Podemos pensar distinto

pensar distinto

Cuando una persona decide asumir un cargo público debe estar claro qué representa esto,  y, en primer lugar debemos estar conscientes que involucra una labor de SERVICIO, todo funcionario público debe ejercer sus funciones al servicio de todos los que integran un país, a ellos se debe y por ello se le remunera.

Cuando este rol se desvirtúa estamos hablando de otra cosa menos de ser un servidor público y, en Venezuela esto lamentablemente ha estado a la orden del día, atribuyendo calificativos despectivos a quienes no siguen la filosofía de los que asumen estos cargos, al punto incluso de cuestionarles la esencia de venezolanos, llamarlos lacayos del imperio entre los menores adjetivos que he escuchado.

¿Quién decidió que los que no siguen la filosofía de quien asume un gobierno de turno quedan fuera de la gestión o de los “favores de los que gobiernan”? ¿Quién decide que la voluntad popular debe ser dejada de lado si difiere de lo que los gobernantes consideran correcto? ¿Es que existen niveles de venezolanidad? ¿Es qué son más venezolanos los que siguen lo que los gobernantes consideran? ¿Es que el gobierno de turno ya ni siquiera es de turno porque son tan dueños de la verdad que quienes piensan distinto sencillamente no volverán? ¿Es que no se puede pensar distinto y diferir porque quienes lo hagan son victimas de brutales represiones? ¿Es qué su verdad es tan absoluta que incluso se plantea en cadena nacional eliminar a una Asamblea Nacional electa legítimamente por millones de venezolanos porque el Presidente así lo considera? Eso sin hablar que el ejercicio de sus funciones ha sido en extremo obstruido, aún sin estar disuelta como se amenaza en los actuales momentos.

Fácil tarea la que tienen en mente estos funcionarios, ellos no “sirven”, ellos gobiernan con quienes responden ciegamente a lo que ellos consideran y los que no, son los enemigos y directamente no forman parte del ámbito de sus funciones, pero peor aún, es la complicidad de los seguidores que aún existen que permiten la situación a cambio de “favores” o de una ideología similar a la de una secta donde todo se acepta como dogma, sin discusión alguna

Nunca  hubiera creído que este país que me vio nacer tuviera personas que pudieran aceptar entrar en la mayores penurias sin chistar, que la opresión incluso se ha visto como normal, producto de unos ideales que no se como idealizan.

Me preguntaban en estos días, ¿por qué no hacen nada? ¿Por qué no pasa nada? Y yo, desde mi humilde análisis solo veo una respuesta, y es que, la  mayoría hastiada de tantas penurias e irrespetos se sienten en absoluto estado de temor e impotencia porque todas las vías democráticas parecieran agotarse, y los intentos de manifestar opiniones contrarias o de manifestar un sentir diferente tienen como respuesta una fuerte represión realizada con impunidad total.

Yo levanto mi voz con la herramienta que tengo, mis pensamientos y mis letras, estoy en total desacuerdo con la agresión, con la represión; creo en la palabra, en el dialogo pero, ¿cómo dialogar con quien no acepta que se le lleve la contraria? ¿Cómo llegar a acuerdos con quien no acepta que se piense diferente?

Finalmente cierro este escrito con un llamado al entendimiento a los señores gobernantes, ustedes no deben anclarse en el poder, deben entender que tienen la responsabilidad histórica de estar al servicio de TODOS los venezolanos, compartan o no su filosofía, que la mayor independencia es aquella que viene del respeto a la diversidad, que todos tienen derecho a preservar sus derechos y que ni ustedes ni nadie deben atentar con lo sagrado que fue la responsabilidad que les tocó asumir.

Todos los seres humanos disponemos de libre albedrío, lo que nos da el derecho a elegir y tomar nuestras propias decisiones, y esto debe entenderse y respetarse por supuesto sin dejar de considerar los valores y normas que rigen a la sociedad y que deben ser acatados, pero de allí a pretender desintegrar ese libre albedrío y exigir que se piense igual, definitivamente no es democracia.

Liliana Castiglione
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