Con jefes así, para qué enemigos

Los jefes que he tenido durante mi carrera han sido los mejores jefes del planeta. Y no lo digo por adulador, sino porque me salvaron esta entrega de la columna; dándome suficiente material para mostrarles cuáles son los tipos de jefe:

El jefama y fortuna: es el jefe que conversa con la plana más baja de la nómina como si estuviese hablando con sus amigos del golf. “¡Estoy feliiiiiiz!… ¡A que no sabes!… ¡Este fin de semana voy a ver a Adele en vivo en Las Vegas!”. Cuando el empleado apenas y se montará en el vagón del metro donde canta una rapera del barrio La Vega.

El jefamilia: todo jefe siempre tiene a un familiar que terminó más fracasado que carro iraní chocado. Por eso termina dándole un cargo que nadie entiende, como “Director de Logística de Procesos Subyacentes” (y el proceso subyacente es no dejarlo en la indigencia).

Aunque también existe otra versión de este “jefamilia” y es cuando le da un cargo importante a una de sus sugar babies (para que no se vea tan obvia la mesada, ¿no?). Naturalmente, ella nunca termina entendiendo bien qué debe hacer. Por eso, el jefe la rodea de un equipo de profesionales que cuenta con una sola misión: evitar que la dama la embarre.

El jefashion: es el jefe que todos los días viste ropa de un diseñador distinto, aunque a sus trabajadores solo les recomienda llevar una tendencia de la moda. Esa conocida como: “¡Hay que ponerse la camiseta de la empresa!”.

El jefatalista: vive diciendo que la empresa está al borde de la quiebra, pero solo lo hace para no aumentar salarios. Y lo peor es que después lo ves yéndose con el “jefama y fortuna” al concierto de Adele en Las Vegas.

El Jeferoz: es el jefe que vive peleando para que le reconozcan públicamente que la empresa es lo que es, gracias a él y solamente a él. Es por ello que debe hacerse toda iniciativa que se le ocurra, asumiendo que es la mejor idea (la mejor idea para que no te boten). 

Por esta convicción de su éxito, dichos “jeferoces” terminan recubriendo la empresa con cuadros que contienen sus frases más célebres, como “El cielo es el límite”, “Cómete el mundo” o “¿Quieres ascender ahora? Pregúntame cómo”. Por todo esto, generan un ambiente de “jefastidio” que, en casos, puede terminar evolucionando a “jefobia”.

El jefetiche (o jefértil): es un jefe que dice apoyar la igualdad salarial de las mujeres, pero es solo para llenar la empresa de chicas que le permitan pulir ese complejo arte del “sugardaddysmo”. Por eso tiene muy claro que la empresa necesita un perfil: pechugona por delante y nalgona por atrás. 

Un jefe cuya empleada más importante es su asistente personal, pues le tapa todas las movidas ante la esposa. Son jefes que siempre hablan de la empresa como la “gran familia”, porque claro… eso ya parece poligamia. En la gran mayoría de los casos, a este jefe también se le conoce como el “jefeo” (aunque luce muy “jefino” gracias a su “jefajo de billetes”).

El jefenomenal: era ese “jefajado” que todos odiaban, hasta que un buen día se peleó con el dueño de la empresa y renunció. Por ello, pasó de ser villano a convertirse en héroe y ahora todos le invitan licor para así emborracharlo y poder sacarle todos los chismes que tiene sobre las altas cúpulas de la organización.

¡Así estamos listos, jefe lector! Con esta guía espero haberle hecho reír mientras identificaba cuál era su jefe. Aunque si llegó hasta aquí y no le dio risa nada, eso quiere decir algo: que el jefe es usted.

Reuben Morales
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