LAS CACEROLAS RECORREN LATINOAMÉRICA

Por Felipe Vallejos

 

CacerolaLa rapidez de la vida repercute en la política. Fue ayer cuando Cristina Fernández de Kirchner resultaba reelecta con el 54% de los votos, una victoria aplastante que le auguraba un período tranquilo, incluso encaminado para buscar un nuevo mandato.

 

La situación ha cambiado radicalmente. Primero fueron los de clases acomodadas, ahora toda la Argentina siente que algo anda mal. Su instrumento: las cacerolas, que retumban al unísono por los alrededores de la Casa Rosada, avisando que la gestión pasará, quizás sin pena ni gloria, pero como la última etapa de Cristina en la silla presidencial.

 

La inflación, las infinitas restricciones y una desigualdad social que no da luces de ceder, tienen ahogada a la actual administración, que se jacta de nacionalizar pero no ofrece nada mejor a cambio.

 

Aerolíneas Argentinas e YPF son el ejemplo perfecto. El retorno de ambas empresas a manos argentinas no ha supuesto otra cosa que problemas. Su estrategia de renovación, relanzamiento y posicionamiento han sido costosos y sin cosecha más que la condena política y social.

 

cacerolazoCristina parece cada vez más alejada de los problemas, atascada por pensar en un próximo período antes de sortear el actual con algo de éxito.

 

 

La izquierda vive momentos importantes en Latinoamérica. En México ha quedado como la segunda fuerza, pero debilitada en su liderazgo por un López Obrador demasiado encerrado en una quimera como para reconocer la derrota.

 

 

En Venezuela, Hugo Chávez enfrente una elección polarizada, con un discurso desgastado, y que de ganar, sería su última estancia en Miraflores.

 

 

En Bolivia no aguantan más a Evo, mientras que Correa y Rousseff se salvan  en Ecuador y Brasil, respectivamente.

 

Nada está garantizado. El éxito de hoy puede ser el fracaso de mañana. La política no camina ni gatea, corre a una velocidad impredecible que corta la cabeza que ayer salvó, y viceversa. Las definiciones son a cada momento, y el fin no parece cercano.

 

La tregua de Benedetti no existe en una política competitiva y feroz. No hay respiro. Si no, pregunten por Cristina en la Argentina, la nueva “víctima” del respetable e impredecible clamor social. 

 

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