¿Depresiones? ¡Las justas!

Por Alfredo Yánez Mondragón

@incisos 

 

 

 

El país lo tiene todo para entrar en una depresión profunda y continuada. Todos los indicadores a la vista, muestran hiperinflación, depauperación de los ingresos individuales y una acelerada marcha en cuando al deterioro de lo que alguna vez pudo ser calidad de vida.

 

Capa de celofán mediante; el país también lo tiene todo para resurgir de esta crisis sin precedentes. Basta con que –ese país- atienda a sus gritos internos; y en función de ellos decida enfrentar sus angustias para convertirlas en potencia de acción.

 

Alguno creerá que se trata de la utopía de aquellos que aplican la filosofía barata de la autoayuda para enfrentar el vendaval que ha acabado con lo que alguna vez fue la clase media, o peor, con lo que muchos creyeron que era un país rico.

 

No es así.

 

El tamaño del desastre es tan grande; que con tres o cuatro medidas de ajuste; vinculadas a los temas de seguridad incluyendo la personal, la jurídica y la económica; podría potenciarse una perspectiva de confianza, que nos cambiaría la forma de pensar respecto a la coyuntura que vivimos.

 

Los ataques de optimismo irreal están de más. Se trata de un mero ejercicio de potencialidad; surgido de la miseria en la que muchos nos encontramos a la luz de unos ingresos que están mucho más que mermados.

 

Voltear para los lados, y comenzar a ver en el otro disconformidad e indisposición para apalancar un proyecto de país impulsado por la confianza de que se puede ser mejor; es multiplicar las razones para la frustración, el desgano, la quiebra anímica y la ruina absoluta.

 

Si en medio de esa tarea diaria, que somete al cuestionamiento personal y familiar respecto a irse o quedarse, en revisión de pros y contras, la respuesta sigue rondando la permanencia; no queda más remedio que impulsar; desde cada uno, esa opción de transformación; independientemente del pesimismo correctamente argumentado.

 

¿Depresiones? ¡Las justas! Porque si nos toca andar por estas calles; no podemos hacerlo con la idea de que retrocedemos en el tiempo hacia el peor de los mundos feudales. Lo relativo y lo cíclico de la vida; no puede convertirse en estático en función de tres o cuatro mafiosos que se metieron al país en el bolsillo.

 

No es fácil; y téngale miedo al que le diga que es cuestión de una cola el día de las votaciones; pero el hecho de que no sea fácil no implica que sea imposible.

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