Somos testigos directos del derrumbe del proyecto socialista
Editorial #443 – Llegó la hora
Muchas veces dijeron que nos habíamos rendido, que habíamos perdido, que no había salida. Que la tragedia que vivimos iba a ser “eterna”, que nos esperaba un destino similar al de Cuba y que el único futuro posible era uno lejos de Venezuela.
La lucha por la libertad no ha sido fácil y, sin duda, ha sido larga. Han sido 20 años de dolor, miseria, injustica y sufrimiento, pero también de mucho coraje.
Coraje que nos ha traído hasta donde hoy estamos. Contra todo pronóstico y enfrentado las peores mafias que una sociedad puede enfrentar, hoy nos encontramos más cerca que nunca de alcanzar nuestro objetivo.
Sin embargo, no podemos cantar victoria ni tampoco distraernos. No podemos detenernos ni desviarnos. Estamos cerca, pero tenemos delante de nosotros un campo minado, porque el régimen, herido y agonizante, es más peligroso que nunca. Sus cómplices también intentarán salvarlo, lo estamos viendo con México y Uruguay, que a esta hora todavía insisten en un diálogo que solo serviría para darle oxígeno y tiempo a Maduro. Esta vez, no podemos equivocarnos: la única negociación aceptable es la que termine con la salida inmediata del régimen.
La buena noticia es que, por primera vez en mucho tiempo, nuestro destino está en manos de quienes no pretenden entregar la libertad de todo un pueblo, como otros lo hicieron en el pasado. Tenemos la certeza de que si seguimos haciendo las cosas bien, el cambio es irreversible y no hay vuelta atrás.
Luego vendrá otra etapa que también demandará de nosotros mucha entereza y esfuerzo. Pero que será maravillosa, porque todo nuestro trabajo tendrá finalmente resultados y podremos ver, a cada paso, el fruto de nuestro esfuerzo. Pasaremos de la sobrevivencia a la creación, de resistir a construir.
Debemos sentirnos afortunados, porque somos testigos directos del derrumbe del proyecto socialista del Foro de Sao Paulo y la caída, una a una, de sus mafias. La libertad de Venezuela está cerca, luego muy pronto vendrán, Nicaragua, Bolivia y nunca olvidaremos a Cuba.
Por ahora, cuando todavía tenemos por delante lo más difícil de todo este largo camino, no olvidemos demostrar lo que nos ha traído hasta aquí: mucho coraje.
Llegó la hora.
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