El Estado paramilitar-parapolicial
Por Mario Guillermo Massone
@massone59
La creación de entidades como las de los Patriotas Cooperantes, los Comandos Populares Antigolpes, las Brigadas contra los Grupos Generadores de Violencia y la Fuerza de Choque de la FANB, es un nuevo escalón de la escalera del terror y la represión.
Fuerzas, creadas para compartir el monopolio de la violencia del Estado, no contempladas dentro de la racionalidad constitucional. Más aún, podríamos ver en ellas a grupos paramilitares. Ello, porque si asumimos que no son fuerzas orgánicas de la legalidad constitucional, no nos queda sino inferir que se trata de grupos paralegales, en particular: grupos paramilitares y parapoliciales.
No hay maquillaje jurídico que oculte las grietas del contraventor rostro de esta grotesca ficción legal. Una ficción que no es sino un artefacto nacido de la tecnología del terror. Es, además, un desvío de la razón de ser y fin de las fuerzas armadas. Es la guerra en contra de los ciudadanos incómodos al Estado, bajo la excusa de la violencia de sus propios actos.
También es el reconocimiento de la ineptitud de los órganos del poder público. La creación de estas bandas pseudo-legales, representa la confesión a vox populi de la incapacidad de los poderes constituidos en mantener la paz social. El desbordamiento de la violencia, organizada desde el inicio de y por el Totalitarismo del Siglo XXI, se hace incontenible.
Por otra parte, el Estado se constituye él mismo en actor beligerante dentro del territorio nacional, lo cual es impensable para una comunidad política. Es contrario a la civilidad. Es anti-civilización. Venezuela avanza hacia el estado de naturaleza de Hobbes. La animalización de la persona.
La violación continuada por las Fuerzas Armadas del artículo 328 de la Constitución, que les impone la obligación de ser una institución sin militancia política, nos blindan lo suficiente como para no asombrarnos de este fenómeno represor de la libertad, enemigo de la racionalidad política.
Unas Fuerzas Armadas con competencias y funciones de investigación, prevención y, no podía faltar, represión, sobre la población civil, es una invasión militar a la vida civil. Es una perversa forma de estatizar a la persona y a las familias venezolanas, y de definir a la ciudadanía como enemigos.
La tiranía roja nos lleva al límite. Centrarnos en volver a la racionalidad, la civilidad y la convivencia pacífica, es nuestro fin. No olvidemos que hay otra cara del terror, también evidente. El terror de quienes apelan a este artificio para asustar a la civilidad. El uso irracional del poder tiene una justificación, en parte, en la locura. Y la paranoia es una manifestación de ella. El debilitamiento de la tiranía crece, mientras nosotros, los opositores a la opresión, nos fortalecemos.
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