EDITORIAL #228: «Venezuela en diferido»

 

La trinchera de un periodista no puede ser otra que esa en la que se lucha por la verdad

 

 

La semana pasada se realizó una Asamblea de Comunicadores en el auditorio de El Nacional que reunió a periodistas de diferentes medios. En la que se evidenció que son muchos los que comparten el común denominador de haber sido víctimas de censura o persecución. Sin embargo, pudimos apreciar que también poseen otra característica en común: la indoblegable voluntad de seguir luchando.

 

El periodismo en Venezuela no está exento de los vicios que aquejan a muchos otros sectores de la sociedad. Pese a que la mayoría de los profesionales de esta área tiene objetivos similares, las diversas visiones de cómo lograrlos hacen que sus esfuerzos se diluyan. Existen intereses encontrados y eso hace que sea muy difícil llegar a acuerdos. Sin embargo, por la urgencia que impone la coyuntura, es hora de que los informadores del país hagan lo que tanto critican a los políticos por no hacer: trabajar juntos.

 

La venta de muchos medios de comunicación en los últimos meses ha traído como consecuencia un blackout informativo que no se había visto antes en el país. En el último año se ha consolidado una hegemonía comunicacional que ni siquiera el expresidente Chávez había logrado en 14 años de gobierno. Adicionalmente, lo que no se obtiene con la censura explícita, se alcanza con el incentivo más poderoso para la autocensura: el miedo.

 

Es justamente eso lo que hay que vencer. Resulta incomprensible cómo un gremio que tiene más de 30.000 afiliados no pueda responder preguntas tan críticas que tienen que ver directamente con la crisis que vive el sector, como por ejemplo, ¿Quiénes son los nuevos dueños de medios como El Universal, Últimas Noticias y Globovisión? ¿Cuáles fueron las condiciones de sus ventas? ¿Quién está detrás de sus políticas de censura?

 

Con la excusa de “cuidar sus trincheras”, muchos periodistas prefirieron callar y sucumbir ante los intereses de sus nuevos y enigmáticos jefes. Eso no es cuidar una trinchera, es cuidar un salario, y tienen el derecho de hacerlo. Sin embargo, deben asumirlo, porque la trinchera de un periodista no puede ser otra que esa en la que se lucha por la verdad. En ella, existen hoy muchos que se han dado cuenta de que el medio de comunicación más poderoso son ellos mismos equipados de dignidad.

 

Por ahora, prácticamente todos los medios tradicionales se encuentran amordazados y sometidos a la creación de realidades paralelas. En el país pasa de todo pero se transmite poco y tarde.

 

En las acertadas palabras de Nitu Pérez Osuna, Venezuela es hoy un país en diferido.

 

 

 

Miguel Velarde

Editor en Jefe

@MiguelVelarde

mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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