¿La Constituyente o la Asamblea Nacional?
Por David Uzcátegui
@DavidUzcategui
En medio del debate democrático que se da en estos momentos entre los factores alternativos de poder para conseguir una Venezuela de progreso y bienestar, cobran fuerza dos agendas que buscan salidas para los problemas nacionales a través de distintas vías.
Unos propugnan la Asamblea Nacional Constituyente, mientras otros consideramos que hay que montarse de inmediato en las tareas inherentes a las próximas elecciones parlamentarias de 2015. Y dedicaremos estas líneas a explicar por qué nos anotamos en el segundo grupo.
Los argumentos a favor de la Constituyente no dejan de ser ciertos; pero las soluciones necesarias pueden abordarse desde otras alternativas; mientras ese instrumento no es tampoco garantía de las soluciones requeridas.
Entre tantos planteamientos, podemos comenzar por el de los poderes públicos secuestrados por una parcialidad política. Esto es cierto; pero la alternabilidad democrática está plasmada en la letra de la Carta Magna actual. No es necesario modificarla para recuperarlos, sino luchar por su cumplimiento.
A favor de enfocar nuestras energías en las elecciones de diputados nacionales, podemos decir que es uno de los pocos poderes donde hay una pluralidad representando a los diversos matices del país. Ciertamente, hubo manipulación de los circuitos en las últimas elecciones y corregir este entuerto es una lucha que hay que dar. Pero cabe recordar que la alternativa democrática ganó estos comicios en porcentajes de 52 a 48.
También vale recordar que es desde la Asamblea Nacional donde se nombran las cabezas de otros poderes, como el Electoral y el Moral. Y que el Legislativo se vio debilitado con la tendencia abstencionista de 2005.
Es un hecho que las instituciones ya están allí y que lo que debemos hacer es ir por ellas. Trabajar por aumentar los contrapesos en los poderes públicos, los cuales, para servir efectivamente a los ciudadanos, no pueden ser entregados a una parcialidad política única.
Se dice que los poderes manejados por la tendencia oficialista torpedearían el buen desenvolvimiento de las elecciones parlamentarias y el posterior desempeño de los ganadores. Este es un razonamiento que calza perfectamente también para una Asamblea Nacional Constituyente, proceso que es, por cierto, mucho más complejo y por tanto más susceptible de ser frustrado por piedras de tranca.
Se habla de reconciliación, tan urgente y necesaria para el país. Esto, sin duda, es un objetivo que une a los diversos factores de la alternativa democrática e incluso a muchos partidarios del gobierno que apuestan a la paz como pivote del bienestar. Sin embargo, es el parlamento el escenario por excelencia de los entendimientos. Por ello debemos ponerle más empeño en lograr una mayoría incuestionable.
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