo sector de la sociedad pase del síndrome de Estocolmo al síndrome de “Estoeselcolmo” y termine de cansarse. Esto no sería malo, ya que cuando una sociedad se molesta, es cuando empieza a ser diferente.
Ya es hora de que seamos diferentes.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
*Caricatura de Weil (@WEIL_caricatura)
- Lo que hay que saber sobre la declaración de ley marcial en Corea del Sur - 4 diciembre, 2024
- Bitcoin, imparable, al borde de los USD 100.000: a cuánto puede llegar su precio en medio del “efecto Trump” - 24 noviembre, 2024
- El extraño caso del hombre que estuvo desaparecido 30 años, reapareció con la misma ropa y no recuerda qué le pasó - 2 septiembre, 2024