Los argentinos demostraron una vez más su resiliencia
Editorial #472 – Saber perder para no perder
Una de las tareas más difíciles que tiene el ser humano en la vida es aprender a perder. También es una de las más importantes, porque sin saber perder, es imposible, en algún momento, volver a ganar.
Mauricio Macri no conocía de derrotas, por lo menos en política. Incursionó en ella antes de lo que algunos creen. Lo hizo en un terreno que en Argentina es tan importante como el de la función pública, el del fútbol. En 1995 fue electo presidente de uno de los clubes más populares del país, Boca Juniors. Algunos años más tarde decidió dar el salto y en el 2005 fue electo diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires.
Poco tiempo después, en 2007, los porteños lo eligieron jefe de Gobierno de la ciudad, cargo en el que se destacó durante dos gestiones y en el cual su liderazgo y capacidad se proyectaron a nivel nacional. En 2015, finalmente decidió optar por la Presidencia de la República y logró un triunfo histórico contra el peronismo, y en 2017, ya de presidente, su coalición consiguió también una histórica victoria en las elecciones parlamentarias.
Siempre que participó, triunfó. Y quizá esa haya sido, irónicamente, la peor de sus suertes para enfrentar momentos como el que hoy le toca, en el que ha sido sorpresivamente derrotado en las elecciones primarias por más de 15 puntos por el candidato peronista Alberto Fernández, y son muy pocos los que le dan alguna posibilidad de voltear ese resultado en las elecciones presidenciales del próximo 27 de octubre.
La peor cara de la derrota se vio en los días posteriores a ésta. Notablemente afectados por un resultado que los tomó por sorpresa, al día siguiente Macri de alguna manera “culpó” a los argentinos por haber votado equivocadamente, generando una ola de críticas que lo obligó a pedir disculpas. Además, se notó la lentitud en la reacción de su equipo, no se vieron cambios inmediatos significativos ni en su gabinete ni en sus políticas y su comunicación, uno de los mayores orgullos de su coalición, Juntos por el Cambio, fue desprolija y confusa.
Tuvieron que pasar casi dos semanas para que lograran poner las cosas en orden. Después del anuncio de un paquete económico para llevar alivio a una clase media que se siente abandonada por su presidente, el sábado una multitudinaria marcha autoconvocada por los ciudadanos se congregó frente a la Casa Rosada e inyectó una nueva dosis de energía y esperanza al macrismo. Por fortuna para quienes gobiernan, justo en ese momento y a pocas cuadras se encontraban reunidos el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, con los enviados del FMI, quienes seguramente se impresionaron con la magnitud de ese apoyo espontáneo.
Lo que queda claro es que los argentinos no están dispuestos a rendirse tan fácilmente. Tampoco están dispuestos a poner en riesgo sus libertades y la República en las próximas elecciones. Podemos tener la certeza de que se viene una lucha en la que millones de personas que quieren volver al pasado ni parecerse a Venezuela, van a darlo todo.
A diferencia de lo que ocurrió con los altos funcionarios del macrismo, el ciudadano ya conoce de derrotas y dificultades. Es por eso que ante un nuevo obstáculo, lejos de paralizarse, tomó fuerza y ha decidido enfrentarlo con mayor determinación que nunca. Los argentinos demostraron una vez más su resiliencia.
Eso confirma que hay que saber perder para no volver a perder.
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