Que los votos vengan por añadidura
Por Alfredo Yánez Mondragón
@incisos
El voto se ha convertido en un comodín. Es el centro de una crisis institucional que ciertamente debe pasar por él, pero que no le tiene como centro gravitacional.
El país, por razones diversas perdió el concepto y la dimensión del voto; y quienes viven de la política han sabido manipular el término, al punto de convertirlo en el punto de quiebre de cualquier conversación.
Votar, hay que entenderlo, es mucho más que ir un día a un centro de sufragios y depositar una selección en una caja (algunos le llaman urna, quizá porque lo que se mete allí no tiene vida); votar es la conclusión de un proceso; es una parte más. Una parte importante, muy importante, pero una parte al fin y al cabo.
Si los procesos no se cumplen, si no se hace todo el recorrido, votar no vale de nada; y en ese sentido, es imperdonable irse por los caminos verdes, o por atajos que pretenden ilusionar a quienes votan de que no hacen falta mayores esfuerzos, que con solo marcar y votar es suficiente.
Lamentablemente, muchos políticos venezolanos han basado su discurso en una defensa a ultranza del voto –plausible- pero nada dicen de la realidad que envuelve la decisión, de los esfuerzos que hay que hacer para concretar las ofertas que se plantean, de la corresponsabilidad para validar cada día, con acciones, ese momento, ese ejercicio ciudadano –condenable.
Solo con votar no se transforma una sociedad. Solo con votar no se instaura una cultura de progreso, desarrollo y crecimiento; solo con votar no se convierten los pecadores.
Ese es el pequeño detalle que nos falta; esa laguna es la que crea frustración, decepción y apatía. Porque si no se dice todo lo que se tiene que decir; cuando llega la hora de rendir cuentas; entonces pasa como a los candidatos a diputados actuales; que como no pueden decir qué hicieron, ni qué promovieron, ni en qué cambiaron la realidad denunciada en 2010… entonces se valen del chantaje alrededor de la simplificación del voto.
Lo cierto es que tanto en aquella campaña, como en lo que va de ésta, la oferta es engañosa, porque se queda solo en la parte de los electores, en el día de la elección; porque no se atreven a ventilar la verdad, porque no se dice lo que pasa ni lo que los escenarios planteados advierten.
Los políticos quieren llegar a la curul cueste lo que cueste; y para ello creen en el discurso emocionado de palabras grandilocuentes, pero de acciones vacías. Creen que las personas se comen el cuento de que desde el parlamento van a doblegar 16 años de tiranía y corrupción, así no más.
El voto no es una varita mágica. El voto es un medio de decisión que solo puede ser efectivo si todos estamos en la misma página y entendemos que atravesamos un proceso crítico en nuestra vida política, económica y social. Ver a los venezolanos como subnormales, haciéndoles creer que todo cambia tras el anuncio de resultados por parte del CNE, es entrar en la misma sintonía de quienes engañan con el cuello rojo, y hablan de guerra económica o memética.
Nuestra crisis es institucional y estructural. Por supuesto que requiere de un cambio de actores, de una visión distinta y consensuada de país; pero para lograr eso hace falta, incluso que institucional y estructuralmente quienes dirigen la estrategia de la alternativa política; admitan que su participación como caza votos, deja mucho qué desear, porque no inspira, porque no desafía, porque se queda en un más de lo mismo que produce asco.
La verdad da resultados; si se defiende y se trabaja por ella. Este país solo podrá transformarse cuando sus referentes políticos valoren en su justa dimensión al pueblo que dicen representar; y en ese sentido, hay que hablarle a ese pueblo con la crudeza que amerita el caso.
La paja politiquera de finales del siglo pasado; o el populismo rastrero que endiosó al poder político de hoy; no valen para nada; salvo para hundirnos más en la miseria. Quedan unas semanas, quizá meses para el evento electoral. Ojalá la estrategia se redireccione; ponga énfasis en el proceso de transformación necesario; llame las cosas por su nombre; y entonces; parafraseando a la Biblia; los votos vengan por añadidura.
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