SILENCIO QUE HABLA

Por Julián Fejure

@JulianFejure

 

En el silencio de esta fría y oscura noche, en la que el corazón se me desinfla y mis piernas pierden la fuerza quiero hacer notar que me he dado cuenta de algo: estoy solo.

 

Mi sombra no se dibuja en el piso, el amor se perdió y nunca más apareció, solo queda este sillón en el que me encuentro y el único amigo con el que cuento es este cigarrillo que se desvanece en mi mano.

 

El humo me abraza, cierro mis ojos e imagino mis sueños, veo mis logros, mis triunfos, pero… Estoy solo y no entiendo por qué.

 

El silencio de esta habitación me habla, me grita, me exige con urgencia que recite una poesía, que mis manos suelten el cigarrillo y escriba esas líneas con las que una vez enamoré a alguien que hoy se ha ido para nunca más volver.

 

Mi boca me reclama el beso que desde hace años nadie le da, mi cuerpo pide hacer el amor con esa pasión desenfrenada de aquella cabaña en la playa donde solo nos acompañaba la luna, mi nariz pide respirar tu olor a mandarina y no sé como devolverle a esta máquina lo mucho que me dio, ya es tarde.

 

Las voces aparecen y la luz se hace cada vez más intensa, mi respiración es  lenta, sé que ocurre, mi brazo se apoya en el posa manos del sillón y mi vista se fija en aquel cuadro, el primero que hice, Cabaña en el Ávila, ese donde mis sueños de artista comenzaron.

 

Volteo y siento presión en el pecho, mi boca suelta el último aliento, aliento acompañado de humo, mi brazo queda sin fuerza y la colilla cae en el suelo. La muerte ha llegado.

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