Vivimos una tragedia, pero no fue por falta de aviso
Editorial #301: ¿Exagerados?
Una de las frases que más daño le ha hecho a Venezuela es el “no vale, yo no creo”. Resume parte de la esencia del venezolano, del ser humano: es mejor negar una dura realidad, porque admitirla trae costos muy altos. Reconocerla significa tener que enfrentarla y para hacerlo se necesita coraje.
La llegada del modelo chavista, producto del Foro de Sao Paulo, que se instaló en Venezuela con el objetivo de no dejar jamás el poder, fue lo peor que le pudo pasar a Venezuela en su historia. Nada más contrario al espíritu democrático que había diferenciado al país incluso de sus vecinos en la región durante gran parte del siglo pasado.
Vivimos una tragedia, pero no fue por falta de aviso. Desde muy temprano en este proceso, diferentes voces advirtieron sobre los peligros que enfrentábamos: la pérdida de libertades, la violación a los derechos básicos, la destrucción de la democracia y el saqueo del país.
Lo incomprensible es que no solo quienes formaron parte de la pseudo-revolución chavista atacaron sin piedad a las voces de alarma, también lo hicieron algunos de sus compañeros que supuestamente luchaban contra el régimen: los tildaron de “radicales” y de “alarmistas”.
¿Dónde estamos hoy? Al borde del abismo. Por donde se mire hay destrucción. El sector eléctrico está a pocos días de la “zona de colapso”, según expertos en el tema. Por primera vez en la historia de la represa El Guri, la más importante del país, los trabajadores tendrán que operar las turbinas por debajo de la cota 244,55, que es el mínimo histórico alcanzado en 2003. Cuando eso ocurra, el país enfrentaría un racionamiento eléctrico masivo.
La economía tampoco muestra signos de mejoría. La crisis golpea cada vez con más fuerza a los venezolanos. El diputado José Olivares informó la semana pasada que la escasez de medicinas ya alcanzó el 90%, un nivel de un país en guerra. Mientras que en relación al costo de la vida, el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas) informó que el precio de la canasta básica familiar aumentó a 176.975 bolívares en febrero. La cifra muestra un incremento de 19.142 bolívares con respecto a enero, lo que representa 12%. En un año, la canasta varió 424%, lo que equivale a 143.215 bolívares. Para adquirirla se requieren 18 salarios mínimos.
Como si no fuera suficiente, los temas sociales también están en una etapa crítica. La inseguridad tiene asfixiados a los ciudadanos y los linchamientos son cada vez más frecuentes. Son consecuencia de una colectividad harta de tanta violencia impune y síntoma del desmoronamiento institucional. Estos hechos, injustificables, no deben verse como algo aislado. La violencia se ha adueñado del país y tiene de rodillas a una sociedad desamparada.
Mientras tanto, la Asamblea Nacional, en el epílogo de la “luna de miel” con sus electores, pareciera paralizada. Ante cualquier intento de avance –como la reciente aprobación de la Ley de Amnistía- encuentra un bloqueo inmediato del Tribunal Supremo de Justicia y cae en la inacción. Sigue tratando de evitar un conflicto de poderes a todas luces inevitable.
Toda esta tragedia es consecuencia de una ineptitud sin límite, pero, sobre todo, de una corrupción sin precedente. Estamos enfrentando las horas más oscuras de la historia del país. Necesitamos mucho coraje y claridad para hacerlo.
Y por favor, que nadie venga a decir hoy que somos exagerados.
- Brasil: dos certezas y dos incógnitas - 3 octubre, 2022
- Editorial #705- Recalculando - 21 junio, 2022
- Editorial #703 – Sorpresas que no sorprenden - 30 mayo, 2022