Histeria Anti-Yankee

Por Pedro Urruchurtu

@Urruchurtu

 

 

 

 

Los Estados Unidos de América decide tomar una medida soberana: sancionar dentro de su territorio y jurisdicción, por ahora, a siete funcionarios del régimen venezolano por violación de Derechos Humanos y por poner en riesgo el sistema financiero estadounidense. Además, declara que la actual situación venezolana, por medio de su régimen, constituye una amenaza para la seguridad del país norteamericano (por una serie de nexos y relaciones peligrosas). Inmediatamente, el aparato propagandístico de los sancionados se pone en marcha. Nuevamente la histeria anti-yankee asoma su rostro.

 

¿Es realmente la medida ejecutiva del presidente Barack Obama una sanción directa contra Venezuela? Sabemos que no, aunque algunos hoy decidan caer en el juego retórico dentro del cual se escudan los corruptos y violadores de derechos humanos que, creyéndose la nación, alzan una bandera antiestadounidense tan absurda como ellos mismos.

 

Uno no se sorprende por todo el show que el régimen erige al respecto: discursos, material impreso y audiovisual, actos públicos, firmazos, en fin, todo lo que uno supone que encontraría en un régimen que sabe la gravedad de lo hecho por los Estados Unidos hacia ellos -que se creen intocables- y no para Venezuela.

 

Lo que realmente asombra, casi al punto de la incredulidad, es encontrar dentro de la oposición posturas tradicionalmente ambiguas en la política interna, pero muchísimo más desajustadas en la realidad internacional. Cartas, tuits, notas de prensa, toda una serie de “rechazos” a medidas que, como se dijo al principio de este artículo, son soberanas de los Estados Unidos. Incluso algunos, tal como se ha confesado, han dicho que hablar de derechos humanos entorpece el diálogo. Son los mismos que hoy le dicen a Obama que derogue (mal uso del término, por cierto) una medida ejecutiva que es “en contra de Venezuela”.

 

Si realmente fuera en contra de Venezuela, a más de uno se le hubiera anulado la visa, más de uno no pudiera estar comprando en Amazon y más de uno no pudiera estar adquiriendo algún producto importado gracias a la intocable relación comercial que Venezuela necesita del país del norte. Entonces, ¿por qué dentro de la oposición se acusa a Obama de lo mismo que lo acusa Maduro? ¿A quién realmente le hacemos el juego? ¿Alguien ha pensado que estas medidas de Obama, en lugar de ayudar a Maduro, terminan afectándolo en el largo plazo? Un país en crisis está destinado a seguir en crisis mientras las políticas internas estén destinadas a la destrucción. Nada, en este contexto, ayuda a Maduro salvo momentos específicos.

 

Ojalá ese mismo rechazo enérgico y categórico contra Obama, amparado en la más perversa manipulación propagandística, fuera el mismo de esos señores de la oposición para con las víctimas de la tortura, de la represión y de los presos políticos. Escribirle a Obama por algo que, como Presidente, tiene potestad de hacer, y no exigirle a nuestro propio Gobierno que se haga a un lado por su deshonrosa y humillante actuación en contra de los ciudadanos, es las más clara evidencia de que ni la solidaridad ni la coherencia son una bandera que todos los líderes opositores están dispuestos a alzar.

 

El país termina de derrumbarse, la crisis hoy se disfraza de democracia con elecciones parlamentarias mientras la corrupción, sin precedentes, acaba con lo poco que queda de una bonanza petrolera desaprovechada gracias al rentismo y el oportunismo. La tortura, la represión y la persecución siguen avanzando y el régimen hace todo lo que está a su alcance para desviar la atención al sentimiento anti-yankee que pretende despertar, achacándole una vez más la culpa de nuestra tragedia a los Estados Unidos.

 

No entraré en detalles aquí de la actuación de Estados Unidos en otros contextos, pero sí diré que las sanciones internas e individuales no son nuevas. Rusia e Irán saben bastante de eso. Lo que es inaceptable es que quien deba oponerse a un régimen y exigir que se vaya a como dé lugar, se ponga de su parte ante unas medidas que de injerencia tienen lo que Venezuela tiene de potencia.

 

El ilustre Carlos Rangel ya lo reflejaba en muchos escritos, y sobre todo en una de sus principales obras: “Del buen salvaje al buen revolucionario”. Ese sentimiento de frustración hacia el desarrollo de la nación estadounidense, ha hecho históricamente que toda nuestra desgracia sea culpa de terceros que “no nos han dejado surgir”. Siempre vamos cargados del veneno de la inferioridad a exigirle a Estados Unidos que nos respete, sin siquiera ponernos a su altura como país decente que somos o podríamos ser. Siempre preferimos ir arrodillados como si la culpa de nuestra desgracia fuera culpa de su “intransigente” relación para con nosotros. Odiamos a Washington pero queremos estar bien con Washington. Esa es nuestra historia.

 

La oposición debe ocuparse de ser oposición, no de cohabitar con quien le otorga migajas de poder, de aparición o de reconocimiento, para exaltar posturas que, intentando ser más nacionalistas que cualquier otro venezolano, terminan alzando las tristes y repetidas banderas del populismo electorero, del que pide respeto a Estados Unidos pero que en casa tiene la banderita estadounidense y la foto en Disney. Ya basta de esa política estéril y reactiva, de esa política histérica. Cada vez que piden a Obama que derogue la medida, están siendo injerencistas ante un acto que no tiene nada de intrusión. ¿Cuándo veremos la misma actitud hacia la verdadera injerencia cubana en nuestro país? La indiferencia y el silencio son complicidad.

 

Sería importante que algunos líderes opositores reflexionen ¿De verdad podemos decir que estamos en paz después del saldo de víctimas, por un lado de la criminalidad, y por el otro de la represión y la tortura? ¿Podemos hablar de paz cuando hay presos políticos cuyo único delito hoy parece ser haber quedado en el olvido de los que hoy piden respeto a Estados Unidos? ¿Puede un líder opositor llenarse la boca y decir que defiende el interés nacional ante Estados Unidos cuando realmente está defendiendo el interés personal de un grupo de corruptos? ¿Significa entonces que nuestro interés nacional se basa en la corrupción y la violación a los derechos humanos? Si es así; lamento decir que soy de los que creen y defienden otra Venezuela.

 

Parafraseando al profesor Aníbal Romero, parece que el gran logro del chavismo fue ese, minar todo espacio propio y opositor de profundos sentimientos anti-yankees; que al final parecen defender lo mismo: la destrucción del país por manos propias mientras vemos tal destrucción en guantes ajenos. El país exige momentos de coherencia y de responsabilidad, no de populismo y cuentos nacionalistas que terminan siendo sensacionalistas. ¿Usted quiere escribir una carta? Escríbasela a Maduro, exíjale que se vaya pero que pague, exíjale lo que usted quiera, pero no vea en Obama la responsabilidad de nuestra tragedia. Así, usted decide si quiere ser histérico o histórico.  No sea víctima de la histeria anti-yankee, porque al final la histeria de los venezolanos en crisis se lo terminarán llevando al olvido, sin historia. 

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