Patriotas desde Miami
Por Henyerson Angulo
@Heryens
Durante el chavismo quienes más se han afectado social, económica y psíquicamente han sido los sectores de la clase media, quienes se han desplazado de la línea chavista. Quienes hemos experimentado la pobreza estamos acostumbrados a un estilo de vida más rústico, habiendo vivido en una Venezuela bipartidista de miserias y sin oportunidades para quienes menos tenían. Hoy, en un escenario populista donde se asegura que es el pobre quien manda, se ha excluido del discurso a la clase media, y mucha gente de este sector ha decidido huir al extranjero, con un tono a veces desesperado, sobre todo a ciudades como Miami o Madrid, donde se aglomeran más de estos individuos, que empiezan ejercer un discurso patriótico, nostálgico, donde las cuatro calles de Los Naranjos y los centros comerciales de El Hatillo se olvidan para darles espacio y extrañar a los lugares que representan a una especie de venezolanidad que fue y sigue siendo inyectada en el imaginario social del venezolano durante décadas. Los Páramos de Los Andes son la imagen del cover de sus Facebook, aunque jamás los conocieron quizás porque, viviendo aquí, estaban ocupados en algún invierno en canadience o en algún verano europeo tomándose fotos en algún Starbucks que luego subirían a las redes sociales que hoy tienen las fotos del Salto Ángel con un comentario nostálgico por la patria.
La patria, parafraseando a Roberto Bolaño, es cosa del azar, es por azar que nos toca nacer en algún pedazo de tierra de este mundo, ¿si se extraña la patria, no se está es extrañando entonces al azar mismo? La patria es, pues, un constructo que usamos para referirnos a un territorio políticamente establecido. Si somos patriotas porque queremos a ese territorio en su totalidad, probablemente no estemos en lo correcto del todo. ¿Qué tienen en común, más que un documento de nacimiento, uno de estos individuos de la clase media caraqueña que huyó al exterior, con la señora que vende empanadas en Choroní? Son tan ajenos uno con el otro como lo son un barquisimetano y un londinense. Pero no, desde afuera eso llamado patria se les hace más suyo, desde afuera la arepa y la cachapa son los alimentos de los dioses, desde afuera los Médanos de Coro son las mejores dunas del mundo, aunque nunca se hayan pisado.
El país, aunque sólo conocían Caracas, es visto desde afuera como un pedazo de paraíso en el cual tenían que refugiarse a las 6 de la tarde en sus apartamentos en sectores acomodados del sureste de la ciudad. Siempre les temieron a las calles del Centro, salvo aquel día que, desde Miami, las usaban en fotos para asegurar cuánto extrañaban las marchas opositoras que se celebraban en la ciudad. Siempre ignoraron el oeste de Caracas, salvo aquella vez que pasaban por Catia para ir al aeropuerto, donde salía a relucir algún comentario como: “tanto dinero que tiene este país y mira este poco de ranchos”, pero que hoy les piden por Twitter a sus habitantes que bajen de sus ranchos para tumbar a Maduro. Y así incontables cosas que un venezolano desde afuera empieza a extrañar desde que pone un pie en tierra “ajena”.
La patria es algo de que no se puede prescindir en los discursos políticos, en el chavismo, por ejemplo, se ha abusado exageradamente de este término, aumentando más aún a los militantes de La Patria. Del lado opositor se habla de llevar La Patria en el corazón, acudiendo también a la misma retórica patriótica del luchar mucho por el pueblo venezolano, como si fuera una sola cosa que se puede amasar y hacer figuritas con él.
La patria son tus amigos, tus hijos, como dijo Bolaño también, tus calles, lo que te ayudó hoy a ser quien eres, que dudo mucho que haya sido todo un territorio político incluyendo a toda la gente que lo habita.
Entonces, si somos patriotas que no sea por La Patria, sino por nuestras patrias.
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