La otra brecha generacional
Ancha o angosta, siempre la ha habido. No obstante, la actual brecha generacional no se centra en la cultura, ideas y actitudes, o lo que un buen día Ortega y Gasset entendió como la razón vital.
Ahora, la distinción de la generación que ronda la veintena de edad, respecto a las anteriores, está fundada en la calidad de vida. Alguna vez fue elevada y muy elevada, mientras que hoy es deprimente y muy deprimente: en un caso, las bonanzas petroleras del XX fluyeron más a diversos sectores sociales; y, en el otro, las del XXI las ha capitalizado delictiva y exclusivamente una misma cúpula de poder.
Los cincuentones del momento, se criaron eligiendo una de las muchas marcas de leche (fuere pausterizada, en polvo, medicada, etc.), en diferentes medidas, mientras que los veinteañeros ya no encuentran nada en un anaquel. Los hubo peatones a la medianoche en las calles solitarias, negociando el precio de un libre o taxi; los hay asaltados y malheridos, en el mejor de los casos, en su propia casa y a plena luz del día.
Se dirá de la ventaja de buscar en las redes sociales para descubrir al artista que colma los escenarios en otros países, olvidados del nuestro, pero la interconectividad en Venezuela es una ilusión cada vez más costosa. Ayer, las emisoras radiales – principalmente – nos actualizaban a golpe de un vinil accesible en cualquier tienda, además de los frecuentes conciertos escenificados en vivo: raras veces nos percatamos de los gustos heredados en el presente siglo, por cierto, como insólita extensión del anterior.
En días pasados, sorprendimos a grupo de estudiantes de pregrado, asistentes a un foro sobre la libertad de expresión, con el ejemplar de la programación de una emisora radial especializada que competía con otras que cultivaban distintos géneros musicales, noticias y demás variedades, pues, hoy, con muy honrosas y también heroicas excepciones, el dial – FM y AM – está monopolizado por la dictadura bajo el eufemismo de la radio comunitaria y, dejando cierto respiro, por algunas referencias religiosas. Bastaba con pasar a recoger gratuitamente la programación de la 97.7 FM y sintonizarla de acuerdo al interés y al tiempo disponible, privilegiada la música académica frente a otros renglones que encontraban cupo en el ordenado libreto del mes. Valga acotar, una iniciativa sin fines de lucro, liderada por Humberto Peñaloza, experto ligado al mundo petrolero: ojalá el amable lector indague y sepa qué ocurrió con la Emisora Cultural de Caracas, por estos años.
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