COMUNA FELIZ DE INDIVIDUOS INFELICES

Por Alexander Gamero Garrido

 

El delirio colectivista latinoamericano no es nuevo. El Estado Comunal es quizás solamente su más reciente expresión.

 

salvador allendeYa lo intentó, por ejemplo, Salvador Allende en Chile, quien fue el primer marxista electo presidente en una democracia. Su gobierno intentó implementar el “La vía chilena al socialismo”, con políticas y acciones que incluyeron la expropiación de propiedades [3] – con métodos de dudosa legitimidad –  y una reforma agraria que implicó la redistribución de las tierras. Allende pretendía redistribuir todas las parcelas de más de 8 hectáreas. Su intención final era mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos más pobres del país, incluidos los campesinos. Un ideal que comparten prácticamente todos los partidos socialistas de la región.

 

El gobierno de Allende duró tan sólo tres años. El clima de inestabilidad política que produjeron sus medidas condujo a un golpe de Estado en 1973.

 

Todo trabajo es digno

Escandinavia en general, y Suecia en particular, es una especie de modelo para los colectivistas (usaremos este término genérico para agrupar a distintas corrientes socialistas de la región). Además de ser uno de los países con una desigualdad social menos pronunciada en todo el mundo, tiene un Índice de Desarrollo Humano muy elevado. Pero hay otros factores que los colectivistas no mencionan.

 

Los suecos más ricos con frecuencia tienen su domicilio en algún paraíso fiscal, porque si se quedan registrados en Suecia pueden llegar a pagar más de la mitad de su sueldo en impuestos (sí, más de la mitad). ¿Cree usted que esto es aplicable en América Latina?

 

Otro aspecto que nos diferencia de los nórdicos es la percepción de corrupción, que generalmente es aceptada como un buen indicador del nivel de corrupción en un gobierno. Los suecos ocupan el puesto 4 entre los países más transparentes del mundo (según el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional), mientras que Venezuela está entre los más corruptos en el puesto 172. El país caribeño es, según ese índice, tan corrupto como Guinea Ecuatorial y Burundi, y sólo un poco menos corrupto que Haití; Venezuela es también el país más corrupto de Hispanoamérica.

 

bandera-de-suecia¿De qué serviría tratar de colectivizar nuestra economía, si mucho de ello desaparecerá en corrupción?

 

Algo que los colectivistas convenientemente olvidan mencionar es que en Suecia, en general, todo trabajo es considerado como digno. Ilustraremos este punto con un ejemplo, una experiencia vivida por un conocido del autor de este artículo:

 

Un día cualquiera José, un pasante, comienza su proyecto en una importante multinacional con sede en Gotemburgo (Volvo), y es recibido por una alta ejecutiva (sueca). La Vicepresidenta, con un sueldo de millones de dólares estadounidenses al año, le da un recorrido al pasante por la empresa. Al llegar al escritorio del recién contratado José, ella nota que el personal de mantenimiento olvidó limpiarlo. Lejos de generar un escándalo e ir a vociferar insultos (el escenario que usted, apreciado lector, probablemente se está imaginando), la sueca simplemente buscó ella misma un trapo y limpió el escritorio, la pantalla de la computadora, y el resto de la estación.

 

¿Por qué? Porque en la cultura sueca cualquier trabajo es digno. Nadie se rebaja ni pierde su dignidad por trabajar limpiando, independientemente de su nivel educativo y estatus socioeconómico. Las recientes declaraciones de los defensores del Estado Comunal, en las que dicen que todos deberíamos “limpiar baños o recoger la basura” un día a la semana, agregando que es injusto que una misma persona sea la que siempre realiza éstas tareas, implica evidentemente que para los colectivistas venezolanos no todo trabajo es digno. Para ellos es – al parecer – indigno trabajar limpiando baños.

 

Colectivismo (In)Feliz

Una de las diferencias fundamentales entre los liberales y los colectivistas está en su visión del individuo. Para los colectivistas, el objetivo último de sus políticas será siempre el bienestar colectivo y la “máxima felicidad posible”, mientras que para los liberales el individuo tiene la importancia máxima.

 

El problema es que no puede existir una “sociedad feliz” compuesta por individuos infelices.

 

La generación de la riqueza y su distribución es otra diferencia básica entre el colectivismo y el liberalismo. Imaginemos que el Producto Interno Bruto (PIB) de un país se puede representar como una torta de pan redonda. Los colectivistas dicen que el problema no es que no haya suficiente torta de pan, sino que ésta está mal picada, y los más vivos se quedan con una tajada muy grande: crean, entonces, pobreza. Para solucionar este problema, causado por los malvados acaparadores de torta de pan, los colectivistas deciden apoderarse de toda la torta y picarla mejor ellos. Pobreza solucionada por decreto.

 

Torta de panMuchos liberales, por su parte, abogan porque se debe producir una torta más grande, para que todos los comensales queden con la barriga llena. El problema no es solamente como picamos la torta, el problema es que esta torta de pan no alcanza pa’ tanta gente.

 

Usemos a los suecos como ejemplo. Además de picar mejor la torta, los suecos tienen una torta más grande. Son mucho más ricos. Su PIB per cápita (según el Banco Mundial) es tres veces el de Venezuela, con todo y petróleo metido en la cuenta. Mientras en nuestro delirio colectivista nosotros tratamos de picar mejor nuestra pequeña torta, los suecos fueron e hicieron dos tortas más para que todos puedan comer bien. El nivel de riqueza actual de los suecos es consecuencia, al menos en parte, de la liberalización de su economía.

 

Comuna Feliz llena de Gente Infeliz

El Estado Comunal tiene características similares a otros experimentos socialistas de la región; está, de hecho, inspirada en el modelo cubano de gestión estatal. Los defensores del Estado Comunal repiten una y otra vez que será una democracia más participativa. Lo que omiten es que esa participación estará limitada por agencias controladas por el mismísimo Presidente de la República. El Estado Comunal es un proyecto centralista, que cae en lo que Hayek (1990) llamó La Fatal Arrogancia: creer que la economía de todo un país se puede planificar centralmente, casi en la mente de un pequeño grupo de personas. Que la nomenclatura socialista puede llevar a millones a vivir mejor. Que alguien puede pensar mejor que el individuo qué es lo mejor para ese individuo.

 

Si queremos alcanzar la “máxima felicidad posible”, probablemente nos irá mejor si abandonamos el delirio colectivista, y seguimos más bien a los suecos. El intento de Allende, el socialismo chileno, fue apoyado expresamente por la Unión Soviética (uno de los mayores experimentos socialistas de la historia, dónde entre 4 y 10 millones de personas murieron de inanición) y por Cuba (menos desigual que Venezuela, sí, pero con una torta de pan de un tamaño parecido).

 

Tratemos de que la torta de pan se haga más grande, liberalizando nuestra economía. Entendamos de una vez que tenemos que producir más riqueza antes de poder repartirla mejor. El Estado Comunal, de hecho, le pondrá coto a la producción, lo cual podría conducirnos a una torta de pan más pequeña. Menos riqueza producida, implicará que menos riqueza se podrá repartir entre los ciudadanos, y un venezolano con menos plata difícilmente será un venezolano más feliz. Si seguimos en esta dirección, vamos a terminar viviendo en una Comuna Feliz llena de Gente Infeliz. Si ese es nuestro concepto de máxima felicidad posible, realmente estamos en problemas…

 

 

Twitter: @AlexGameroG

agamero@guayoyoenletras.com

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