ADVERSARIOS, NO ENEMIGOS

Por David Uzcátegui

 

CARACASMAGALLANESEn estos tiempos de ánimos recalentados por la larga y compleja circunstancia política que atraviesa Venezuela, es muy común encontrarse con quienes recuerdan tiempos pasados, en los cuales los venezolanos ventilaban sus diferencias con convicción y pasión; pero también con respeto y conciencia, con la medida exacta de los límites del respeto y la claridad meridiana de que se puede llegar a consensos, a acuerdos y de que, en todo caso, también conviven con nosotros numerosos factores que nos unen.

 

Por supuesto nos unimos a esas voces, en su mayoría provenientes de adultos mayores, quienes nos preguntan por qué en la política no se pueden manejar las diferencias como en los deportes, por dar un ejemplo. La histórica rivalidad entre caraquistas y magallaneros le ha puesto sabor al gentilicio venezolano desde hace décadas, es disparador de pasiones, moviliza a fanaticadas a los estadios y lleva a sus seguidores a lucir gorras y franelas con sus imágenes, de las cuales se sienten orgullosos cuando las pasean por las calles.

 

Hay también quienes nos tachan de ingenuos por comparar la política con el deporte. La primera luce como un terreno mucho más árido e ingrato. Si, es cierto. Tienen toda la razón. Es por ello que nos empeñamos en la urgente tarea de remolcar los sentimientos más nobles que se originan en ocupaciones más amables del ser humano, a estos linderos donde las pasiones terminan por deshumanizar un oficio que nos empeñamos en reivindicar por imprescindible y por guardar en si el potencial que puede llevarnos al progreso y la libertad.

 

Y nos parece aun más necesario apelar al llamado “espíritu deportivo” en los días que vivimos, en esta etapa entre las ya celebradas elecciones presidenciales y las venideras y decisivas regionales. Porque quienes padecemos el resultado adverso no podemos dejarnos vencer ni mucho menos rendirnos. Porque debemos acudir al siguiente encuentro con espíritu renovado de tenacidad y convicción. Y porque debemos poner de nuestra parte para convivir con quienes están en la acera opuesta, con los adversarios que no son enemigos. Toca empeñarse en encontrar lo que nos une y convoca como gentilicio y negarse a pisar el peine de la confrontación y la división.

 

En la justa deportiva no cabe la depresión, ni la tristeza, ni la resignación. Toca reunir fuerzas para el próximo encuentro, utilizando el término en el sentido más sano de la palabra. Y no hemos visto a un buen deportista dejar de acudir a la cita, o ir a la misma con presagios fatalistas. Siempre se va con una inconmovible fe, con compromiso hacia los colores que se van a defender.

 

Así mismo, en la arena política, hay que tomar el ejemplo del deportista y colocar siempre la mirada en el próximo esfuerzo, en el próximo reto, y saber que el nuevo partido, el próximo campeonato, nos encontrara en circunstancias mejores, porque hemos avanzado, porque sabemos más, porque estamos en mejor forma. Cada salida al campo suma en nuestra experiencia y queda en el ámbito de la honestidad con nosotros mismos saber que dimos todo lo que estaba en nuestras manos y eso es un activo en nuestra experiencia.

 

Salgamos pues, con el mejor espíritu de caraquistas o magallaneros –el que sea de su gusto- a cada cita ciudadana frente a las urnas electorales. Con ánimo de home-run y reconociendo al contrario sin que ello implique renunciar a nuestras convicciones.

 

 

Candidato a Alcalde de Baruta por la Unidad

 @DavidUzcategui

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