Editorial #555 – La política y la pandemia
Ni siquiera algo que ocurre una vez cada 100 años, logró unir a nuestros países o a nuestras sociedades
Hoy no queda la menor duda de que finalmente ocurrió lo que temíamos desde un principio: la pandemia de Covid-19 fue aprovechada por los regímenes autoritarios para afianzar su control y avanzar contra las libertades.
La grave crisis sanitaria que comenzó hace más de un año, que ya enfermó a más de 151 millones de personas y que cobró la vida de otras 3,2 millones en el mundo, está hoy en su peor momento en la región.
Sin embargo, ni siquiera una inédita situación como ésta, que ocurre una vez cada 100 años, logró unir a nuestros países o sociedades. Por el contrario, profundizó las diferencias políticas y económicas, agrandó las brechas sociales y desnudó nuestras más grandes debilidades. Esa es una realidad que no podemos ignorar y con la que hoy tenemos que enfrentar el futuro.
Peor aún, el Covid-19 puso en evidencia que, para algunos en nuestra región, gobernar es coartar todas las libertades posibles y no encontraron mejor excusa que la pandemia. Ésta es, principalmente, la característica de los regímenes autoritarios y gobiernos populistas, que no pierden la oportunidad de convertir una crisis en beneficio para sus propios intereses.
Por eso no nos puede sorprender que la única solución a la crisis que proponen sea prolongar las restricciones. Cualquier excusa para atacar la libertad y los derechos de la gente es buena y útil. Mientras que lo que de verdad se debe hacer, como gestionar eficientemente el proceso de vacunación y preservar tanto la salud como la economía, la educación y la libertad, es manejado deficientemente.
No podemos pensar en la recuperación pospandemia sin pensar en el rescate de la política. Es evidente que los países que cuentan con gobiernos que promueven las libertades tienen muchas más posibilidades de reconstruir su economía y recuperar su normalidad que los que padecen gobiernos populistas y autoritarios, para los cuales la recuperación será tanto o más difícil que la propia crisis.
En los últimos días fuimos testigos de cómo el pueblo ecuatoriano supo comprender esta realidad y, de manera sabia y responsable, eligió el camino de la libertad y la prosperidad que Guillermo Lasso le ofrece, y no el retorno a un pasado que conocen bien, el del correismo.
En estos días nos preguntamos, ¿tendrá Perú la misma capacidad de ver que su destino está en juego? Toda la región seguirá con atención la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que se realizará el 6 de junio y que enfrentará a dos candidatos polarmente opuestos: la conservadora Keiko Fujimori y el izquierdista Pedro Castillo.
Mientras tanto, toma más fuerza la idea de que la pandemia es muy importante como para dejarla en manos de la política. A la vista de los resultados, es comprensible que sean cada vez más los que se cuestionan esto.
Sin embargo, la realidad es que es desde la política que se puede -y se debe- liderar durante las coyunturas más complejas. Los errores que se cometen al elegir a nuestros líderes, los pagamos todos cuando nos toca enfrentar una crisis.
El mejor ejemplo hoy lo tenemos en varios de nuestros países, donde queda claro que no es posible separar la política de la pandemia.
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