La gran mayoría de los venezolanos no se prestará a una nueva farsa electoral
Editorial #527 – La mínima condición
Trascendió en los últimos días la noticia de que el señor Josep Borrell, exministro de relaciones exteriores de España y actual Alto Representante para la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, envió emisarios de manera clandestina a Venezuela con el objetivo de negociar con el régimen de Nicolás Maduro algunas “mínimas condiciones” para las elecciones parlamentarias programadas para el próximo 6 de diciembre.
Aunque en cualquier momento esta acción hubiera sido desafortunada, lo es mucho más justo ahora, en la misma semana en la que la Misión Internacional encargada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentó un demoledor informe en el que acusa a quienes ostentan el poder en Venezuela de crímenes de lesa humanidad.
Así mismo, hace pocas horas, la propia Michelle Bachelet, Alta Comisionada de los DDHH de ese mismo organismo, complementó este documento y denunció más de 2000 ejecuciones extrajudiciales solo en lo que va de año en el país.
Esta es la realidad en Venezuela desde hace muchos años, solo que ahora el mundo ha decidido aceptarla. El gran problema de que la comunidad internacional empiece a reaccionar tan tarde es que muchas vidas se han perdido en el camino y, además, será mucho más difícil desmontar un sistema de represión y violencia que logró instalarse sólidamente en el país.
Mucho más difícil será si es que cuenta con la complicidad de algunos actores que podrían ser determinantes para lograr la presión internacional que termine con el sufrimiento de más de 30 millones de venezolanos. Sin embargo, de manera incomprensible, extreman sus esfuerzos para darle oxígeno y legitimidad a un régimen que lo ha perdido hace tiempo.
El expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero es el ejemplo emblemático de ellos. Sus gestiones lograron comprarle tiempo en más de una ocasión y en los peores momentos del chavismo.
Por supuesto, para que estos nefastos personajes internacionales tengan éxito en sus negocios en Venezuela, necesitan cómplices locales. Y los consiguen siempre. Esta vez los enviados de Borrell seguramente trabajan arduamente con el sector “opositor” (bien entrecomillado) que ha decidido ser parte de la próxima farsa electoral y que lo único que pretende es tomar la Asamblea Nacional, legitimar a Maduro y luego intentar evadir lo que hoy más les duele: las sanciones internacionales.
Sin embargo, por muchos avances que logren, esta vez su misión es más difícil que en anteriores oportunidades por una razón muy simple: hoy la gente está más clara que nunca.
La gran mayoría de los venezolanos no se prestará a una nueva farsa electoral por más que ésta cuente con el aval de quién sea ni por más que le cuenten que se consiguieron algunas “mínimas condiciones” para votar.
Hoy nadie tiene la menor duda de que en Venezuela la única posibilidad de tener unas elecciones libres y democráticas es si antes se ha dado el cese de la usurpación y éstas son convocadas y llevadas a cabo por un gobierno de transición con el acompañamiento de todos los actores internacionales más importantes.
Ya nadie cae en la trampa de las “mínimas condiciones”, porque los venezolanos tienen claro cuál es la única e innegociable mínima condición: que se vayan.
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