Macri tiene el camino más difícil por delante porque además de candidato, tiene que seguir siendo el presidente
Editorial #471 – Días de locura
Justo en medio de una de las semanas más convulsionadas de los últimos años, llegó a Argentina uno de los periodistas más conocidos, incisivos y polémicos de la región, Jaime Bayly.
Su visita, como el mismo cuenta, se debía a la presentación de su nuevo libro, “Pecho frío”, para el que tenía pautadas varias entrevistas en los programas de televisión y radio más importantes del país. Muchas de éstas fueron canceladas y en otras terminó conversando más sobre el sorprendente resultado de las elecciones primarias del domingo pasado que de su obra, como el mismo escritor peruano lo cuenta en su tradicional artículo del fin de semana.
Es que en pocos lugares la realidad puede ser más dramática y sorprendente que una novela de Bayly, y uno de ellos es justamente Argentina. El país no sale de su asombro –incluso por parte de los vencedores- por la amplia victoria que el candidato kirchnerista, Alberto Fernández, le sacó al presidente Mauricio Macri. Mientras todas las encuestas –se hicieron 19 en total- le daban un promedio de 3-5 puntos como mucho, Fernández terminó imponiéndose por 15.
Eso deja al candidato peronista a las puertas de una victoria incluso en primera vuelta el próximo 27 de octubre. Aunque nada es imposible –menos en política- la tarea de remontar el resultado para Macri es casi milagrosa: tiene que lograr 3% más de votos que en las PASO, esperar que Fernández obtenga 3% menos, y lograr el apoyo de prácticamente todos lo electores que votaron por otras opciones y de todos los que no asistieron a votar. Todo eso no para ganar, sino para forzar a una segunda vuelta en noviembre.
Ante esta realidad, muchos en Argentina y en el mundo se preguntan: ¿qué hizo mal Macri para que, en solo cuatro años, el peronismo que gobernó el país durante 60 años esté listo para volver al poder?
Para responder esto se necesitará es un análisis muy profundo de la gestión de Macri. Sin embargo, a primera vista, se puede notar que son tres los principales errores que cometió. El primero de ellos fue no decir con claridad, ni bien asumió la Presidencia, el crítico estado en el que encontró al país después de 12 años de kirchnerismo. No lo hizo, según explicó después, para no ahuyentar a las inversiones extranjeras que tanto necesitaba. Al final, igual las inversiones nunca llegaron.
El segundo gran error fue comunicar pobremente las medidas que fue tomando y que conllevaron, en su afán de proteger a los más necesitados, un gran costo para la clase media. El macrismo confiaba en que ese sector, que fue clave para su llegada al poder, iba a poner sus pesares de lado y lo iba a votar una vez más a pesar de todo. Se equivocó. El sufrimiento económico fue más grande de lo que muchos pudieron soportar y un gran sector de clase media le dio la espalda a Macri, en quien habían depositados sus esperanzas hace solo cuatro años.
El tercero, quizá el más polémico de los errores, fue el gradualismo. Este fue un debate desde los primeros días de su gestión que incluso generó conflictos entre miembros de su equipo. Un grupo pensaba que las duras medidas económicas debían tomarse rápido y bajo la doctrina del shock, mientras otro, que al final se impuso, prefería hacerlo lenta y progresivamente. Hoy, muchos consideran que esto fue una equivocación y que, con todos los riesgos que evidentemente se enfrentaban, era mejor hacer rápido y empezar a reconstruir la economía lo antes posible.
Macri tiene el camino más difícil por delante porque además de candidato, tiene que seguir siendo el presidente de una economía al borde del abismo, con un mercado que reaccionó de forma muy negativa a la sorprendente victoria de Fernández y al posible regreso del kirchnerismo al poder, disparando el precio del dólar de 45 pesos a casi 60, el riesgo país de 800 puntos a casi 2000 y con las mayores pérdidas del mercado en casi 70 años.
Quizá quién mejor resumió lo que ocurre en estos días en el país del sur fue justamente Jaime Bayly, a quien le preguntaron en una de las entrevistas qué pensaba de lo que estaba pasando en Argentina, a lo que el escritor y periodista peruano respondió, fiel a su estilo: “Es un gran manicomio en el que todos quisiéramos vivir un tiempo”.
La verdad es que Bayly tiene razón. Son días de locura.
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