El despertar
Divagando en la espesa niebla de mi memoria, busco fragmentos de momentos
vividos inolvidables, esos que nunca se desprenderán de ti por más que así lo
desees, y que llevaras contigo hasta que los años te empiecen a pasar factura,
entre tantos recuerdos difusos, mi mente deambula cuan noctambulo en su
morada, a espera de algún suspiro refrescante que la transporte hacia otra
dimensión.
Los sueños sumergidos en fosas del subconsciente, reposan aislados del bullicio y
estruendo del cerebro, sin tormentos ni interrupción alguna viajan a menudo por
senderos surreales delineados con tal lozanía que dejaban su huella al andar, una
sutil marca que hacía su paso inmortal.
La imaginación se combina con sensaciones conectadas a los sentidos más
sensibles, creando estímulos que empiezan a merodear sigilosamente en tu
interior, sintiendo un pequeño hormigueo… casi desapercibido, ocasionando un
candor sumamente natural.
Los recuerdos luchan con los pensamientos para ganarse un puesto en la zona
racional, haciendo uso de la lógica, se basta de ella para así hacerse notar más. El
desgaste de neuronas con el tiempo hace de su aposento un terreno fértil y listo
para sembrar.
Sin mirar atrás, finalmente…
La conciencia sale de lo más profundo de la mente, floreciendo fervientemente,
dispuesta a no flaquear marca su trayectoria directo hacia el cuadrante emocional,
emitiendo vibras positivas tan pujantes que te harán meditar el instante, el clímax
se convertirá en tu única verdad, el tiempo y el espacio se desvanecerán, como
arena entre tus dedos, como agua entre las manos.
Abrirán paso y darán bienvenida al Nirvana.
- El despertar - 29 febrero, 2016