Editorial #535 – La vacuna y el 2021
Entre tanta incertidumbre, tenemos una certeza: nos queda un difícil camino por recorrer
Si a principios de año alguien nos hubiera dicho que lo terminaríamos como lo estamos haciendo y sin saber exactamente hasta cuándo se va a prolongar esta situación, hubiera sido difícil creer. Nadie, ni los líderes mundiales ni los científicos más reconocidos, se imaginaron lo que nos íbamos a ver obligados a enfrentar como humanidad.
La prueba más clara de esto es que la mayoría se equivocó en su reacción, ya sea por subestimar al virus pensando que iba a ser “una gripe más”, o por entrar en pánico y decretar cuarentenas tan prolongadas y estrictas que terminaron haciendo más daño que la misma enfermedad. Hoy nadie puede negar que el mundo no estaba preparado para lo que le tocó enfrentar. Ahora, casi un año después, la gran pregunta que nos hacemos es si hemos aprendido algo en estos largos meses que nos permita encarar lo que nos espera el próximo año.
Entre tanta incertidumbre, tenemos una certeza: nos queda un difícil camino por recorrer. Nuestras sociedades empezaron a convivir con el virus con los cuidados y protocolos necesarios conscientes de que la vacuna no será una solución tan rápida como quisiéramos. Sin embargo, en muchas partes y sobre todo en nuestra región, las economías no terminan de reactivarse y actividades esenciales, como las clases, aún no retornan.
Si bien hemos recuperado en parte nuestras rutinas, la realidad es que sectores importantes de la economía todavía se encuentran en una frágil expectativa. Lo más probable es que no logremos encontrar un camino estable de salida hasta que por lo menos el 60% de la población haya sido vacunado. Ahí es donde nos topamos con una buena y una mala noticia.
La buena es que ya son nueve las vacunas que se encuentran en fases adelantadas de desarrollo y algunas incluso con mejores resultados de los esperados en relación a su efectividad, como la de Pfizer y BioNTech, la de Moderna y la de la Universidad de Oxford y AstraZeneca La mala es que el tema es más complejo que la existencia de una vacuna. Más allá de la aprobación de dosis efectivas en tiempo récord, hay otros obstáculos que superar: la producción masiva de éstas, su distribución y su almacenamiento. Las vacunas deben conservarse a temperaturas muy bajas, a menos 70 ºC en el caso de la de Pfizer y BioNTech, por ejemplo, lo que puede suponer un freno logístico de envergadura para su distribución al mundo entero.
Es por eso que se cree que el planeta podría retornar a la normalidad recién en el último trimestre del próximo año, para cuando se prevé que la vacuna haya llegado a la mayor parte del mundo y se haya vacunado el porcentaje poblacional requerido.
Esto nos obligará a enfrentar prácticamente un año más de una nueva realidad que los gobiernos y las sociedades tenemos que manejar de la mejor manera posible, para que el daño económico, social y emocional sea el menor posible. ¿Cómo hacer esto? Sin bajar la guardia y con los cuidados y los protocolos que ya conocemos, tratar de recuperar la mayor cantidad de actividades posibles.
Las escuelas deben abrirse para que los niños salgan de un largo encierro y recuperen una de las actividades más importantes a esa edad: el contacto con otros niños. Las fronteras también deben abrirse, porque nuestros países y nuestras sociedades no pueden seguir aislados. El turismo y el comercio son pilares económicos, generadores de ingresos y empleos que cada día que pasa, les será más difícil recuperarse.
Otros sectores -que en su momento no se consideraron “esenciales”, pero que para quienes trabajan y viven de ellos, lo son- también deben encontrar la manera de reactivarse, como los teatros, los cines, los espectáculos y los deportes. La cultura y el entretenimiento son fundamentales no solo como negocio, sino también como una manera de brindar un espacio de distracción y disfrute a sociedades que desde hace meses viven una angustia inédita.
Se han cometido muchos errores al enfrentar una pandemia inédita y sorpresiva. Hoy, casi un año después, tenemos que seguir recorriendo este difícil camino con mejores decisiones en las que el cuidado de la salud no implique la destrucción de nuestras economías y nuestras vidas.
Es lo único que podemos hacer mientras esperamos la vacuna y al 2021.
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