EDITORIAL #123: EL ASILO DE ASSANGE

taza-daniela-1024x712Una de las noticias más importantes a nivel mundial de la semana pasada fue la decisión del gobierno de Ecuador de otorgar “asilo diplomático” a Julian Assange, fundador de Wikileaks, asilado en la embajada de ese país en Londres desde hace dos meses. Este último acontecimiento agrava aún más “el caso Assange” y complica la posibilidad de que llegue pronto a su final.

 

Toda esta historia es más enredada de lo que parece. Según expertos en diplomacia, el tipo de asilo que Ecuador le concedió es una manera forzada de entender la realidad, ya que a Assange no lo reclama una dictadura por motivos políticos, sino más bien un país muy democrático como Suecia y por una supuesta agresión sexual. La defensa de Assange basa sus argumentos en que los suecos tienen la intención de extraditarlo a Estados Unidos debido a las filtraciones de miles de documentos confidenciales del Departamento de Estado en los últimos años. 

 

Pero la complejidad del caso no se detiene ahí. El gobierno británico reaccionó ante la decisión de Ecuador negándole el salvoconducto a Assange e incluso amenazando con levantar la inmunidad diplomática a la embajada de Ecuador, entre otras cosas porque la figura de “asilo diplomático” es una fórmula que se aplica en países latinoamericanos pero que Londres no reconoce. Todo esto sin llegar a la consideración de que uno de los argumentos más fuertes del gobierno de Correa para aceptar el pedido de Assange es “la defensa a la libertad de expresión”, un ejercicio muchas veces ignorado por el presidente de Ecuador. Claro ejemplo es el del director del diario El Universo, Carlos Pérez, hoy perseguido por el gobierno ecuatoriano y exiliado en los Estados Unidos, quién ya se pronunció diciendo que “Correa busca beneficiarse” con esta última decisión.

 

Independientemente de los detalles conocidos del caso –y de todo lo que de ahora en adelante pueda ir surgiendo- sería un grave error que la policía británica allanara la embajada de Ecuador en Londres. Esto solamente profundizaría la grave crisis diplomática que ya existe y, además, beneficiaría políticamente a Correa.  

 

Por el momento, Julian Assange deberá irse acostumbrando al limitado espacio en el que vive porque encontrarle salida a este callejón será sin duda mucho más difícil de lo que fue filtrar todos los documentos por los que se hizo famoso.  

 

Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
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