¿Cuánto más puede aguantar un país que en las últimas dos décadas ha pasado por todo tipo de calamidades?
Editorial #515 – La peor de las pandemias
“Los suicidios se han incrementado en Venezuela en medio del aumento de la pobreza, la inflación y el hambre del último quinquenio”. Así comienza la nota publicada por el portal Infobae que reseña los resultados presentados el pasado martes en un informe técnico del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), que ha contabilizado 94 nuevos casos en lo que va del año.
El mismo reporte afirma que entre 2015 y 2018, la tasa de suicidios aumentó en un 153%, consecuencia del agravamiento de la crisis, que se caracteriza por el hambre y la miseria.
En 80 años, jamás se había visto tasas tan elevadas como las que se observan desde el 2015. Sin embargo, a pesar de la profunda crisis económica, social y política que atraviesa Venezuela, este fenómeno no puede ser explicado solo por eso. También tiene un componente que es el más dramático y peligroso de todos: la pérdida de esperanza.
No es casual. Robarle el sueño de un mejor futuro a los venezolanos ha sido desde el principio parte del plan del chavismo para lograr que millones de ciudadanos renuncien a su patria y se vayan a buscar una mejor vida en otras latitudes o que muchos de los que se quedan se rindan y sucumban ante una realidad “que nunva va a cambiar”.
Existen innumerables ejemplos de esto a lo largo de más de dos décadas. Pensemos solo en el más reciente: el nombramiento hecho por el Tribunal Supremo de Justicia del régimen de un “nuevo” Consejo Nacional Electoral y la convocaoria de unas “elecciones” parlamentarias para el próximo 6 de diciembre. Todo está montado no solo para ser una gran farsa, similar a las de los últimos años, sino también para generar desaliento en la población que ve con impotencia cómo la clase política sigue repartiéndose los espacios mientras el pueblo muere de hambre y enfermedad.
En todo esto, nunca puede faltar la participación de un sector “opositor” que no solo intenta legitimar el circo, sino que sobre todo busca destruir cualquier vestigio de confianza y esperanza que los venezolanos aún puedan tener en su liderazgo.
A todos los males que aquejan a Venezuela y a los que, de cierta manera, ya está acostumbrada la población, ahora se le suma una pandemia que tendrá un impacto brutal en una salud y una economía que se encuentra en ruinas como consecuencia del socialismo.
En medio de esta interminable tormenta, lo peor de todo no es que Maduro haga sus “elecciones” en diciembre (hoy más que nunca ni el país ni el mundo reconocerán esa farsa), lo más grave es que esta discusión dé por descontado que a finales de año el chavismo todavía siga ahí, aferrado al poder.
¿Cuánto más puede aguantar una nación que en las últimas dos décadas ha pasado por todo tipo de calamidades, desde económicas, desastres naturales, sanitarias, políticas y sociales?
Es imposible saber cuánto más hondo un país entero puede caer. La unica certeza que tenemos es que para superar todos estos males, tenemos que comenzar por librarnos del socialismo, la peor de las pandemias.
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