VENEZUELA MÍA

Por Astrid Spósito

 

Querida, Venezuela:

 

No tengo palabras para decirte lo que siento. No tengo sinónimos ni adjetivos con los que calificarte. Porque tú, querida, ya no eres mía. Simplemente le perteneces a los ciudadanos que viven felices con la impunidad, con el odio y la violencia. Tú eres de ellos, y no de los jóvenes que sí luchamos y que sí creímos en ti.

 

Tú, amada mía, eres como una mujer golpeada. Perdonas cualquier bofetada y te contentas con creer que hay esperanza. Te hacen daño, te roban, te desgastan, sin embargo sigues dándole cobijo a la mano que te lastima.

 

Mi patria, mi tierra, ¿cuándo pensaré de nuevo que es mía? Cuánto te extraño aunque te viva, porque sé que mi amor es inmenso pero la distancia lo será aún más. ¿Cómo viviré dentro de ti si llevo catorce años queriendo salir? ¿Cómo confiaré en ti de nuevo, si me defraudas? ¿Cuántas veces permitirás que sean los gobernantes los que decidan y no los ciudadanos?

 

Quisiera, mi triste Venezuela, tenerte cerca de mí y verte mejorar. Pero soy demasiado ilusa para creer que será así, soy demasiado tonta por confiar que con medios pacíficos la paz reinará. Tú, querida mía, te diluyes entre promesas y mentiras. Te pierdes escuchando las voces de quienes sólo incitan a matar.

 

llanos

 

¿Cuántas madres perderán a sus hijos? ¿Cuánta sangre correrá por tus tierras? ¿Cuánto mal seguirá ganándole al bien?  Tú, que siempre fuiste mi hogar, hoy no sabes responderme. Después de tantos días de fe y de esperanza, hoy sólo sabes bajar la cabeza y continuar sin escuchar los suspiros de los que sabemos que el fin se acerca.

 

Te amo Venezuela, tú has sido mi hogar, mi protección, el único sitio en el cual soy como soy y todos me entienden. Pero, al parecer, ya yo no pertenezco aquí ni tú me perteneces a mí. Alrededor tuyo sólo se escuchan los disparos, los lamentos y el miedo. La zozobra reina en tus entrañas. La angustia continúa del lado de los que te quieren con sinceridad, y que te desean ver libre y en paz.

 

Te quiero en libertad, con alegría y júbilo. No dependiendo de la violencia y de la soberbia de quienes te gobiernan. Quisiera que hoy tú dieras un paso hacia adelante y no te arrodillaras ante la pérdida. Hoy, Venezuela te vistes de rojo, de sangre y de muerte…

 

8 de octubre de 2012

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