CINECLUB: UN PADRE, SU HIJO Y UNA EDUCACIÓN NADA CONVENCIONAL
Por Georgina Calderón
-¿Va a durar siempre?
– Durará hasta que encuentres a alguien que te guste tanto como ella.
Hay escenas, diálogos e inclusive insultos que son memorables dentro del cine. El diálogo introductorio es perfectamente aplicable a esa experiencia que cualquier hombre o mujer ha vivido con esa persona que está presente en los pensamientos al despertar, comer, trotar, trabajar, estudiar, dormir. No son precisamente líneas de una película, sino de un libro que funciona como cine de bolsillo, pues todos los films que deben ser vistos (al menos la mitad de ellos) son nombrados y descritos en las 247 páginas que David Gilmour escribió y decidió llamar Cineclub.
“Ni escuela, ni trabajo, ni drogas: solo tres películas a la semana”. La mayoría de los padres sueñan con que sus hijos se gradúen del colegio, vayan a la universidad y tengan un trabajo estable porque para ellos, este es un tipo de realización plena. Sin embargo, hay otros padres no tan convencionales, como Gilmour, quién educó a su hijo a través de películas; algo totalmente válido, el mundo ya es bastante aburrido como para que la vida de un ser humano sea cíclica (aunque ya esto queda a decisión de cada quien).
Jesse Gilmour no es el hijo del David Gilmour que todos conocen como el miembro de Pink Floyd. El Gilmour de Cineclub es un periodista canadiense, novelista, escritor y crítico de cine, quien le ofreció a su hijo (Jesse) una oferta muy atractiva como para rechazarla. Cineclub habla de cómo un adolescente se educó desde los 14 hasta los 17 años con Los cuatrocientos golpes, La dolce vita, El padrino, Tiburón, Annie Hall, Pretty Woman, ¡Qué bello es vivir!, Robocop, El último tango en Paris, El exorcista, Lolita, Showgirls y la lista completa la encontrarán dentro de este bolsillito.
Probablemente, la única fórmula matemática que Jesse resolvió sería: Papá + cine = Cineclub. Ambos personajes invirtieron horas de su vida en una nueva forma de enseñanza y aprendizaje y de una manera no aburrida, como lo sería sentarse en un pupitre, escribir tres hojas de una clase de dos horas, de la cual lo único que a muchos les interesa es el chico guapo o chica sexy que está a su lado; o simplemente están corpóreamente en el salón, pero mentalmente en sus camas durmiendo, yo me identifico con la segunda, por ejemplo. Cualquier profesor refutaría lo anterior y deben tener razón, pero también hay cosas que se aprenden de una película, de un libro que no asignaron en la universidad, de una persona que estaba sentada al lado en una sala de espera y no dentro de un salón de clases.
Además de lo académico, el cineclub no solo le enseñó a Jesse, también generó comunicación con su padre, pues ellos quieren y hacen el esfuerzo, pero nunca saben cómo hablar con sus hijos. De hecho, Colette Bancroft dijo de este libro: “Aviso a los lectores, probablemente salgas con una larga lista de películas que quieres ver o volver a ver (…) Una mirada franca a las alegrías y las dificultades de tener un hijo adolescente”. Cineclub le da una lección a los padres de cómo deberían hablar con sus hijos.
Funciona como una relación amorosa: ¿Qué grado de comunicación puede existir entre una pareja que duerme en una misma cama pero nunca se preguntan con sinceridad cómo están? Y al cómo están no me refiero a la respuesta automática “bien”. Sea una madre o un padre el acompañante de cada uno en el Cineclub, este libro narra lo importante de la confianza y comunicación con los padres, puede que no sea plena, tampoco se trata de que ellos sean los mejores amigos de un hijo.
Cine, educación y comunicación son las tres etiquetas principales de la obra escrita por Gilmour, ahora es el turno de Rebecca Ng, quien es uno de los temas de conversación más largos que Jesse tiene con su padre. Todos se enamoran alguna vez y más que un enamoramiento, ella es un malestar, un dolor de cabeza que se quita después de un largo tiempo, pero sin ninguna aspirina como amortiguadora.
Tal vez un amor, una película de Woody Allen o una clase de la adolescencia dure y luego se esfume con el tiempo y como para todo hay peros, este es uno de ellos: “Lo único que sé sobre la educación es esto: la dificultad mayor y más importante conocida por los seres humanos parece radicar en el campo que se ocupa de cómo criar a los hijos y educarlos”. Michel de Montaigne.
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