Hora de rectificar
Por Werner Corrales Leal
@wernercorrales
La Oposición debe acordar una estrategia eficaz para salir pronto y constitucionalmente del régimen socialista…
Vivimos una coyuntura muy seria mientras vemos pocos indicios de que la crisis vaya a ser superada en el corto plazo ni de que el régimen chavista, su principal causante, vaya a ser desplazado del poder en un lapso como el que es necesario para evitar un desenlace terrible de la misma, como efecto de una estrategia opositora. Notamos que los liderazgos opositores se están consumiendo en confrontaciones internas, que difieren profundamente en sus estrategias de movilización y que solo comparten como maniobra un proyecto electoral parlamentario cuyo éxito, aparte de enfrentar colosales obstáculos, no aseguraría por sí solo el desalojo del gobierno en un plazo como el necesario, ya que en el más optimista de los escenarios podría servir para iniciar una lucha con el Ejecutivo en condiciones menos débiles para la Oposición, pero pospondría el comienzo efectivo de la solución a la crisis, el cual tiene como requisito aquel desalojo.
Es evidente que la dirigencia opositora está dividida entre quienes consideran necesario salir de este régimen en el menor plazo posible manteniéndose en cauces constitucionales, y quienes no lo consideran necesario o deseable. Explorar las razones de quienes comparten y no comparten la solución mencionada puede arrojar luz sobre vías que pudiesen ayudar a alcanzar acuerdos para que toda la Oposición rectifique en favor de estrategias más eficaces y verdaderamente unitarias.
¿Es que no todos comparten la urgencia del cambio de régimen porque difieren en sus juicios sobre el tipo de sistema que enfrentamos y sobre la decisión irrenunciable de sus jerarcas de destruir todas las libertades en el menor plazo posible?… ¿Será que el “cálculo político” de unos grupos y líderes los lleva a dar prioridad temporal a debilitar a los potenciales competidores de la propia Oposición frente a debilitar o desplazar al gobierno socialista?
La urgencia de cambiar el régimen
En términos económicos y sociales el régimen del Socialismo del Siglo XXI nos ha hundido en una gravísima crisis, con escasez generalizada de alimentos fundamentales y medicinas; sin producción, sin divisas para importar, con niveles de desempleo y pobreza crecientes, con un cuasi-colapso de servicios públicos, viviendo una inseguridad ciudadana insoportable y a punto de encarar una catástrofe humanitaria.
Debido a los enormes déficits existentes, a la negativa imagen internacional que tiene nuestra economía y a la coyuntura del mercado internacional de hidrocarburos, el régimen no está en capacidad de resolver las graves dimensiones que ha alcanzado la crisis económica, incluyendo las enormes distorsiones monetarias y cambiarias y las falencias fiscales y financieras. Pero lo que es más grave es que no está en sus concepciones ni en sus intenciones revertir los procesos de estatización de la economía y por lo tanto no es de esperar que se produzcan inversiones privadas, nacionales o internacionales, en volúmenes apreciables. Salir del régimen socialista es el primer paso necesario para comenzar a resolver la crisis económica, porque eso podría abrir oportunidades de financiamiento internacional que solo existirán si Venezuela cambia de rumbo con un plan creíble. Si se demora la salida del régimen vamos a una debacle y a procesos de incapacidad creciente para mantener la gobernabilidad en paz. En un colapso del abastecimiento de alimentos la gente no muere de hambre, lo hace en medio de la ira colectiva a consecuencia de golpes y disparos generados en tumultos.
…Pareciera que evitar el colapso y comenzar a dar solución a la crisis económica hace urgente el cambio de régimen…
En la situación político-institucional interna, este régimen nos hace pasar por el oscuro trance de la destrucción deliberada de las instituciones republicanas y la desaparición de los atributos principales de la democracia liberal, proceso inseparable de “La destrucción de la superestructura burguesa y la construcción del Socialismo”, el cual proclama el gobierno a los cuatro vientos. A nadie escapa que está muy avanzado el proceso dirigido a instaurar una sociedad colectivista, una ideología única en la que no se acepta el pluralismo y un Estado que concentra todas las decisiones erigiéndose por encima de los ciudadanos, imponiéndoles su propio proyecto de país y abandonando la conciliación para ejercer una gobernanza de coerción apoyada en la articulación de sectores de las Fuerzas Armadas, grupos paramilitares y organizaciones delictivas.
Los avances en la dirección a un estado neo-totalitario son evidentes y no se detienen, restringiendo cada día más las libertades y los derechos ciudadanos, la protección que ofrece una separación real de poderes y los espacios para que las elecciones sean efectivamente competitivas. No se debe abandonar ningún espacio político y en particular hay que ejercer en cualquier circunstancia el recurso al voto, pero es evidente que habrá obstáculos enormes para alcanzar y que sea reconocido un triunfo opositor con mayoría calificada en la Asamblea Nacional, resultado absolutamente indispensable para que sea posible intentar la relegitimación del TSJ, de la Fiscalía y del CNE, iniciar la reversión de actos legislativos que fueron realizados en violación de la Constitución, y eventualmente entrar en conflicto de poderes con el Ejecutivo. Pero aunque eso se lograse, la ruta que quedaría por delante para cambiar de régimen no sería para nada corta o sencilla; la eventual salida del régimen se proyectaría al largo plazo.
… Aun en la hipótesis más optimista sería deseable combinar estrategias electorales con otras igualmente constitucionales que apunten a un pronto desalojo del gobierno chavista…
En la política internacional, Venezuela se ha convertido lamentablemente en escenario de confrontaciones entre los intereses de democracias occidentales, estados y organizaciones terroristas, estructuras de traficantes de drogas y de armas y lavadores de capitales, porque el régimen chavista ha mezclado sistemáticamente su acción de gobierno con sus intereses políticos distintos de los nacionales, en particular sus ambiciones de “destruir el capitalismo”, en función de las cuales se ha aliado con todos esos grupos parias. El gobierno venezolano sí es una amenaza activa para otros países, lo que nos expone a riesgos muy serios porque actores de las diferentes partes en conflicto tenderán a intervenir de manera creciente en Venezuela mientras permanezca el chavismo en el poder.
… Es evidente la urgencia que tiene el cambio de régimen para evitar estas amenazas…
El cálculo político: ¿Es deseable para ciertos actores posponer la salida del régimen?
Las razones antes ofrecidas para argumentar la urgencia del cambio de régimen son incontrovertibles, y no es imaginable conflicto alguno entre una estrategia electoral dirigida a obtener la mayoría en la Asamblea Nacional, y otra orientada a promover la movilización y actos de resistencia no violenta de la población que presionen al gobierno hacia una eventual renuncia. Una integración de esas dos estrategias en un envolvente mayor potenciaría las probabilidades de desalojo del régimen chavista en un corto plazo. ¿Por qué se hace tan difícil llegar a un acuerdo?
El “cálculo político” de unos grupos y líderes que rivalizan con otros en comicios democráticos los lleva legítimamente a emplear tácticas que mejoren su posición competitiva frente a sus contendientes. Pero supuestamente en el seno de la Oposición Democrática debería dominar hoy el interés compartido de todos los grupos por salir del régimen socialista lo más pronto posible. La competencia debería iniciarse abiertamente una vez que desplacemos del poder al régimen socialista, pero es evidente que diversos actores están ya compitiendo por mejorar sus posiciones (y desmejorar las de los otros) en un futuro escenario de transición.
Pareciera pues, que aquí reside la dificultad para arribar a un acuerdo de estrategias que mejoraría ampliamente las probabilidades de la Oposición como conjunto. No sugiero que algunos grupos tengan una agenda de cohabitación con el régimen, sería irresponsable e injusto, ni creo que deba seguir hurgando en el asunto. Quiero si, decirle a unos y otros dirigentes y partidos que no arribar prontamente a un acuerdo está poniendo en serio riesgo que se pueda salir del gobierno chavista por vías constitucionales, ya que a medida que pasan los días el régimen nos amarra más las manos y eleva las probabilidades de quedarse por largo tiempo en el poder.
Hora de rectificar
Asumir con compromiso y visión estratégica el objetivo de desplazar al gobierno en el plazo más corto posible puede perseguirse por rutas claramente constitucionales a través de una estrategia que combine la vía electoral y la movilización de la gente, con mensajes muy claros, presionando por la renuncia del gobierno, culpable de la crisis que toda ella sufre. Esa presión tiene hoy más oportunidades que nunca, representadas en la debilidad que causan en el gobierno la crisis económica y el descontento creciente de la población, el resquebrajamiento de la cohesión interna del propio régimen, la explosión de los escándalos de corrupción y tráfico de drogas, los pronunciamientos -privados y públicos- de diversas instituciones del país frente a la crisis y sus causantes, y la crítica y presiones internacionales crecientes de muchas figuras, gobiernos y organizaciones del mundo.
Guillermo O’Donell, politólogo argentino fallecido en 2011, una de las mentes más claras que ha estudiado los sistemas como el chavista, decía poco antes de su muerte que dentro de los grupos que dan el poder a esos regímenes hay quiebres internos, demandas de renacimiento que en algún momento pueden emerger… “en medio de dictaduras que uno imaginaba que eran sólidas como rocas, se abren demandas morales de reconocimiento… La creatividad humana, la capacidad de defensa, de protesta, de crear reconocimientos, que después se pueden plasmar en algo más concreto, es infinita«.
Si esperamos mucho para decidirnos a acciones innovadoras para salir del régimen, estaremos en una trampa sin salida, entraremos en un círculo vicioso de desaparición de las libertades, las voluntades y las capacidades mínimas que nos son necesarias para desplazarlo del poder… ¡Es hora de rectificar!