Manos Criminales
Por Jorge Olavarría
@voxclama
De todas las aberraciones que hemos vivido durante el juicio de Leopoldo López y de todas las distorsiones, mentiras, exabruptos, fallas y errores, lo que más me perturbó, NO fue la sentencia atroz de una juez venal, ni el juicio amañado, ni la ergástula militar con celdas de 2×2 para disidentes y suites para golpistas asesinos, ni siquiera las mezquindades de la MUD ocupada en la piñata electoral, ni la inatención de una ciudadanía nihilista, condenada a una depresión clínica. Lo que más me perturbó lo vi en CNN Español y, cosa curiosa, posiblemente fue un error, una mala praxis de quienquiera es el encargado de poner los titulares en ese canal de Atlanta. Apenas era oficial, en mayúsculas apareció: LEOPOLDO LÓPEZ CULPABLE. (en vez de “sentenciado”, “condenado” o lo que fuere…) Y allí quedó. Mientras que Patricia Janiot le daba cuerda a un chaburro legalista, aparecía en mayúsculas el encabezado LEOPOLDO LÓPEZ CULPABLE. Con este titular, quien por Skype parecía un babuino parlante, calmadamente revelaba la rectitud del proceso y lo ajustado de la sentencia, afirmando que el mensaje es responsable de la interpretación por lo que cuando un líder de oposición llama a la ciudadanía a salir a protestar pacíficamente ese mensaje se equipara a un Comandante dando la orden a tanques y soldados a salir a dar un golpe de estado. Luego, mientras Carlos Montero entrevistaba, colocaba declaraciones de Lilian Tintori, y todo lo demás, seguía el titular LEOPOLDO LÓPEZ CULPABLE.
Condenar a un inocente es un paso que toma un régimen/estado (por muy totalitario que sea), solo si le es muy, muy conveniente. Es algo que se calcula bien. Y fue el régimen quien sentenció. De tanto ir a misa hablamos Latín y sabemos que la Jueza, cuyo nombre no quiero acordarme, si acaso aterrada por la puerta Afiuni, o bajo los lineamientos Aponte-Aponte, o con accentos de Andorra, ya estaba saldada. Pero el tema es si Leopoldo López es culpable, como anuncia CÑN, o inocente de lo que se le imputa.
Un glorioso agitador popular del siglo pasado, le habló al Juez así— “Si usted verdaderamente cree en el sistema de Justicia que nos han impuesto, entonces debe darme la sentencia más severa posible.” Una y otra vez Gandhi fue sentenciado. Su primer encarcelamiento fue en Suráfrica: dos meses de cárcel por incitar al desacato de una ley que obligaba a los hindúes a estampar sus huellas dactilares y registrarse. En el sentido estricto del término, Gandhi era un criminal, y él lo sabía. Había violado la ley. Había reiteradamente solicitado que todos violaran la ley. Pero siendo abogado, Gandhi también sabía que las leyes son fugaces, maleables a conveniencia. En “democracia” la mayoría de las leyes son amoldadas para satisfacer a las mayorías. Pero, aun así, toda ley es restrictiva de la libertad. Ergo, ratifico: En “democracia”, hay libertades que son restringidas para satisfacer a las mayorías. Las leyes y hasta las Constituciones pueden ser alteradas, reescritas, acomodadas (a menudo para complacer a quienes tiene el poder). Si se le pone la presión apropiada, todo gobierno/estado está dispuesto a cambiar una ley que le es demasiado inconveniente, o de lo contrario, fenecer. La historia es escrita por esos momentos de presión (y Gandhi avalaba el activismo pacífico como el mejor método de presión. De esta manera no solo vences sino convences). La única ley que nunca cambia es la ley de la guerra donde solo la fuerza impera por lo que, con la era nuclear en pañales, Gandhi advertía—“..habían leyes para la guerra que la hacían tolerable. Ahora sabemos cuál es la verdad desnuda. La guerra no conocer otra ley excepto la de la fuerza bruta.”
Pudiera pasar a hablar de los Juicios Nazi, los Soviéticos o los Cubanos pero prefiero pensar que de los innumerables inocentes sentenciados, a la cabeza de la lista está, por supuesto, Jesús de Nazaret. Su juez, Poncio Pilatos, odiado ad-milenio por la opinión pública, era en ese entonces el Prefecto enviado por el Emperador Tiberio y su principal función era mantener la ley y el orden en la provincia de Judea (entonces un anexo de Siria). El Sanedrín había efectuado el arresto y conducido las primeras y brutales interrogaciones. Pero necesitaban algo sustancioso con qué acusarlo ya que como autoridad podían hacerlo preso y hasta condenarlo a cadena perpetua pero bajo las leyes de Moisés, no existía la pena de muerte. Y el Sanedrín quería eliminarlo. Por eso se lo llevan a Pilatos. Para el Prefecto Romano los supuestos crímenes y herejías cometidos contra las leyes de Moisés, no incluían ofensa alguna según a la ley romana. Sus acusadores insistían imputándole el cargo de sedición contra Roma por dificultar el cobro de impuestos. Pero todo eso sonaba rebuscado. Fue cuando lo imputaron de autoproclamarse rey que Pilatos mostró interés y le preguntó al acusado si en efecto era rey y de esta manera encontrar algún elemento probatorio. En reiteradas ocasiones el Procurador insistió que no encontraba crimen alguno que meritara la pena de muerte y hasta ordenó se le dieran 39 latigazos, no como castigo, sino para indemnizar la sed de venganza de sus maldicientes. Sin embargo, en un despliegue grotesco de la manipulación de la opinión pública, los interesados en su condena prevaricaron a la turba y lograron atemorizar al Procurador con una posible rebelión popular. Dando muestras de respeto por las costumbres locales, venida las pascuas, el Procurador les ofreció indultar a un detenido. Le pidió a la afluencia escoger entre un criminal confeso y Jesús. La turba pagada exigió la liberación del sabido criminal y la condena del inocente. Por eso Pilatos se lava las manos. Esta sangre no es derramada ni por él, ni por Roma. No hay crimen pero el deber principal del Procurador es mantener la “paz” y así, secándose las manos, ordenó que se le crucificara en su cruz se le colocara INRI—Jesús de Nazaret Rey de los Judíos. (IESVS NAZARENVS REX IVDAEORVM).
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