EDITORIAL #132: «PENSAMIENTO ÚNICO»
Muchas veces hemos escuchado que una de las fortalezas más grandes de una democracia es la diversidad de pensamiento. El que, en un sistema de pluralidad de ideas y posiciones, se imponga la tolerancia y el respeto por los que piensan diferente es un requisito indispensable en la construcción de una sociedad democrática. Lamentablemente, muchas veces es más fácil decirlo que hacerlo.
La oposición venezolana ha atravesado una década complicada, en la que se vio obligada a renacer de las cenizas y a reinventarse en el último par de años. Los logros que ha obtenido, muy importantes y a veces hasta sorprendentes, construyeron una unidad que llevó a Henrique Capriles sobre su ola a luchar por la Presidencia el último 7 de octubre.
En el camino, muchos objetivos fueron alcanzados, desde el establecimiento de una Mesa de la Unidad (MUD) que coordina los esfuerzos de la oposición, pasando por la realización de primarias para elegir a sus candidatos, hasta la consolidación de todos los liderazgos opositores en torno al candidato electo por la voluntad popular. El resultado final de las elecciones presidenciales, sin duda negativo para la oposición, no debe distorsionar el hecho de que la “experiencia unidad” fue, dentro de todo, exitosa.
Sin embargo, la unidad es un medio, no un fin, y menos debe ser un chantaje.
La oposición debe enfrentar hoy una nueva etapa con una realidad diferente. El primer paso debe ser una reflexión profunda que encuentre los motivos por los cuales, a pesar de haber tenido un buen candidato, un buen equipo y mucha emoción en la gente, el resultado final fue tan malo. No basta con la autocrítica, es momento de abrir los oídos a la crítica externa, a esas voces que en su momento callaron y tragaron grueso por un objetivo superior, pero que son hoy indispensables no solamente para identificar las fallas que se cometieron, sino también para corregirlas y fortalecer una visión de país que está tan desmoralizada.
Votar el próximo 16 de diciembre es indispensable, esa discusión no debería ni abrirse. Pero existen muchos otros factores que deben enfrentarse con valentía. En su momento la decisión estratégica fue obviarlos, ya llegará el momento de analizar si fue una equivocación o no. Pero, en el corto plazo, al miedo hay que mirarlo a los ojos para derrotarlo.
Lo peor que nos puede pasar es que, en medio de la confusión y el desencanto, terminemos siendo lo que tanto criticamos. Si luchamos contra el pensamiento único, debemos hacerlo siempre, no solamente cuando no es el nuestro.
Miguel Velarde
Editor en Jefe
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