EDITORIAL #126: SANTOS Y DEMONIOS

SANTOS2Existen temas tan populares que se hace difícil su análisis objetivo. Esta característica hace que generalmente sean manipulados por los demagogos más experimentados para sus propios fines que son, casi siempre, muy diferentes a lo que públicamente abogan. Pasó y sigue pasando, con temas como la “justicia”, la “independencia”, la “soberanía” y la “igualdad”. Por estos días, otro ejemplo de esto es noticia a nivel mundial: el inicio de un nuevo proceso de diálogo por la paz en Colombia.

 

No es primera vez que se hace un intento de este tipo. Entre 1998 y 2002 se llevó a cabo el conocido Proceso de Paz entre el gobierno del entonces presidente de Colombia, Andrés Pastrana, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En esa oportunidad, uno de los temas más controversiales fue la decisión de Pastrana de aceptar el pedido de los guerrilleros y otorgar una zona desmilitarizada en la región de El Caguán. Esto sirvió a la guerrilla para tomar el control absoluto de esa zona sin control militar, además de fortalecerse y rearmarse política, militar y financieramente. Posteriormente, las FARC desconocieron acuerdos firmados, como el Acuerdo de Caquetanía, y aprovecharon este periodo de diálogo y la permisividad de Pastrana para aumentar sus ganancias a través del narcotráfico, además de seguir secuestrando y asesinando civiles, y manteniendo en sus campos a más de 450 policías y soldados cautivos. No mucho después se descubrió que, además, todo este tiempo la guerrilla montaba secretamente un cerco a la capital Bogotá para tomar el poder. El diálogo terminó en un rotundo fracaso.

 

El pasado jueves, desde La Habana, las FARC anunciaron que el próximo encuentro entre sus voceros y los del gobierno de Colombia será el 8 de octubre en Oslo. Esta reunión marcará el inicio de un nuevo intento por lograr la tan ansiada paz en ese país, algo anhelado por todos los colombianos desde hace más de medio siglo. Nadie, en su sano juicio, podría oponerse a un objetivo tan significativo. Sin embargo, sobre lo que ya existen posiciones encontradas, es la forma en cómo se intenta alcanzarlo y el costo del mismo.

 

Los voceros de la guerrilla en la misma conferencia de prensa desde Cuba afirmaron, entre muchas otras cosas, que “el secuestro no es política de las FARC”, “nos acusan de narco-guerrilla y eso es mentira”, “el narcotráfico es culpa del capitalismo” y que “la paz siempre ha sido nuestro norte”. De igual forma, siendo un tema incluso más complejo que los anteriores, afirmaron que no tienen en su poder a ningún secuestrado y que, si algún Frente de su organización tuviera alguno, es desobedeciendo las órdenes superiores.

 

Este nuevo proceso de diálogo comienza con más esperanza que nunca y con las mismas dificultades de siempre. Para encarar un asunto tan difícil como éste, uno de los requisitos indispensables es la auténtica voluntad de ambas partes para encontrar la paz y su absoluta transparencia. La forma en la que se inicia nos hace sospechar que las FARC tienen, una vez más, una agenda oculta que busca, por lo menos, reescribir una historia manchada con sangre y terror. Esperemos que el gobierno del presidente Santos no peque de la misma inocencia de la que fue víctima su antecesor Pastrana y que esté consciente de los demonios a los que se enfrenta.

Miguel Velarde
Editor en Jefe
@MiguelVelarde
mvelarde@guayoyoenletras.com

 

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