LOS IGNORANTES SOMOS NOSOTROS
Por Ricardo Del Bufalo
Existen organismos que se reproducen y la progenie hereda características de sus progenitores, existen variaciones de características si el medio ambiente no admite a todos los miembros de una población en crecimiento. Entonces aquellos miembros de la población con características menos adaptadas (según lo determine su medio ambiente) morirán con mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente.
Charles Darwin, El Origen de las especies
Todo se me vino abajo cuando leí el tuit de Bocaranda. Perdimos por un millón de votos. No puede ser. Muy adentro intentaba engañarme, mientras esperaba el boletín. Pero una fuente confiable ya me había dicho lo cierto. Ratificado el triunfo de Chávez. Por tercera vez consecutiva. Seis años más de desgobierno. De anarquía.
Pero el tuit de Bocaranda no sólo dijo que perdimos. También dijo algo muy importante, que hoy motiva estos pensamientos: toca analizar por qué perdimos. Allí abandoné la tristeza y me hice la pregunta: ¿por qué Chávez gana elecciones?
Apenas el CNE emitió el boletín de tendencia irreversible, empezaron los cacerolazos y cornetazos por el Este de Barquisimeto. Desde entonces, mucha gente habla sin cansancio de fraude electoral. Ha habido hasta protestas en la calle, con fuego y todo. Cualquiera diría que sólo son muy malos perdedores, que no siguieron la postura firme de su candidato, quien repitió hasta el cansancio que para saber ganar hay que saber perder. Pero hay algo muy grave en el cacerolazo y en la afirmación del fraude: la negación del otro. Allí reside un prejuicio fortísimo arraigado en lo más profundo de los opositores de Chávez.
Comprender al otro es trabajo arduo. La heterotopía es labor de psicólogos, antropólogos, sociólogos, filósofos. Así que se requiere una grandiosa disposición, sensibilidad e inteligencia para comprender por qué otro apoya una oferta política antagónica a la propia. Y esto es lo que nadie ha hecho en nuestra historia.
En la actualidad, no hay opositor que no crea que la gente vota por Chávez porque son ignorantes que se dejan engañar, conformistas que les basta un «bozal de arepa», resentidos sociales que les molesta el éxito económico de otros y flojos que en lugar de trabajar prefieren recibir dádivas del Estado.
No lo generalizo, digamos que es una opinión mayoritaria y fuerte, no sólo abundante en los círculos sociales burgueses, con los que frecuento, sino también en los sectores populares, con los que también frecuento, pero menos. Por mi trabajo comunitario realizado con La fuerza joven y mi trabajo como movilizador del Comando Venezuela este domingo me consta que hay gente pobre, muy pobre (con poco acceso a la riqueza económica) que también considera que los chavistas son ignorantes que se conforman con una «bolsita de comida», a pesar de vivir ellos en un rancho.
Esto último nos dice que la noción opositora de «los chavistas» es mucho más que un prejuicio de clases sociales. Conformarse con la opinión generalizada y simplista de los chavistas como resentidos, flojos, ignorantes y conformistas es un gesto de ignorancia, flojera y conformismo, pues no se exigen respuestas más complejas al fenómeno del chavismo. Y eso nos ha causado resentimiento a nosotros.
Quiero decirlo más claro: es responsabilidad de los opositores el hecho de que Chávez gane elecciones. Empezando por el prejuicio hacia el otro (hacia el «chavista», no hacia «el pobre») que conforma la mayoría electoral con 7.8 millones de votos. Y soportándose fuertemente en la inexistente disposición de querer escucharlo, sin que retumbe en las paredes de nuestro cráneo lo equivocado que está.
Así no nos damos cuenta que los ignorantes somos nosotros. Somos nosotros quienes no conocemos a los venezolanos más pobres y desasistidos. Quienes ignoramos sus modos de vida, sus códigos lingüísticos, sus valoraciones colectivas, sus creencias espirituales, sus ideales políticos y sociales.
Hasta la élite intelectual opositora, fiel publicadora en El Nacional y El Universal, cree comprender a la población chavista como una «masa»; concepto vago que intenta homogeneizar a los individuos en una sola consistencia uniforme, como si las psiques y los sentimientos se unieran y se moldearan como la plastilina. Seis millones y medio de personas no pueden comprender como es que hay tanta gente que sigue votando por Chávez, a pesar de que «los engaña, los amenaza, no les da la vivienda a tiempo, juega con su esperanza», etcétera. Nadie lo puede comprender, porque nadie quiere.
El prejuicio que tienen los opositores de los chavistas nace del mismo lugar que el prejuicio que sintieron los católicos españoles al ver a los profanos aborígenes en las costas del caribe. “Pobres salvajes pecadores. Ten misericordia de ellos, Señor. Ellos no tienen la culpa de no conocer tu verdad, porque te ignoran. No saben que viniste al mundo para salvarlos. Pero yo estoy aquí para enseñarles tu doctrina y enseñarles el camino de la verdad”. Así nos comportamos nosotros frente al otro.
Desde los orígenes de nuestro mestizaje, nunca existieron ganas de comprender al otro. ¿Por qué se comen los órganos luego de asesinarse? ¿Por qué andan desnudos? ¿Por qué son politeístas en lugar de monoteístas? Ningún colonizador (fundador de aldeas, de comunidad, hacedor de política) se hizo esas preguntas. Porque el prejuicio de la moral religiosa estaba por delante. Aquellos salvajes eran bárbaros ignorantes a quienes había que educar cristianamente. Y los sometieron a su antojo. Así se podría hasta decir que en América hubo un cubrimiento y no un «descubrimiento».
Pero sucedió con los españoles que la barbarie no estaba sólo del lado contrario. Los españoles pensaban, incluso en contradicción: “estos son unos caníbales paganos, por eso tenemos que bautizarlos y hacerles la primera comunión, para que reciban el cuerpo de Cristo”. Pensaban: “estos salvajes hacen la guerra con lanzas y se sacan las tripas, hay que enseñarles la doctrina cristiana, para que sean como los europeos, un continente pacífico con más de dos milenios de guerras civilizadas”. Nosotros tampoco hemos descubierto al chavismo y lo cubrimos con nuestros prejuicios.
Quiero decir que al no querer conocer ni reconocer al otro, uno ni siquiera puede conocerse a sí mismo. Pero hay algo más grave aún: que cuando uno intenta comprender al otro, uno se empieza a conocer a sí mismo. Y no hay peor cosa que eso, porque asimilar la imagen que el otro recibe de uno, casi nunca es la imagen que uno espera o desea proyectar. Y muy pocos tienen el valor de asumir esos errores. De aquí la poca motivación de querer comprender al chavista.
Sin duda alguna, uno de los motivos para votar por Chávez es el amor. No por casualidad lo usó como bandera de campaña. Creo que hubiese perdido las elecciones si se hubiese denominado el «cerebro del pueblo». Está claro que la emotividad prevalece en la decisión política. Y no solo en la decisión chavista. ¿Por qué las mujeres dicen que aman a Capriles entonces? ¿Por qué buscan tocarlo, besarlo, abrazarlo, en lugar de entablar una conversación ideológica, racional, intelectual con él? Creo que usted se convencerá de que su decisión fue emotiva si responde con sinceridad “¿por qué voté por Capriles?” Pero el amor no es el único motivo del voto. Y desconozco los demás.
I
Ahora, no pretendo hacer solamente un mea culpa de estas elecciones. Vengo con optimismo, aunque sea difícil de creer por las líneas precedentes.
Chávez tiene mayoría, con 8 millones de electores. Desde hace tiempo venían anunciando que el Psuv tenía contactadas entre 7 y 9 millones de personas para movilizar el día de las elecciones. Al parecer, entonces, no hubo votos espontáneos. O quizá hubo muy pocos. En cambio, Capriles obtuvo 6.5 millones de votos, en su mayoría espontáneos.
¿Qué es lo positivo de esta victoria de Chávez? Que en las presidenciales del 2006 ganó con 7.3 millones, frente a 4.3 millones de votos opositores. Y en las elecciones del domingo obtuvo menos de 1 millón de electores nuevos, frente a 2.2 millones con los que Capriles superó a Rosales. Es decir, la oposición está creciendo. Además, Chávez tiene 14 años en el poder y 14 años haciendo campaña; Capriles tuvo apenas 8 meses como candidato y 3 meses en campaña, a veces censurada por las cadenas. ¿Ven en lado positivo de estos resultados?
Esto indica que el camino lo empezamos a construir. Somos más los que queremos cambiar el modelo político, aunque no seamos la mayoría. Henrique Capriles le supo hablar a más gente que los candidatos opositores precedentes. Supo escuchar los problemas cotidianos y elaboró su propuesta en relación a ellos. De hecho, allí me captó. Allí lo hice mi líder, pues ningún político me había hablado antes. Nunca el discurso político había sido dirigido a mí. Las alusiones más cercanas que me hacían eran desconocimientos y descalificaciones, como «manito blanca» o burgués. Entonces, por reconocerme, camino con Capriles. Y nosotros debemos hacer lo mismo con el chavista: reconocerlo.
La oposición pasa por una fase crítica. Entiendo “fase crítica” en términos empleados por Manuel Caballero: como un «proceso de transformaciones irreversibles», en este caso, ubicado en el contexto político. Y eso es bueno. Muy bueno. Porque cambiará la forma de hacer política que nos trajo hasta acá.
Capriles, abanderado de la Mesa de la Unidad Democrática, estuvo respaldado, entre otros, por los partidos que causaron la marginación y exclusión del 80% de la población, cuya mayoría eligió a Chávez como presidente en 1998. Eso, para mí, fue un impedimento para captar votos de chavistas decepcionados que darían confianza a partidos nuevos, como Avanzada Progresista, Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular. En efecto, estos cuatro partidos son los que dieron más votos a Capriles, luego de la tarjeta de la Unidad.
¿Por qué fue un impedimento el apoyo de AD y Copei? No es casual que la campaña sucia chavista haya apostado por el «paquetazo neoliberal» del que Chávez jura haberse zafado para siempre. Chávez le dijo a sus electores: “Si votas por Capriles, vas a volver a la cuarta república, al bipartidismo adeco-copeyano, volverá tu exclusión y marginación, que yo he luchado por vencer”. Y en efecto lo ratificaron como presidente.
¿Pero por qué es conveniente esta crisis para la oposición, si Chávez sigue ganando? Ya con cuatro derrotas presidenciales y un golpe frustrado por los chavistas, los partidos políticos terminarán por entender que algo están haciendo mal. Si quieren ganar una presidencia, tienen que ganar electores chavistas. Capriles ya empezó a entenderlo y comenzó a hacer política en la calle, basada en escuchar la voz del pueblo y no en creerse la voz del pueblo; basada en interpretar los intereses, deseos y sentimientos populares y reflejarlos en el discurso y la oferta del modelo políticos. Así, poco a poco irá llegando al chavismo.
II
Nosotros constituimos el 44% de la población electoral. Casi la mitad está en contra del modelo político ofrecido por Chávez. Estamos presente. Si el Presidente fuera un verdadero demócrata, haría a Capriles su Vicepresidente, como sugirió el tuitero @macabrismos. Porque el Poder Ejecutivo debería representarnos a nosotros también, no sólo al 55% ganador. Y esa es la política que debemos construir: gobernar desde el poder con el opositor, dialogando y negociando a pesar de las discrepancias.
Pero hasta ahora no hay motivación alguna para esta política. No hay ni ganas de debatir en la Asamblea Nacional, que es el único Poder público donde hay opositores y oficialistas trabajando juntos. Lo que hacen es desconocer y hacer propaganda. De lado y lado. Aunque de un lado se haga con más abuso e irresponsabilidad, pues carga con 14 años de gestión. Un ejemplo elocuente es la declaración de ayer del vicepresidente del Psuv, quien reconoce a la mayoría superior (en atención) a la minoría, en lugar de gobernar para ambos igualmente y de defender, en cambio, a la minoría desventajada. No obstante, Capriles Radonski sí se muestra interesado en debatir. Y eso es muy bueno para empezar a trabajar en la política del diálogo.
Hay que ver si los venezolanos apoyarían también el trabajo en conjunto. Pues hay sectarismo no sólo en el gobierno, sino también en la percepción opositora del Estado y sus instituciones. Lo comprueba el nerviosismo que rebotó en las cuentas de Twitter nacionales, con las fotos de tanquetas de la GNB estacionadas en las calles de Barquisimeto, que hasta se pensó y se rumoró un autogolpe, cuando estaban para resguardar el orden público.
Esto indica que los opositores sienten que las Fuerzas Armadas están para agredirlos y no para defenderlos. El Estado no nos da confianza, porque no nos representa a nosotros los opositores. Porque una gorra roja vale más que los derechos de un ciudadano opositor. Entonces, no confiamos en nada que venga del gobierno, ni en su discurso ni en su acción política. En consecuencia, aquí no hay comprensión ni diálogo posible.
Sería conveniente que el líder oficialista y el opositor trabajaran en conjunto como presidente y vicepresidente, para el reforzamiento de la autonomía de los Poderes Públicos. Pero ese es un ideal del neoliberalismo, no del socialismo. Así que durante este nuevo período, los Poderes seguirán dependiendo de la autoridad mayor, el comandante. No obstante, soy optimista. Aunque esa política de trabajo conjunto no venga todavía, y la política oficial será cada vez más centralista y sectaria, está en camino una nueva forma de hacer política.
En los últimos años (y meses) han emergido, como dije antes, cuatro nuevos partidos nacionales, integrados por líderes de proyección nacional: Leopoldo López, Capriles Radonski, Manuel Rosales, Pablo Pérez, Henri Falcón. Todos han ganado elecciones regionales o municipales. Tres de ellos fueron precandidatos presidenciales, junto a la lideresa María Corina Machado, quien también está creando un partido político. Así mismo, Antonio Ledezma se separó de AD y fundó ABP, con el que ganó una alcaldía hace 4 años. Quiero decir: hay nuevos partidos, nuevas opciones, nuevas propuestas y la oposición se identifica con ellas.
Poco a poco, los políticos opositores irán entendiendo que hay que alejarse de la «cuarta república». Duélale a quien le duela, hay que alejarse de sus representantes y todo lo que signifique el pasado bipartidista. Hay que agradecerle a los adecos la fundación de la democracia, sobre todo a los grandes demócratas Rómulo Betancourt y Jóvito Villalba. Pero la política muta y el electorado cambia. En este sentido, AD, Copei y todos los herederos de la partidocracia están apelando a la selección natural: si no se adaptan al medio ambiente, morirán.
Pero para adaptarse al medio ambiente político se debe primero interpretar el mundo exterior: se debe comprender al otro. Chávez lo hace. Comprende a la mayoría de la población por genuina empatía. Nació y se crió en la pobreza, en la «cuarta república». Conoce las expresiones populares, sus modos de vida, sus creencias más profundas, sus percepciones de la política y de los políticos. Su aparición surgió en el gobierno más impopular de la historia democrática, a través de una intentona golpista: arriesgando su propia vida. Les dirige su discurso y su modelo político a los marginados, y les da poder económico, político y comunicacional: casas comunales con presupuestos anuales, microcréditos a microempresarios, radios comunitarias, etc. ¿Van a seguir cantando fraude?
Comprender al chavista es la labor que tienen los partidos de oposición durante estos próximos años. Querer escuchar e interpretar al chavista desde su lugar es una cualidad que debe tener nuestro líder Henrique Capriles Radonski. Si queremos ofrecerles un nuevo discurso y un nuevo modelo político, tenemos que ganarnos su confianza, mostrándonos como una opción verdaderamente viable y representativa de sus intereses, deseos y sentimientos. Y esto lo puede hacer AD y Copei, pero la adaptación al medio les exige, en primer lugar, la renovación de líderes dentro de sus filas.
En este momento, los líderes políticos venezolanos se perciben así: Chávez es el no-más-cuarta-república y Capriles es el no-más-Chávez. Ambos candidatos intentaron vender esa imagen de sí mismos en campaña. Pero, como dije más arriba, una cosa es la imagen que uno quiere proyectar y otra cosa es la imagen que el otro recibe, así como a veces se hace daño a pesar de tener buenas intenciones.
La imagen que los chavistas recibieron de Capriles no les inspiró confianza, principalmente porque Chávez vendió su imagen como la de «el líder de la cuarta». Y para ello, se refugió como un cobarde en el engaño, propagando material audiovisual tergiversado por el sistema nacional de medios públicos (SNMP), que han dejado de ser medios de información para ser medios de propaganda.
Durante toda la campaña y hasta fuera de ella, Capriles era mostrado como un saboteador del paro petrolero, un delincuente que hizo estragos en la embajada de Cuba cuando el golpe de 2002, un Carlos Andrés Pérez que le quitaría las misiones y los beneficios otorgados por el buen Chávez.
Esto, por supuesto, aunado al ventajismo y abuso de la norma electoral, que hasta el 7 de octubre invitaron a votar por Chávez en todo el SNMP y hasta dijeron que el triunfo de Chávez era el triunfo del pueblo y de la patria.
Ya se ve cayendo la careta democrática que todos los voceros oficiales quieren darle a Chávez, bajo la prueba de que permite elecciones. Ratificar un gobierno abusador de los poderes, las instituciones y las libertades democráticas más bien argumenta que la democracia no consiste en «votar». De hecho, el titular principal de toda la prensa nacional de hoy demuestra lo poco político y democrático que es Chávez. Una noticia que diga “Chávez llamó por teléfono a Capriles”, es tan absurda como una que diga que Chávez llamó por teléfono a Jaua. No pretendo con esta analogía insultar a Capriles. Sólo digo que los líderes políticos deberían hablar, dialogar y debatir para el beneficio de la polis constantemente, pues eso es la política.
Entonces, ¿por qué el domingo no ganó un candidato demócrata, que gobernara para todos los venezolanos? ¿Por qué ganó un candidato que chantajea a los que beneficia y que es excluyente con quienes no le son condescendientes? Porque eso le afecta nada más a 6.5 millones de personas. Casi 8 millones no sienten caos con Chávez, y al contrario, sí se vieron perjudicados con Capriles.
Este resultado electoral es una oportunidad para la oposición. Todavía hay un camino mejor. Cuando escuché a mi líder reconociendo su derrota, me di cuenta de que tiene razón cuando dice que no tengo por qué sentirme derrotado yo. Esta es una lección para entender que los ignorantes hemos sido nosotros. Que este fracaso (electoral, no democrático ni político) nos puede ser útil para conocer y comprender a los chavistas. Para ayudarnos a disolver nuestros prejuicios conformistas. Para superar nuestro resentimiento hacia ellos. Para derrotar con una mejor oferta política esta vil degeneración de la cuarta república, esta exclusión sectaria, este desconocimiento del otro, tanto del 55% como del 44%.
Y para celebrar. Porque aunque no somos mayoría, somos muchos más que antes.
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